• 5 noviembre, 2013

“Todo se decide en el camino”

Lo había cultivado desde su infancia y el periodismo le volvió a recuperar. De Canadá saltó a Estados Unidos y en la actualidad no para de recorrer América. Sus entrevistas le han dado la popularidad y ahora llena auditorios charlando sobre motivación, crecimiento personal y liderazgo.

El poder de escuchar, un viaje al centro de su personalidad, es su primera incursión literaria. La primera, sí, pues ya está trabajando en la segunda y seguramente después vendrán más obras.

No cabe en sí de gozo con la publicación de El poder de escuchar ¿Qué hallarán en él sus lectores?

El poder de escuchar presenta un mensaje de optimismo, paz y crecimiento personal, con muchas anécdotas personales. Es un viaje al centro de mi personalidad, un texto sobre los beneficios de saber escuchar para entendernos mejor. El lector encontrará historias y vivencias sobre mi vida, y un amplio trasfondo sobre mi carrera.

¿Por qué mezcla sus ideas con notas autobiográficas?

Nunca pensé escribir una autobiografía, porque aún soy joven y me falta mucho camino por recorrer. Sin embargo, la editorial me propuso incluir anécdotas personales, como parte de la explicación de las ideas. Me pareció bien y así lo hice. Con ejemplos, las cosas se explican mejor.

Hace revelaciones en su libro, como que llegó a pesar 200 libras. ¿Logró adelgazar escuchando a su cuerpo?

Lo logré. Incluso hoy es una batalla que no termina. Y como digo en el libro, no simplemente por pura estética, sino por razones de salud integral. En aquella época, viviendo en Toronto, tuve que tomar el control del asunto porque ya me sentía los rigores de la grasa. El cuerpo habló y reaccioné. Hoy sigo una severa dieta, porque el cuerpo sigue hablando: tengo intolerancia a la lactosa y al gluten.

¿Por qué ya ha hecho público el título de su segundo libro, Soy un hijo de la gran P: pasión, paciencia y perseverancia?

Ya estoy trabajando en él. No es un plan, ya está tomando forma.

¿Le interesa la ficción como autor?

Sí, me interesa. Tengo cosas que contar, historias que fabular. Pero no sé cuándo podrá ser.

Al abrir su primera caja de ejemplares de su obra, le vino a la cabeza la frase de José Martí: “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. ¿Por qué usted ha empezado por la última?

[Ríe] No, lo primero que hice, como todos los estudiantes cubanos en edad de secundaria, fue sembrar muchos árboles. Y en cuanto a los hijos, entrañan una gran responsabilidad y dedicación. De momento, disfruto a mis sobrinos.

Se declara comunicador en sus ratos ocupados y no para de viajar entre presentaciones y conferencias. ¿En sus ratos libres, qué es?

Siempre soy Ismael Cala. Estoy comunicando incluso a bordo de un avión, cuando converso con la azafata, o cuando estoy frente a la cámara o en un bar. Tengo poco tiempo libre, y el que me queda lo utilizo para viajar y conocer el mundo.

Veinte años de radio en Cuba. ¿La radio qué empezó siendo para usted, un juego? ¿Volverá a ella?

Nunca me he ido de la radio, porque siempre la sueño; es un medio que amo profundamente. Pienso que volveré pronto a los micrófonos, sin abandonar mis otras actividades.

¿Fue su niñez de estrella precoz de la radio un buen resultado de los “experimentos” de la revolución cubana?

No creo que aquella experiencia tuviera una connotación política. En la radio había programas infantiles dramatizados, y a mí me seleccionaron para uno de ellos a través de un “Círculo de Interés”. Creo que estos grupos, que se creaban en las escuelas para promover la vocación profesional de los alumnos, fueron algo bueno.

¿De verdad ninguno de sus entrevistados ha fijado condiciones para salir al aire?

Nunca nadie me ha planteado condiciones para ser entrevistado. Los estándares de CNN no lo permiten. Y yo tampoco lo permitiría.

¿Por qué admira a dos personajes tan dispares como Larry King y Don Francisco?

Son dispares porque trabajan en distintos sectores, dentro de la televisión, pero a ambos les une la pasión, el respeto por el público y por sus invitados, y la curiosidad, que es algo imprescindible en un buen comunicador. Son respetables maestros de vida. Han logrado trascender varias generaciones y mantenerse vigentes.

¿Se empezó a vestir de Carolina Herrera antes o después de entrevistar a la diseñadora?

Antes solo había usado una corbata. Después de su paso por el programa, decidimos formalizar relaciones. Ella me lo propuso. Recuerdo que me dijo que los hombres tenían prejuicios para admitir que vestían con Carolina Herrera. Yo le dije que a mí no me daba ningún prejuicio. Quedamos luego y así creció la actual relación.

¿Por qué decidió que su apellido se convirtiera en su marca como comunicador?

En Cuba me presentaba como Ismael Miguel Cala López. Un nombre demasiado largo. Fui acortándolo hasta llegar a Ismael Cala. Antes yo pensaba que el apellido, sin más, no era lo suficientemente sonoro; pero Cynthia Hudson, gerente general de CNN en Español, me convenció. Y así estamos, calando…

¿Volver a empezar a los 28 años en Canadá siendo una estrella reconocida en Cuba fue una decisión meditada?

