Las emociones son una forma de información: las emociones nos preparan para la acción, concentran nuestra atención y nos dan fortaleza.
Por ActionCOACH Diego Ruggiero/Argentina
Hoy en día es fundamental que líderes y gerentes aprendan a administrar sus emociones, y las de sus subordinados no sólo con el fin de que dichas emociones no influyan de modo negativo el desempeño de los mismos en el trabajo, sino que se conviertan en una oportunidad para mejorar la interacción y la productividad de todos los miembros del equipo.
Es muy notorio el impacto que tienen las emociones en el lugar de trabajo. Y por eso es muy útil conocer sobre inteligencia emocional, cómo leer el lenguaje corporal de los demás y cómo lidiar con las emociones ajenas. Las emociones no pueden ser removidas quirúrgicamente de la inteligencia. Las emociones sí importan – y todo el tiempo. Ignorar su rol, ignorar la sabiduría de las emociones propias y ajenas, es invitar al fracaso como persona, como gerente y como líder.
La clave para ser un gerente emocionalmente inteligente es integrar y equilibrar respuestas emocionales y racionales. Hacer demasiado hincapié en unas u otras podría conllevar a una toma de decisiones inadecuada.
Componentes de la inteligencia emocional
Daniel Goleman, gurú en el tema de la EQ y autor del libro “La Inteligencia Emocional” (1995), propone trabajar día a día en cuatro esferas básicas:
- Autoconocimiento: Para entender nuestras emociones, fortalezas y debilidades.
- Autocontrol: Para aprender a manejar los impulsos y regular nuestro comportamiento.
- Conocimiento social: Para entender lo que otros dicen y sienten y por qué actúan como lo hacen.
- Habilidades sociales: Para actuar conforme a los resultados que deseamos de otros y a la obtención de metas personales.
¿Cuál es el papel real de la inteligencia emocional en el liderazgo?
Las emociones son una forma de información: las emociones nos preparan para la acción, concentran nuestra atención y nos dan fortaleza. Tratar de ignorar las emociones raramente funciona: cuando la gente trata de suprimir las emociones en nombre de la eficiencia, suele recordar menos información. La gente no es muy hábil para esconder sus emociones: las organizaciones sólo permiten la expresión de ciertas emociones como el enojo; otras, como el disfrute, son raramente expresadas.
Una toma de decisiones efectiva debe tomar en cuenta las emociones: no deje de lado sus emociones, incorpórelas del todo a sus decisiones. Las emociones son parte de lo que hace humanas a las personas, y realmente forman parte de nuestra racionalidad. Tomar en cuenta los símbolos universales y específicos de las emociones: por ejemplo, una cara feliz es reconocida por todos, al igual que un ceño fruncido.
Leer a los demás
¿No sería genial que la gente mostrara signos claramente visibles de su estado emocional? Por ejemplo, “hoy me siento frustrado porque tuve una discusión con mi esposa”.
Los gerentes hábiles son capaces de identificar los sentimientos ajenos y hablar abiertamente al respecto. No tienen miedo de mostrar sus sentimientos. Son capaces de identificar los sentimientos ajenos con precisión. Por el contrario, los gerentes que carecen de inteligencia emocional no logran identificar bien las emociones ajenas, no muestran sus emociones, mantienen expresiones neutrales, y no son capaces de articular sus propias emociones. Tome en cuenta tres elementos que le pueden ayudar a determinar el verdadero estado emocional de una persona: su expresión facial, la expresión corporal y la voz (tono, ritmo, etc.).
Tome en cuenta la información no verbal: postura, gestos, expresiones faciales. Trate de notar cualquier discrepancia entre las palabras, el tono y la expresión, pero no saque conclusiones apresuradamente. Utilice palabras como “me parece que estás…”, para darle la oportunidad al otro de confirmar nuestras sospechas acerca de sus sentimientos. Es posible también confirmar nuestras impresiones con otro observador.
Controlar el enojo en el trabajo
Según un reciente estudio, 53% de los trabajadores expresa sentimientos de enojo, mientras que sólo 19% expresa sentimientos de alegría. Esta última es, de hecho, la emoción que menos expresamos. El enojo puede ser tanto destructivo como constructivo. El punto fundamental es no dejar que controle nuestro comportamiento. El gerente emocionalmente inteligente sabe cómo separar una emoción de su respuesta, sin ignorar la primera.
Suponga que está haciendo una presentación y un subordinado lo interrumpe constantemente para poner en entredicho sus postulados. Al responder, primero identifique su propio sentimiento de frustración y luego determine si, a pesar de la frustración, existe o no una amenaza real. A continuación, considere el punto de vista del subordinado. Esto le permitirá entender la emoción, lo que le permitirá, a su vez, administrarla, quizá señalando que queremos pasar al siguiente punto y tratar el anterior de forma privada con el subordinado en cuestión. El enojo no es en sí el problema. El reto es aprender a enojarse y saber controlar la situación.
Conclusión
Los líderes deben crear confianza y establecer relaciones: ambas dependen de las emociones. Los gerentes emocionalmente inteligentes aprenden a usar sus emociones con el fin de motivar equipos. Trate de aprender a utilizar sus emociones en beneficio propio y ajeno. Una falta de emociones puede limitar nuestro pensamiento. Las ideas innovadoras generalmente se siguen de dificultades emocionales. En vez de rechazar las emociones y asumir que son contraproducentes, acójalas como una parte más de su proceso de pensamiento.
¿Qué acciones tomarás en tu negocio y en tu vida, en este sentido?
Fuente: Action Coach
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