• 31 marzo, 2014

El poder de la solidaridad

Establecer un programa de voluntariado dentro de una organización requiere consideraciones particulares que, si no se toman en cuenta, pueden crear efectos adversos a pesar de las buenas intenciones.

Por eso, pintar la escuela de la comunidad, arreglar el parque o salir a recoger la basura son iniciativas muy nobles que se deben impulsar sin perder de vista el vasto alcance del trabajo voluntario.

Mirar hacia adentro

Cuando una organización reúne a sus colaboradores con el propósito de influir positivamente en su entorno, es casi seguro que el primer impulso será desarrollar actividades externas. Justo allí es el primer momento para repensar las estrategias.

“Una muy buena práctica es ejercer el voluntariado como una forma de mejorar la vida de los mismos colaboradores, ya que a veces en las empresas hay necesidades entre los operarios que la gerencia no ve”, señala Karen Wantland, consultora sénior en Responsabilidad Social Empresarial para la firma Consultarse, con sede en Guatemala.

Dicha compañía provee asesoría en desarrollo sostenible, gobernanza e inversión social.

De acuerdo con la experta, ver a lo interno es mucho más significativo para el colaborador, ya que la persona beneficiada es alguien cercano. Así es más sencillo alcanzar una de las condiciones necesarias para el buen funcionamiento de un programa de voluntariado: que este enorgullezca a los trabajadores.

Otra medida para que eso suceda es coordinar con los colaboradores el tipo de actividad por desarrollar, y no implementar solo aquellas que más le gustan al gerente o a la junta directiva.

Seguidamente, lo más saludable es estructurar un proyecto de trabajo basado en el core business, es decir, aquello que la empresa y su gente sepa hacer muy bien.

“A la mayoría de las empresas les gustan las escuelas, no sé por qué, aunque deberían trabajar en el ámbito de acción de lo que hacen bien. Si yo soy malísima en arreglar escuelas pero muy buena para escribir, pues podría hacer algo relacionado, ¿no? Es lo más lógico hacer lo que haces bien para ayudar al prójimo”, señala Wantland.

Luego, es recomendable conversar con alguna autoridad local acerca del voluntariado que se quiere realizar y así tener una mejor comprensión para determinar su sostenibilidad y consecuencias.

Y es que, de acuerdo con la especialista, “puedes hacer una escuela con la última tecnología y llevar a toda tu gente de voluntaria, pero luego el mantenimiento es caro y nadie va a usar esa tecnología.
También sucede que se ofrece una comida deliciosa bien condimentada a los niños y estos se enferman del estómago”.

Finalmente, se debe recordar que el voluntariado es, como su nombre lo indica, voluntario y, por lo tanto, las organizaciones no deben coaccionar o forzar la participación. Se debe evitar, por ejemplo, los voluntariados en fines de semana si estos están fuera de la jornada laboral.

Ganar-ganar

Poner en práctica un programa de voluntariado bien hecho genera réditos no solo para los beneficiarios, sino también para la empresa y sus colaboradores.

A las organizaciones les permite fortalecer las relaciones y reputación frente a los líderes locales y la comunidad en general.

Ello se conoce como Licencia Social para Operar, es decir, el visto bueno intangible con el que goza una compañía para llevar a cabo sus operaciones frente a grupos sociales diversos; por ejemplo, indígenas, ambientalistas y campesinos.

Contar con dicha aprobación permite a las empresas visualizarse como ciudadanas corporativas que ven más allá de sus asuntos económicos, lo que aumenta su presencia en la mente de los beneficiarios y consumidores.

Para los empleados, también existen varias ventajas, como por ejemplo que se favorece la interacción y el trabajo en equipo y que se da un aumento en los niveles de satisfacción y motivación personal.

Además, se estimula que los colaboradores desarrollen nuevas competencias al tiempo que aumentan el aprecio por el lugar de trabajo.

“En un call center los colaboradores con menor rotación de personal eran los que participaban en los procesos de voluntariado porque se identificaban más con la empresa y su mística”, añade Wantland.

Convergencia

Un vértice interesante del voluntariado es su adaptabilidad para crear alianzas entre lo público y lo privado.

“Hay una gran oportunidad en relación a la transferencia de conocimientos. Las empresas tienen personas innovadoras que podrían utilizar el proceso de voluntariado para asesorar entidades públicas en diferentes temas”, manifiesta Wantland.

Un ejemplo de ello es el programa de Educación Financiera de la red BAC / Credomatic, donde, por medio de una colaboración con el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica (MEP), se desarrolla un programa para que adultos, jóvenes y niños sepan administrar mejor sus recursos.

El éxito ha sido tal, que el MEP ha incorporado dentro del currículo educativo este tipo de formación, lo que evidenció que un programa bien desarrollado puede incluso incidir en políticas públicas.

“El programa de voluntariado de una empresa puede contribuir al logro de los objetivos y acciones prioritarias para las instituciones públicas”, afirma Aitor Llodio, director ejecutivo de Aliarse para el Desarrollo.

Esta es una entidad sin fines de lucro que, precisamente, promueve las alianzas público-privadas para el desarrollo sostenible. Tiene su sede en Costa Rica.

“Todas las actividades de voluntariado de la organización se enmarcan en este tipo de colaboración, donde el personal de instituciones públicas también participa de la iniciativa”, manifiesta Llodio.

A modo de ejemplo, el director menciona la Alianza por una Mejor Cultura Vial, en donde empresas como Bridgestone, Toyota, Riteve (empresa certificadora de seguridad vehicular) y la editorial Santillana organizan actividades de voluntariado en las carreteras y centros educativos costarricenses.

Ello se hace en coordinación con el Consejo de Seguridad Vial y el MEP. Las actividades han permitido sensibilizar a cerca de 40.000 usuarios de las vías públicas y a 31.665 estudiantes de primaria y secundaria en seguridad vial, todo esto con el apoyo de 826 voluntarios.

Por todo lo anterior, es que el voluntariado se consolida como un instrumento imprescindible para generar valor agregado a las organizaciones, siempre y cuando se implemente de forma adecuada y respetando sus particularidade.

Rommel Téllez
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Etiquetas: Responsabilidad Social / VOLUNTARIADO

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