• 2 noviembre, 2022

Run to the Father

Run to the Father

Cuando tenía catorce años salí de mi país a los Estados Unidos donde viví con tíos, amigos y luego sola. Desde esa edad, no volví a vivir con mis padres ni con mis hermanos. Tenía trece años cuando mis padres se divorciaron y sumado a eso, había temas políticos que dividieron a nuestra familia. En ese tiempo pensé que era suficiente lidiar con la adolescencia para sumarle a eso, todo lo anterior. Salí en junio de 1982 y no regresé hasta en diciembre de 1989. La verdad es que borré de mi mente alguna vez regresar. No tenía ninguna esperanza y supongo que preferí como mecanismo de defensa, cerrar la puerta detrás de mí y abrazar al país que me había acogido. Pero casi ocho años después, sentí una gran necesidad de regresar a mi casa, a mi hogar, donde en ese tiempo solo estaban mi mamá y mi hermana. Estuve dos semanas y la verdad que fue un tiempo de refrescamiento, de cargar baterías, de llenar mi espíritu y mi corazón, de revivir dulces memorias de mi niñez. Me conmovió mucho un día que la señora que pasaba frente a la casa vendiendo quesillos, cuando me vio, me llamó por mi nombre.

Tenemos tres hijos varones y desde hace seis años estamos con el nido vacío. Nuestros hijos se han convertido en peregrinos y extranjeros del mundo; les tocó igual que a nosotros, abrazar países que se han convertido en sus nuevos hogares. Pero desde que se fueron, hemos hecho el esfuerzo de juntarnos los cinco, aunque sea una vez al año. Esos encuentros son maravillosamente indescriptibles. Nos encantan los momentos que nos sentamos a la mesa, porque nos recuerdan cuando ellos eran niños y priorizábamos hacer al menos un tiempo de comida en familia.

Ha habido temporadas en la vida de ellos, por diferentes circunstancias, donde han necesitado regresar a la casa y estar con nosotros para descansar física, mental y emocionalmente, así como lo hice yo en su momento. Es conmovedor verlos ya adultos, acostados en nuestra cama en medio de nosotros. A veces es innecesario siquiera hablar, solamente estar ahí para ellos, amarlos y apapacharlos. Dejándoles saber que todo pasa, y que de toda situación siempre salimos fortalecidos.

Hay una canción de Cody Carnes que se llama Run to the Father y en una de sus estrofas y estribillo dice:

I´ve carried a burden

For too long on my own

I wasn´t created to bear it alone

I hear your invitation

To let it all go

Yeah, I see it now

I´m laying it down

And I know that I need you

……So, I´ll run to the Father

Again, and again

And again, and again

Es lo mismo con nuestro Padre que está en el cielo. Podemos correr a su presencia las veces que queramos, y no tiene que ser solamente cuando estamos afligidos o tenemos grandes problemas. Él nos dijo “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.” Mateo 11:28.

Run to the Father…………….

Etiquetas: Columna / conecta2 / familia / Karla Icaza / opinión

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