19 noviembre, 2014

Supermercados, riqueza y progreso

Roberto J. Argüello septiembre 2, 2014

La sexta entrega del libro ‘Creadores de riqueza en Centroamérica y Panamá’, del banquero Roberto J. Argüello, analiza cómo los supermercados no solo juegan un rol crítico para suplir a la sociedad con productos de primera necesidad, sino que también han generado empleo, riqueza y bienestar.

Desde 1980, he seguido con fascinación la industria de los supermercados en Estados Unidos y en nuestra región.

Como banquero, he visto que algunos empresarios que dominan en una industria fracasan en otras. Eso se debe a que, quien es experto en un modelo de negocio en una industria, no necesariamente logra dominar todos los aspectos de otra.

Mi padre, Roberto J. Argüello-Téfel, luego de haberse graduado de ingeniero civil en la Universidad de Notre Dame y haber fundado una de las constructoras más importantes y exitosas de la historia de Nicaragua, perdió la mayoría de sus bienes cuando estos fueron confiscados injustamente durante la revolución sandinista de 1979.

Por eso, mis padres emigraron a Estados Unidos como miles y miles de nicaragüenses que hicieron de este gran país su segunda patria.

Mi padre pasó estudiando por varios meses en qué industria resurgiría su vida profesional y, afortunadamente, escogió invertir en la industria de supermercados.

Me dio una enorme curiosidad el por qué mi padre había escogido esta industria, en la cual los márgenes de ganancia por producto son bien bajos. Para que sea rentable, se tiene que tener un alto volumen en ventas.

Mi padre, a quien admiraba y que hablaba siempre sabiamente, me dijo: “Los supermercados no tienen cuentas por cobrar como una constructora, el cien por ciento de las cuentas es efectivo o tarjeta de crédito (el efectivo se recibe en menos de 24 horas) y a mis proveedores les pago a los 30 o 90 días. Eso sí, tengo que ser altamente efectivo en el control de gastos ya que los márgenes son bajos”.

Mi padre triunfó en Nueva York en supermercados y hoy mis hermanos, Enrico, Jenny Argüello de Palazio e Iván Argüello, manejan uno de los más grandes y exitosos supermercados de la ciudad.

Los orígenes de la industria de los supermercados datan del siglo XIX. En ese entonces, en Estados Unidos existían miles de tiendas por todas las ciudades que vendían latas y comidas ya procesadas con larga duración. Por otra parte, existían miles de tiendas que vendían carnes, frutas y vegetales que tenían poca duración de vida. Estas tiendas eran atendidas por sus dueños y empleados. En ese entonces era costumbre de las tiendas dar crédito, ya que los dueños conocían de nombre y apellido a sus clientes.

Se dice que para 1916, el empresario norteamericano Clarence Saunders, dueño de la tienda Piggly Wiggly de Memphis, Tennessee, comenzó con el autoservicio, en el que los consumidores podían escoger sus bienes en vez de ser atendidos por empleados.

Para la década de los 20 del siglo anterior, aparecieron varias cadenas de supermercados lideradas por Great Atlantic and Pacific Tea Company (A&P), que había sido fundada en 1859. A A&P le seguían cadenas como Kroger, American Stores y National Tea. Estas cadenas crecieron con la adquisición de miles de tiendas independientes por todas las ciudades de Estados Unidos.

Conforme las cadenas se expandían y crecían, el servicio personal se perdía, ya que la clientela era numerosa y esta quería rapidez en sus compras al mejor precio, así como una amplia oferta de productos. Esto lo entienden bien A&P, Kroger, American Stores y National Tea y es así como integran el servicio de vender productos perecederos y no perecederos bajo el mismo techo.

El formato de supermercado, como lo conocemos el día de hoy, es la creación del empresario Michael Cullen, un exejecutivo de Kroger y A&P, quien estableció en las afueras de la ciudad de Nueva York un concepto innovador de supermercado al que llamo King Kullen. El lugar ofrecía parqueo gratis y la mercancía se vendía directamente al público. El modelo de negocios del supermercado King Kullen era vender grandes cantidades de bienes a bajos precios.

