24 enero, 2018

¡Este es el año!

Angie López noviembre 22, 2016

Las metas y los objetivos a inicio de año constituyen una hoja de ruta indispensable que le permite a las personas caminar en la vía correcta para alcanzar lo que se quiere, pero además del trabajo duro para concretar sueños es importante tener la convicción de que sí se puede lograr todo cuanto se desee.

“Tener metas al inicio de año es sumamente importante. Cuando uno declara la meta, la traduce, la
vuelve concreta y específica, se exterioriza algo que podría tener en el subconsciente y se lleva a una
capa de conciencia más superficial y eso hace que la persona esté más atenta a aprovechar las diferentes oportunidades que se den durante el año para concretar y acercarse más a ese objetivo”, explica José Cueto, fundador y CEO de Latam Coaching Network.

Cueto recomienda ponerle un nombre al año, como, por ejemplo, “este año se llama ahorro”, “se
llama crecimiento” o “se llama productividad”, para así saber qué es lo que se busca y para qué.

“Es bueno que en los primeros días del año nos demos un tiempo para estar solos y tranquilos para
empezar a pensar cómo quiero verme o dónde quiero estar, o qué quiero haber logrado 365 días después, y a partir de ahí ponerle un nombre al año o establecer objetivos claros y enfocarse
en ellos”, añade.

Pausa

Una persona con metas puede convertirse en alguien que hace historia.

Para María Mercedes de la Fuente, de Alleanza Coaching y Liderazgo, es vital darse una pausa para
analizar lo que se está haciendo y ajustar y replantear si es necesario, o bien plantearse metas nuevas.

“Pausar implica parar la acción y tomar perspectiva, versus pensar en automático. Trazarse metas
sin hacer pausa conlleva el riesgo de repetir errores, o de no darse cuenta de cambios que ameritan un ajuste de la ruta. Y el inicio del año normalmente da más oportunidades de hacer esa pausa, ya sea porque uno toma vacaciones o porque otros lo hacen, lo cual da un poco de espacio para que esto sea posible”, detalla la experta.

Según la profesional, la meta en sí es importante, pero también los pasos para alcanzarla.

“Es muy importante tener conciencia de la diferencia entre el punto de llegada y el camino, o sea, entre la meta y los pasos. Hay personas que solo se enfocan en dar pasos sin una intención o meta clara, y otras que se enfocan en una meta, pero sin hacerlo en los pasos que implica llegar a ella. Entonces es bueno hacer un balance entre ambas, el destino y el camino, las metas y los pasos. Y dar igual valor a ambos, porque a veces los pasos hacen que uno aclare o ajuste su meta, y viceversa”, dice.

Alcanzables

Lo ideal, para evitar la frustración y la presión que pueden dar al traste con lo deseado, es trazarse metas alcanzables y no tan ambiciosas. Deben ser cumplibles, medibles en el tiempo y adaptadas para ser alcanzadas en el plazo determinado.

“Otra razón por la que las metas no son cumplibles es por falta de enfoque. Hay que preguntarse: ¿verdaderamente quiero esta meta? ¿para qué la quiero? Muchas veces nos ponemos metas por presión de los padres, entorno, del jefe, del mercado, y creemos que es lo que queremos cuando verdaderamente no es así”, comenta José Cueto, de Latam Coaching Network.

El experto añade que puede haber piedras en el camino, pero cada una es parte del aprendizaje, por
eso es importante celebrar los pequeños logros, porque cuando revisamos las metas podemos decir que no estamos avanzando pues nos preocupamos más por los logros grandes que los pequeños cambios en la conducta, que son los que nos van a llevar al resultado que queremos.