24 octubre, 2022

Ana Sophia Mifsud lucha por eliminar el uso de combustibles fósiles

Milagros Sánchez Pinell septiembre 27, 2022

Para la joven ambientalista proteger el medio ambiente significa proteger la vida humana.

Por Milagros Sánchez Pinell

Cuando Ana Sophia Mifsud estaba en onceavo gravo de secundaria, diario imprimía estudios científicos que encontraba en internet sobre el cambio climático. Luego se daba a la tarea de elaborar un resumen que persistentemente dejaba sobre el escritorio de su profesor de química, quien era un gran escéptico sobre el tema.

Esa insistencia de adolescente la sigue acompañando a sus 27 años como ingeniera en sistemas ambientales, graduada en la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos y quién además es una fiel defensora del medio ambiente.

A través de su trabajo como gerente del equipo de Edificios Libres de Carbón en Rocky Mountain Institute (RMI), organización independiente, apartidista y sin fines de lucro conformada por expertos en múltiples disciplinas que trabajan para acelerar la transición de energía limpia y mejorar vidas, quiere ayudar a construir un mundo mejor.

Junto a su equipo trabaja con ciudades y estados de los Estados Unidos para lograr una transición del uso de combustibles fósiles al uso de energías renovables en edificios, casas y oficinas con soluciones que ya existen como el uso de paneles solares.

“Trabajo con comunidades pequeñas y gobiernos para habilitar a que nuestras comunidades puedan incorporar energía limpia al sistema energético actual. Es decir, estoy enfocada en tratar de ayudar a que la gente viva una vida mejor mientras estamos lidiando y mitigando el cambio climático”, explicó.

Previo a ello y siempre con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles, la joven ambientalista trabajó en Puerto Rico, ayudando a desarrollar una variedad de programas que promueven la resiliencia de la infraestructura energética en la isla, haciendo uso de energías renovables.

Administró un proyecto de energía renovable para escuelas en áreas remotas de Puerto Rico con el fin de mejorar la estabilidad del servicio eléctrico y así poder garantizar el acceso ininterrumpido a la educación de niños en edad escolar.

También trabajó en una variedad de iniciativas de transporte eléctrico que incluye un programa piloto de autobuses en Bermuda y un estudio de factibilidad para la flota de vehículos con el gobierno de Santa Lucía.

Cabe mencionar que Ana Sophia, quién actualmente reside en Nueva York, nació en Guatemala, pero creció en los Estados Unidos. Cada vez que viajaba de vacaciones a su país natal para visitar a su padre disfrutaba de las bellezas naturales del país. Fue así como empezó a amar la naturaleza y sentirse atraída por el medio ambiente.

Resistencia al cambio

Por otro lado, nuestra roaring 20s está consciente que su labor en RMI es difícil debido a la resistencia natural de los seres humanos a los cambios. Antes bien, trata de enfrentar esa renuencia con mucha comprensión.

“A veces trabajo con ingenieros o desarrolladores que llevan décadas trabajando de una manera y yo vengo a decirles que lo hagan de otra forma. Entonces me miran como diciendo, ¿y quién es esta niña que me está diciendo cómo hacerlo y qué sabe ella? Ese tipo de reacción es muy común en mi trabajo, pero sé que es difícil porque el cambio, en sí, es difícil para los humanos. Sin embargo, me ha ayudado mucho confrontar este escepticismo con humildad, pero también con compasión para tratar de entenderlos”, expresó.

Para ella, ser joven y además latina significa una gran ventaja porque las nuevas generaciones carecen de resistencia a los cambios. En tanto, hablar inglés y español le permite tener más acceso a diferentes comunidades.

