• 16 diciembre, 2013

Más allá del infinito

“Parto de estructuras metálicas con orden temático que obedecen a un movimiento de desplazamiento creando un lenguaje propio. Son elementos del insconciente, repetitivos, asimétricos que crean un juego de luz y de impacto”, explica Politano. El artista se ha decantado por el aluminio por la nobleza de este material y su durabilidad para crear sus esculturas, entre las que destacan dos de grandes dimensiones.

La exhibición estuvo acompañada por una serie fotográfica y un mural que registra el proceso de creación de las obras, porque “es parte importante” de ellas, dice Politano. “La calidad y la sensualidad es esencial y determinante en mis piezas artísticas y la hacen diferenciar netamente de un objeto decorativo y adaptable al espacio sin ser protagonista”, continúa.

El maestro Politano (Calabria, Italia, 1940), proveniente de una familia en la que ya la escultura se cultivaba, formado en la Academia de Bellas Artes de Roma y afincado desde hace casi 50 años en Venezuela –país al que llegó invitado a participar en una exposición–, destaca por su prolífica carrera desde los años 70, la cual le llevó desde la capital italiana, donde se especializó en pintura, escultura y arquitectura escénica, hasta Caracas, Venezuela. En ese país se desarrolló como escenógrafo y profesor de arte, al tiempo que continuaba con su carrera artística de pintor y escultor. Y en 1973, en aquella gloriosa década, se instaló en Nueva York, ciudad en la que residió durante diez años y tuvo la oportunidad de relacionarse con grandes artistas.

Grande entre grandes

Así fue como junto con Calder, Nevelson, Andy Warhol y otras figuras internacionales, inauguró The Museum of Modern Art Toyama, en Japón, donde mantiene obras en exhibición permanente. Su impronta artístisca le ha llevado a estar presente en museos y galerías repartidos entre América, Europa y Asia. Ha sido tal la trayectoria de este calabrés que el Gobierno italiano le otorgó el premio que reconoce su carrera artística fuera de su país al haber paseado el nombre de Italia por todo el mundo.

Las obras del artista forman parte de colecciones privadas como las de Óscar de la Renta, la del Palazzo Bruzzi en Calabria, Donald Trump, Nelson Rockefeller o Carlos Van Stuijvenberg, entre otros.

Wladimiro Politano regresó a Venezuela en los años 80, país en el que además se casó con Clementina Di Ruggiero. Clementina, socióloga con gran vena artística, además de su esposa, es su brazo derecho. Como dice el artista juntos forman una gran combinación porque ya se sabe que “una mujer puede hacer y deshacer a un hombre”. La familia la completa su hijo, Octavio Politano, marchante de profesión.

Sin reglas

El artista que había dentro de Politano ya floreció cuando apenas tenía 7 años y no paraba de dibujar. Continuó su formación artística y fue alimentado su don con la escultura y también con la pintura. “La verdadera obra de arte en mi concepto escapa a toda regla. Es siempre una constante aventura hacia lo desconocido”, afirma el artista. “No hay que analizar una obra porque disminuye su significado. Solo debe sentirse, amarse y emprender el viaje a un mundo de aventuras sin fin”.

Las esculturas de dimensiones monumentales del maestro italiano también se exhiben de forma permanente en lugares como Isla Margarita, en el metro de Caracas, en Calabria y ahora también está embarcado en un proyecto para que una de ellas adorne una plaza en Estocolmo. Otro de los planes en los que está trabajando el pintor y escultor es una exposición que llevará próximamente sus obras hasta Hong Kong.

Wladimiro Politano, un artista de los que gusta “decir mucho con poco”, y concentrarse en su estudio para trabajar en sus maquetas, dibujos, pinturas y sus esculturas, las cuales “arrancan de la tierra firme como puentes tendidos hacia el infinito».

Myriam B. Moneo
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Etiquetas: Arte / Escultura / Venezuela

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