Muy meditada. Y pacientemente esperada. Intenté varias veces abandonar el país en una balsa, pero no pudo ser. Hoy doy gracias a Dios por haber frustrado esos alocados intentos. Luego llegó mi momento y pude salir de una forma segura. ¿De qué me servía ser estrella mediática en Cuba si no podía ser dueño de mi vida?

Las autoridades cubanas le dieron la espalda hace 11 años en plena Navidad y decidió no regresar. ¿Hasta cuándo? ¿Está considerado un traidor?

¿Traidor? Yo no formaba parte de un ejército, ni he cometido ningún delito. No siento que haya traicionado absolutamente nada. He sido fiel a mí mismo, a mis ideas, a mis aspiraciones. Ningún gobierno puede declararte traidor por pensar diferente. Tengo ganas de volver a Cuba, para visitar a mis familiares y amistades, pero no sé cuándo, ni si tal cosa será posible. No depende de mí.

¿Qué echa de menos de Santiago, una velada en la Casa de la Trova quizás?

Quizás, siempre me ha fascinado la música tradicional cubana.

Es seguidor de la periodista Yoani Sánchez en Twitter. ¿Qué piensa de la lucha de esta celebre bloguera cubana?

Sigo a muchas personas y medios en Twitter, para acceder a distintos puntos de vista. Eso no revela ninguna orientación ideológica, sino simplemente una decisión profesional. En cuanto a Yoani Sánchez, respeto su valentía, porque vive en un país en el que es muy difícil exhibir una voz propia. Ella dijo recientemente en un tuit que quiere leer mi libro El poder de escuchar. Me encargaré de que le llegue…

Llevó a Alicia Alonso a su set. ¿ Frente a frente con Fidel Castro, qué le preguntaría?

Tantas cosas… Pero intentaría alejarme de la política y entrar en su mundo afectivo y familiar, que es el más enigmático. Lo que hizo en política, ya todo el mundo lo sabe.

¿Es cierto que no sabe bailar, habiendo crecido al ritmo de los carnavales de Santiago?

Absolutamente cierto. Cuando estudié animación turística, me esforcé muchísimo para aprobar las asignaturas de baile. Al final las vencí, pero no puedo decir que bailar sea mi pasión.

¿En algo se notará que es cubano: ron, puros, buen conversador?

Soy cubano, y nunca dejaré de serlo, aunque beba muy poco ron (prefiero la ginebra) y nunca haya fumado puros. Eso sí, converso mucho, pero no tengo un acento demasiado cubano, tal y como lo entienden fuera de la isla.

Cuba, Canadá, México, EE. UU. ¿Miami será su destino final en su trayectoria profesional?

Eso nunca se sabe. Miami, a día de hoy, es una excelente plataforma para mi trabajo en Estados Unidos y América Latina. Yo no he descubierto nada. Así sucede en otros sectores. Aquí me siento bien, aquí vive la mayor parte de mi familia. Mañana estaré donde haga falta, donde me sienta bien y pueda llevar adelante mi trabajo.

Su nacionalidad es canadiense. ¿Qué echa en falta de aquel país en EE. UU?

Sobre todo, a las grandes amistades que dejé en Canadá. Pero también soy legalmente ciudadano norteamericano, y quisiera serlo simbólicamente del mundo entero.

¿Cuándo deja de ser Cala para convertirse en Ismael? ¿Qué les diferencia a ambos?

Siempre soy Ismael Cala.

Hay una epidemia de la que los medios y la sociedad prefieren no hablar. Usted ha vivido de cerca el suicidio en su familia. ¿No sería mejor abordar el tema ante su incremento?

Por supuesto. Siempre se dice que “de lo que no se habla, no existe”. Hubo un tiempo en que estaba mal visto hablar en la prensa de los asesinatos de mujeres. Ahora se ha vencido bastante esa reticencia y por lo menos el tema está en la calle, se debate. Igualmente con el suicidio. La gente necesita información y orientación. No se puede seguir mirando para otro lado.

A Cala hay que verlo, oírlo y leerlo, dice Jorge Ramos. Las cartas de presentación de sus amigos son envidiables. ¿Tiene algún ilustre enemigo?

[Ríe] Seguramente algunos, pero yo aún no me he enterado.

¿Le gustaría sentar en su plató al exanalista de inteligencia Edward Snowden y al soldado Bradley Manning?

Por supuesto. Son personajes que tienen mucho que explicar. Sobre todo Manning, con quien tendría que hacer dos partes: una sobre WikiLeaks y otra sobre su historia de vida, después de anunciar que desea transformarse en mujer.

¿Y después de entrevistar a tantos presidentes, es descabellado pensar llevar a Cala a Barack Obama?

No. De hecho, es uno de los nombres que encabeza la lista de aspiraciones del programa.

Hace poco escribía una oda a la sonrisa. ¿Qué le quita la alegría a Ismael Cala y que se la hace brotar?

Me quitan la alegría las actitudes malvadas, la envidia y la mentira. Por el contrario, ver a mis sobrinos crecer me hace sonreír, al igual que visitar comunidades rurales aisladas, donde la gente vive con muy poco y, sin embargo, es feliz.

¿El líder nace o se hace?

Nace y se hace. Nace con ciertas cualidades genéticas, pero todo se decide en el camino.

Myriam B. Moneo
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Etiquetas: Cala / CNN / entrevista / Miami

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