“Por ser joven, gran parte de mi vida se ha acentuado por cambios, así que estoy abierta a ellos, sin que me asusten tanto como a las personas que llevan décadas trabajando en energía. Por otro lado, ser bilingüe te da una perspectiva muy única de diferentes culturas. Pienso que por ser bilingüe y haber crecido en dos países a la vez me adapto muy rápidamente a diferentes culturas, estilos de hablar, modos de pensar y eso realmente ha impulsado mi carrera”, destacó.

En lo personal, Ana Sophia suele aportar en la lucha contra el cambio climático con actividades tan sencillas y cotidianas como usar el transporte público, reciclar, ingerir poca carne y en algunas ocasiones comprar ropa de segunda mano. Aunque para ella lo más valioso se centra en hablarle a la gente sobre el tema.

“Lo más importante que yo hago, como una persona consciente del cambio climático, es hablar con mi comunidad sobre este tema y por qué es importante para mí. Es algo que nos impacta a todos y todos podemos hacer algo”, dijo.

Igualmente le gusta desacreditar la idea de que se necesita un tipo específico de persona o de habilidades para abordar el cambio climático.

“El cambio climático es un problema tan complejo, multisectorial y global que necesitaremos todo tipo de personas para trabajar en él como: activistas, formuladores de políticas, filósofos, periodistas, ingenieros y más. La buena noticia para los jóvenes que buscan trabajar profesionalmente en este tema es que son el tipo de persona que el mundo necesita para abordar el problema. Su trabajo consistirá en desafiarse a sí mismo para salir de su zona de confort y buscar oportunidades que ayuden a crecer sus habilidades para construir el futuro que quieren ver”, indicó.

A ello añadió que las personas deben de quitarse la idea de que preservar el medio ambiente significa sacrificarse muchas cosas.

“Mi deseo, por ejemplo, es que la gente instale placas solares en sus casas porque van a ahorrar dinero y que si siembran sus verduras sea porque van a tener una comida rica, más que dejar de usar pesticidas. Un futuro consciente del medio ambiente es de abundancia en vez de sacrificio. Todos somos ambientalistas, todos queremos una vida mejor y para hacer eso debemos pensar en cómo estamos usando nuestro medio ambiente para garantizar nuestro futuro”, recalcó.

Todo este trabajo cuesta arriba representa un desafío para la joven ambientalista por mantener un balance saludable entre optimismo y realismo de lo que ve ahora y lo que desea para el futuro.

“A veces lo más difícil de mi trabajo es reconocer lo mucho que tenemos que hacer y mantener el entusiasmo para seguir trabajando en esto. Emocionalmente puede ser muy difícil, pero es muy importante mantener el optimismo para trabajar en el futuro que yo quiero ver. Lo que yo he hecho para conservar ese optimismo es rodearme de una comunidad a la que también le importa esto y que nos podamos apoyar”, dijo.

Y como para todo buen trabajo siempre hay recompensa, Ana Sophia ha recibido varios reconocimientos por su destacada labor. El más especial de ellos es el que le otorgó el programa “Forbes 30 Under 30” en el 2019, por ser una de las 30 personas más influyentes en el sector de energía menor de 30 años.

“Fue una celebración personal y profesional. Esta distinción permite darte cuenta de que las instituciones más admiradas de nuestra economía reconocen que el futuro es limpio y basado en energía renovable”, señaló.

Para finalizar, Ana Sophia aprovechó para enviar un consejo a aquellos jóvenes interesados en trabajar en este sector y animarlos a participar en importantes iniciativas.

“Hay que dejar la timidez, los jóvenes también pueden aportar. Según mi experiencia los jóvenes sienten que para participar en temas importantes necesitan experiencia y conocimientos. Sin embargo, a una edad temprana aprendí que los hechos son insuficientes para convencer a las personas de cambiar, como fue el caso de mi profesor de química en secundaria. En mi carrera profesional lo que he encontrado es que las historias de experiencias compartidas mueven a la gente más que un estudio científico. ¡Así que compartan sus experiencias con el cambio climático y hablen de sus anhelos para el futuro!”, concluyó.