6 febrero, 2014

Hacia un entorno más favorable

Rommel Téllez septiembre 2, 2014

Este año pinta diferente y se espera que América Central y Latinoamérica puedan alcanzar un crecimiento promedio de hasta un 3,2%, de acuerdo con las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), el Banco Mundial y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

Así, este año veremos a Panamá liderando la expansión en Centroamérica y el Caribe, con un índice del 7% junto con Nicaragua y República Dominicana con un 5%, Costa Rica 4% y Guatemala con un 3,5%.
Un crecimiento más modesto se verá en Honduras y El Salvador, que lograrán un máximo del 3% y el 2,6%, respectivamente.

El Caribe, en promedio, crecerá hasta un 2,1%.

De acuerdo con los especialistas, para el próximo año se espera que un entorno internacional moderadamente más favorable aumente las exportaciones. Asimismo, el consumo privado continuará expandiéndose mientras se mantiene el constante desafío de aumentar la inversión en la región.

Este último pico de optimismo se debe a una evolución de último momento de las economías de Estados Unidos, Japón y Europa, junto con un desempeño de China levemente mayor a lo anticipado.

Dicho consumo crecerá, eso sí, de manera moderada, ya que los ingresos disponibles aumentarán menos que el PIB, y no se producirán mejoras significativas de los términos de intercambio ni fuertes aumentos de las remesas.

El crecimiento regional dependerá, en parte, de que continúe la recuperación en México y mejoren las cifras de Brasil. Según el Banco Mundial, estas dos economías representan alrededor del 63% del PIB total de América Latina y el Caribe.

No se debe perder de vista que se espera una moderación de la demanda mundial de productos básicos, y que se podría registrar una leve desaceleración de los flujos de inversión extranjera directa neta y una menor disponibilidad de liquidez a nivel internacional a partir de la reducción prevista de la adquisición de activos por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos el próximo año.

A nivel global se proyecta que la economía mundial se expandirá a un ritmo del 2,9% y que el crecimiento se recuperará tanto en países en desarrollo como en los desarrollados.

Oportunidades

Los buenos augurios se acompañan de desafíos que permitirán hacer frente a algunos temas pendientes, por ejemplo la persistente volatilidad de la economía global y el mayor costo de los financiamientos externos a los gobiernos, de acuerdo con el Banco Mundial.

“Entre las oportunidades vemos un aumento en el comercio internacional y la posibilidad de aprovechar las depreciaciones cambiarias para asegurar cambios sostenidos de los precios relativos”, señala Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

“Ello, junto con políticas industriales que apoyen el crecimiento, la integración regional y a la pequeña y mediana empresa, podría contribuir a diversificar el sector transable; así como reducir la heterogeneidad estructural existente en la región”, añade.

Por su parte, Pablo Flores, analista del BCIE, indica que también se debe considerar que “existirá un menor aporte del consumo al crecimiento del PIB y un deterioro de la cuenta corriente regional, por lo que Centroamérica deberá mantenerse alerta ante estas variables”.

Junto con los desafíos económicos también vienen aparejados los desafíos en el ámbito ciudadano. En ese sentido, tanto los informes del Banco Mundial como de la Cepal reconocen que los gobiernos de América Latina y el Caribe deben fomentar pactos sociales para la inversión, y que por medio de estos se estimule la productividad y se impulse un crecimiento con igualdad.

“Dichas alianzas deben tener un marco institucional que entregue certeza y reglas claras, políticas de corto plazo que otorguen estabilidad nominal y real, y políticas de largo plazo que incentiven una inversión más diversificada en los sectores transables”, afirma la Cepal.

Un escenario donde este diálogo se vuelve esencial es en el ámbito de las políticas fiscales; especialmente porque para el 2014 se prevé que la reducción de la liquidez internacional se traduzca en un endurecimiento de las condiciones de financiamiento y esto posiblemente limitará el gasto público.

Esta situación, junto exigencias crecientes de los ciudadanos y bases tributarias declinantes, inducirá a las autoridades a considerar reformas tributarias para aumentar la recaudación, especialmente en un año en que muchos países tienen cambio de gobierno.