Ana Elizabeth González conquista el sector cultural y patrimonial del país canalero, gracias a sus cualidades de líder en innovación, pensadora creativa y defensora de la justicia.
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Por Milagros Sánchez Pinell
Es una joven apasionada por la cultura con una curiosidad, casi insaciable, por lo que el mundo y todas las expresiones humanas como el arte, la música y las letras ofrecen.
En agosto del 2020, con tan solo 28 años, asumió el reto de ocupar el cargo de directora ejecutiva del Museo del Canal en Panamá, convirtiéndose en la directora de museo más joven de la región.
Estudió Arqueología y Administración de Empresas en la Universidad de Glasgow en Escocia. Tiene un máster en Relaciones Culturales Internacionales de la Universidad de Girona en España y se ha formado en temas como el Mercado Global del Arte y el Tráfico de Antigüedades y Crimen Artístico.
En pocos años, Ana Elizabeth acumuló una importante experiencia en su campo. A los 22 años fue seleccionada como agregada cultural de la Misión Diplomática de Panamá en el Reino Unido. Un año después, fue electa como presidenta de los agregados culturales de América Latina, España y Portugal.
Además, fue la directora de proyectos de la galería de arte y museo, London Mithraeum Bloomberg SPACE en Londres y se desempeñó como directora de la Fundación FAOU, creada por la artista japonesa Mariko Mori.
Hoy en día, Ana Elizabeth lidera un ambicioso plan de renovación en el museo con un diseño expositivo innovador, narrativas inclusivas y diversas, destacando los roles de las minorías en la construcción del canal y la discriminación que permeó a los panameños desde su construcción hasta sus días.
Su gestión también se enfoca en convertirlo en un lugar inclusivo y que sea considerado como un espacio para desarrollar el pensamiento crítico y conversaciones difíciles de la historia de su país.
La arqueóloga e historiadora del arte, nació en Coclé, una provincia del centro de Panamá en un entorno muy matriarcal. “Mitos y leyendas para niños” fue uno de sus libros favoritos cuando era niña.
Por otro lado, es una joven que disfruta mucho pasar tiempo con su familia, la lectura, coleccionar libros, el dibujo, el tiro de arco y flecha y el mar.
¿Cuándo decidió que se dedicaría al arte, la cultura y la historia?
De adolescente tenía mucho miedo porque en mi país eso se veía como un futuro inviable profesionalmente. En el colegio me decían que si me gustaba dibujar tenía que estudiar arquitectura y que la historia podía usarla como un pasatiempo. Mi mamá, a quien le agradezco mucho, siempre me empujó y me dijo que si tenía un sueño y algo me apasionaba que veríamos como lo podría llevar a la realización. Mis padres carecían de los recursos para financiar mis estudios en educación superior, así que apliqué a becas y finalmente me decidí por una, de las tres que gané. Así que decidí irme a Escocia a estudiar Arqueología y Administración de Empresas con un minor en Historia del Arte para tener ese colchoncito por si acaso tenía que necesitarlo.
¿Cuál de sus experiencias laborales marcó un antes y un después en su carrera?
En cierto modo, creo que todas, pero te diría que la que más me marcó fue mi tiempo en la empresa estadounidense Bloomberg. Yo venía del sector público en ese momento y desconocía lo que era trabajar con un presupuesto tan amplio. Como en ese edificio tienen las ruinas de un templo romano del 142, después de Cristo, la posición requería a alguien que tuviera conocimiento arqueológico, llevara programas públicos y pudiera manejar un espacio como ese con una oferta cultural tan densa como es Londres y ponerlo en el mapa. Entonces, ese fue el momento en el que me di cuenta de que todas las cosas que me apasionaban sí cabían en un mismo espacio y que sí podía hacer todo eso y hacerlo bien.
¿Se imaginó liderar una institución como el Museo del Canal?
Siempre fue mi sueño. Mi primer trabajo como estudiante fue como guía en un museo. La verdad es que siempre quise regresar a mi país y poder contribuir con mi experiencia y conocimientos. Me fue muy grata la sorpresa que se diera en el momento de mi vida que se dio porque pensé que tendría que esperar mucho más.
¿Cómo valora todos los resultados que está consiguiendo en el museo?
Ha sido un gran honor poder trabajar para mi país. A todo el equipo del museo nos enorgullece los números que estamos alcanzando. Cuando llegué, el año más visitado había sido 2019 con más de 40 000 personas. En 2023 lo cerramos con más de 87 000. La mayoría de los panameños nunca habían venido porque se sentían excluidos en este espacio. En cambio, ahora vienen y repiten visita. Me encanta pasear por las salas en anonimato y lo que más me llena es escuchar que desconocían algo de nuestra historia y con su visita se están llevando información que los pone a pensar. Por otro lado, es muy reconfortante ver la calidad de profesionales que tenemos aquí que hacen que este sitio sea maravilloso.
¿Qué huella le gustaría dejar?
Creo que mi trabajo ya ha empezado a dejar huella. La curiosidad que siempre me ha llevado a cuestionar y a buscar mayores significados la vemos plasmada en las salas del museo. La información que estamos ofreciendo hace que las personas comiencen a cuestionarse y hacerse sus propias preguntas. Definitivamente, me gustaría dejar la huella de un espacio que carece de miedo de dar a conocer los momentos difíciles de nuestra historia y a contarlos sin flores y sin censuras. Me dicen que siempre voy contra la corriente y me gusta ese título de ser rebelde y nada tradicional. Creo que debemos sacudir un poco ese polvo que tienen los diferentes espacios culturales para atrevernos a decir lo que se calla.
¿A que le atribuye su liderazgo?
A mi familia. Estoy rodeada de mujeres fuertes que siempre han roto paradigmas y nunca se han quedado calladas. Desde chiquita tuve ese ejemplo de romper con las expectativas y hacerse un espacio en un mundo mayoritariamente de hombres. Admiro mucho a las mujeres con las que crecí porque me enseñaron de fortaleza, perseverancia y a nunca dejarme vencer, a pesar de las dificultades.
¿Qué responsabilidad tiene ser la directora de museo más joven de Latinoamérica?
Creo que tenemos el prejuicio de que la experiencia se relaciona con la edad. Le agradezco mucho a la junta directiva del museo por depositar su confianza y darme esta posición. Es romper con estereotipos porque la mayoría de los museos están dirigidos por hombres con larga trayectoria, quienes creen que su forma tradicional es la única manera de hacer las cosas. Agradezco que hayan apostado por una mujer joven, con un punto de vista diferente, sin miedo, con ganas de transformar un espacio y con un equipo que también tiene ese mismo ímpetu. Los resultados demuestran que la persona correcta es la que puede realizar los cambios y las acciones que se necesitan en un momento determinado.
¿Qué más podemos esperar de Ana Elizabeth?
Innovación constante porque nunca me quedo quieta. Vamos a estar siempre viendo hacia donde movernos porque nuestra renovación culmina el año que viene y de allí veremos que nos hace falta como institución. También, siempre queremos auto examinarnos para ver qué espacios necesitamos abrir y que voces estamos excluyendo para saber qué más podemos hacer con el objetivo de lograr que este museo sea verdaderamente para todos.
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