• 23 marzo, 2012

La cancha ideal

Si bien un buen campo de golf puede definirse de varias maneras, uno de los requerimientos básicos es que ofrezca competitividad y disfrute para las personas de todas las edades y niveles de juego, de acuerdo con Álvaro Ortiz, golfista exprofesional costarricense y ganador de un buen número de campeonatos locales e internacionales.

Ante todo, el campo de golf debe estar en armonía con el entorno y la naturaleza que lo rodea, y sus administradores deben procurar un mantenimiento excelente para que el jugador pueda ejecutar su plan de juego y desarrollar su estrategia de manera efectiva.

A nivel mundial, existen varios ejemplos de sitios que cumplen con todos esos requerimientos, entre ellos los más famosos son el Pebble Beach Golf Links (California), el Augusta National (Georgia) y el TPC Sawgrass, (Florida) todos en los Estados Unidos. Además, destaca por su renombre el campo St. Andrews, en Escocia, Reino Unido.
En el caso de América Central, existen varias opciones de primer nivel tanto para jugadores locales como internacionales.

De acuerdo con Ortiz, la inversión para construir un campo en Centroamérica oscilaría entre los US$3 millones y los US$8 millones. Eso sí, aclara que esas son cifras estimadas, ya que el costo total dependerá de la ubicación del proyecto, el acceso que se tenga a recurso humano, los costos de los movimientos de tierra y, por último, el arquitecto o diseñador que se escoja para hacer el trabajo.

“Un buen diseñador se define por ofrecer un producto acorde a la necesidad del desarrollador y que permita maximizar el disfrute del juego para los clientes. Una vez que se escoge y se tienen los planos aprobados, entre el inicio y la conclusión de la obra hay un período de dos años y medio como máximo”, explica Ortiz.
Para facilitar las cosas, es común que los desarrolladores busquen sitios con una topografía acorde con lo que se quiere construir. Se procura contar desde un inicio con un tipo de zacate que sea fuerte y sencillo de mantener, y así disminuir los costos.

Una vez finalizado, el nuevo campo será el gancho o valor agregado más atractivo para un turista de alto perfil, sobre todo en el caso de los desarrollos más ambiciosos. La llegada de este tipo de viajeros genera una importante fuente de divisas para la industria turística.

El mantenimiento de estos lugares está a cargo de un ingeniero agrónomo especialista en campos de golf, y la vida útil varía según las características de la construcción y el cuidado preventivo que se le dé a través del tiempo. Prueba de ello es, precisamente, el campo St. Andrews de Escocia, que se ha mantenido activo por 460 años.
Un efectivo sistema de riego es determinante para extender la operación de estos proyectos, y actualmente, los principales sitios utilizan las más novedosas tecnologías de desalinización y reciclaje, que les permiten utilizar agua de mar o residual para hidratar el césped.

Estas medidas significan una importante disminución del impacto ambiental que estos proyectos han generado en otros tiempos.

Rommel Téllez
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Etiquetas: deporte / diseño / Golf

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