La industria de supermercados de Estados Unidos sufrió una enorme transformación conforme la población norteamericana pasó de vivir en ciudades y se trasladó a los suburbios de estas. Las cadenas de supermercados tuvieron que invertir en tiendas más grades y lujosas que ofrecieran más productos y comodidades a sus clientes.

Un supermercado moderno es una tienda de autoservicio que ofrece comida tanto perecedera como no perecedera, así como miles de bienes de consumo. Todo está nítidamente organizado en departamentos, como el de carne, leche, vegetables, bienes empacados en latas y cajas (como los cereales), panadería, bebidas, artículos de limpieza, artículos o utensilios para el hogar, perfumería o cosméticos, medicinas, librería o papelería, licores, juguetes y ropa.

Hoy, la industria de los supermercados enfrenta una gran competencia de grandes cadenas de tiendas como Waltmart y Target que, además de vender ropa y bienes para el hogar, han extendido su oferta a los mismos productos de los supermercados. Lo mismo pasa con las grandes cadenas de farmacia como CVS y Walgreens, que están incursionado en líneas de productos antes solo disponibles en supermercados.

En 1981, luego de haber pasado 18 meses en entrenamiento en el Northern Trust Company de Chicago, fui transferido a Miami por esa gran institución donde trabajé por más de 18 años.

En 1982, mis jefes me solicitaron que buscara negocios tanto en el estado de la Florida como en Centroamérica y Panamá. Una de las primeras cosas que hice fue contactar al departamento de exalumnos de Notre Dame, el cual me suministró la lista de todos ellos en Latinoamérica y el Caribe.

Recuerdo haber enviado más de 1.000 cartas a toda esa lista, ya que el correo electrónico no existía. Para mí sorpresa, un mes después recibí una avalancha de respuestas.

Una de las cartas más simpáticas que recibí fue la de Sergio Paiz Andrade, graduado en la promoción de 1970. Además de invitarme a Guatemala, me dio el teléfono de su hermano Fernando, quien residía en Miami.

Procedí a llamar a Fernando inmediatamente y así nació una linda amistad entre nosotros, que me ha ayudado a conocer de forma más íntima el modelo de negocio de los supermercados en nuestra región. Cuando inauguramos esta revista en el 2007 Fernando, su esposa, Anabella Schloesser, e hija, adornaron la primera edición de Vida y Éxito.

Mi relación con Sergio Paiz fue muy especial. Siempre me ayudó igual que lo hacía a quien se lo pidiera, con el mayor gusto y cariño. Él era una persona extraordinaria, de grandes principios y valores. Es de esos hombres que nacen una vez en décadas.

En vida formó una linda familia y sus hijos son su mejor recuerdo.

Lamentablemente, Sergio murió en el 2002 en un accidente aéreo en las faldas del Volcán de San Salvador. También murieron Rodrigo Toriello Arzú (sobrino del expresidente del país) Álvaro Arzú, Rodrigo Andrade (empresario de la industria de la construcción) y Enrique Novella (CEO de la empresa cementera El Progreso, en Guatemala) y el piloto Mauricio Aguilar.

La familia de Sergio lo recuerda siempre a través de las obras en beneficio de Guatemala que hace la Fundación Sergio Paiz Andrade, dirigida por su hijo Salvador Paiz, quien se graduó en negocios de la Escuela Sloan del Massachusetts Institute of Technology.

Dicha fundación ha donado más de 12.000 computadoras en más de 700 escuelas de bajo recursos. Además, ha entrenado a más de 45.000 profesores en temas de tecnología.

Pasaron los años y en el 2006, cuando ya me había independizado del Northern Trust y creado CEO Advisors, Fernando nos llamó para que le ayudáramos a resolver una situación en Honduras que enfrentaba junto con sus socios de Costa Rica, la familia Uribe.

Desde esa fecha comencé a estudiar el efecto que tienen en la economía de nuestra región la industria de supermercados. Esta ayuda de forma directa e indirecta a la creación de miles y miles de fuentes de trabajo así como el pago de millones de dólares e impuestos para los gobiernos locales.