• 12 diciembre, 2019

El mensaje que la ropa da sobre usted en tan solo unos milisegundos 

El mensaje que la ropa da sobre usted en tan solo unos milisegundos 

La ropa menos lujosa nos hace parecer menos competentes profesionalmente en tan solo un instante.

El cerebro humano está trabajando constantemente en evaluar el entorno, incluso cuando no nos damos cuenta. Solo con echar un vistazo a un rostro puede concluir si una persona está enfadada o triste o si supone una amenaza para nosotros. Además, constantemente recurre a heurísticos, simplificaciones y aproximaciones para responder de forma rápida y automática a cuestiones que, en realidad, son mucho más complejas: por ejemplo, es posible que decidamos votar a un partido y no a otro en función de lo bien que nos caigan los políticos de ese partido, o bien pensaremos que somos más felices si lo último que me han preguntado es si he tenido muchas citas este mes, y mi respuesta ha sido que sí (si ha sido que no, nos sentiremos más pesimistas). Tal como aborda el Nobel Daniel Kahneman en su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, sacar conclusiones rápidas puede ser útil, si vemos a alguien con cara de malas intenciones antes de que se acerque a nosotros, pero también nos puede llevar a equivocarnos: el mejor partido no tiene por qué ser aquel en el que estén las personas que nos caen mejor.

Teniendo en cuenta esto, no será muy sorprendente que algo tan cotidiano como la ropa con que nos vestimos lleve a los demás a sacar conclusiones precipitadas y automáticas sobre nuestro estatus o nuestras capacidades. En 2015, una investigación publicada en Sex Roles mostró que las mujeres que visten de modo más sugerente son percibidas, tanto por hombres como por mujeres, como menos capaces que las que visten de forma más sobria. Esta semana, un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Princeton (EEUU) y publicado en Nature Human Behaviour ha mostrado que esa percepción sobre la capacidad profesional de otra persona en función de cómo viste es creada por el cerebro en cuestión de milisegundos. Además, sus resultados sugieren que es muy difícil evitar este sesgo.

Lo caro te hace parecer más competente

Los investigadores realizaron nueve estudios en los que varias voluntarios tuvieron que estimar la competencia profesional de varias personas cuya cara aparecía en una fotografía, y en cuyo cuello se veía la parte superior de una prenda de ropa, como una camisa, una camiseta, un jersey o una corbata. De esta forma, se observó que aquellas vestimentas que parecen más caras se vinculan automáticamente con personas más competentes.

Según han sugerido los autores, esto implica que las personas con menor nivel adquisitivo tenderán a ser percibidas como más incompetentes, solo con un vistazo a su vestimenta.

Un sesgo en una décima de segundo

“Las personas que viven en la pobreza se enfrentan a una indiferencia constante y son menos respetadas por el resto de la sociedad”, ha dicho en un comunicado Eldar Shafir, director de la investigación y científico de la Universidad de Princeton. “Nosotros hemos descubierto que esta actitud, claramente infundada, puesto que en el estudio caras idénticas pueden ser vistas como menos competentes solo con cambiar la ropa, puede originarse en una décima de segundo”.

En opinión de Dong Won Oh, el primer autor del trabajo, esto resalta que esos sesgos “son difíciles, si no imposibles, de ignorar”.

Para obtener estas conclusiones, los investigadores le pidieron a un grupo de personas que juzgasen el nivel de pobreza y riqueza asociado con ciertas vestimentas. Después las combinaron con varias imágenes de caras de personas blancas y negras. A continuación, se llevaron a cabo nueve estudios distintos.

Un sesgo instantáneo e inevitable

En tres de ellos mostraron las caras con diferentes prendas de ropa durante diferentes periodos de tiempo, desde un segundo a 130 milisegundos. En los otros, hicieron cambios en las otras condiciones: por ejemplo, solo usaron ropa informal, les dijeron a los voluntarios que no había ninguna relación entre ropa y competencia y en otro caso dieron información sobre el sueldo y la profesión de las personas de las fotografías. En un último caso, aumentaron el número de participantes hasta 200, les dijeron que ignorasen la ropa, e incluso les premiaron económicamente para hacerlo.

A pesar de todos estos cambios, los resultados se mantuvieron: las caras fueron juzgadas como más competentes si la ropa que llevaban era vista como más lujosa. No importa que a los voluntarios se les pidiera ignorar la ropa o se les diera datos sobre la riqueza de las personas de las fotografías. Todos estos resultados se reprodujeron tanto si se miraba los rostros durante décimas de segundo como un segundo entero.

Por eso, los autores han señalado la necesidad de investigar cómo trascender las primeras impresiones: “Saber que existe un sesgo es normalmente un buen primer paso”, ha dicho Shafir. Además, este investigador ha sugerido que los empleadores y reclutadores tengan a su disposición más datos para suplir entrevistas presenciales. Shafir también cree que su investigación “es un argumento excelente en favor de los uniformes escolares”.

Fuente: abc.es

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