A esta libertad se adscribe también el derecho fundamental a la libertad de información.
Por Mario Enrique Sáenz, abogado salvadoreño y presidente de la firma de Abogados Sáenz & Asociados.
En el marco de la crisis mundial causada por la pandemia del coronavirus Covid-19, el papel de la prensa –escrita, radial y televisiva- cobra una relevancia sin igual, si se toma en cuenta la obligación ética de la prensa de informar adecuadamente y el derecho del público a informarse de la realidad en la cual vive.
Ambos aspectos han sido puestos en perspectiva por la jurisprudencia de los tribunales de los Estados Unidos y de El Salvador, entre otros. Así, por ejemplo, en el caso de los “Papeles del Pentágono”, la decisión de la Corte Suprema estadounidense sentó el precedente de que el gobierno no podía a través del mecanismo de restricción previa, bloquear la publicación de ningún material, a menos que pudiera probar de forma indudable que este resultaría en un daño a la nación de carácter directo, inmediato e irreparable. Como la Corte estimó que ese carácter no se daba, el público obtuvo acceso a información vital acerca de un asunto de trascendental importancia.
Sin duda, la Suprema Corte de los Estados Unidos, consideró que la Primera Enmienda ampara el derecho irrestricto del público a saber, a conocer información veraz y objetiva, lo cual, como dicen algunos, es esencial para poder participar de lleno en el proceso de toma de decisiones por la vía democrática.
Por su parte, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador (SCCSJ), en varios de sus fallos ha enseñado que el fin inmediato perseguido por el Constituyente al garantizar la libertad de expresión, fue la generación de una opinión pública libre en la que se discutieran, tan intensamente como fuera posible, los aspectos relativos a la conducción de la cosa pública que los ciudadanos apoyaren o se propusieren modificar.
En este orden de ideas, la SCCSJ ha dicho que a esta libertad se adscribe también el derecho fundamental a la libertad de información, que tiene como propósito el derecho de investigar o buscar y recibir informaciones de toda índole, con respeto objetivo a la verdad, de hechos con relevancia pública, que permitan a las personas conocer la situación en la que se desarrolla su existencia, de manera que puedan tomar decisiones libres y debidamente informados.
Asimismo, -ha sentenciado la SCCSJ-, la libertad de expresión y de información constituye un valor que de perderse o menoscabarse, pone en peligro la vigencia y efectividad de los principios esenciales de una sociedad democrática; de este modo, dicha libertad es una condición sine qua non para que las personas puedan ponderar opciones informativas diversas e incluso contrapuestas, contribuyendo a formar su opinión y conocimiento para la toma de decisiones trascendentales –la libertad de expresión como estándar democrático–.
La reseña jurisprudencial anterior tiene como propósito evidenciar, en el marco de la crisis pandémica que vivimos, la importancia que para el público tiene saber la verdad de lo que está aconteciendo en nuestros países, sobre todo porque, por un lado, se trata de un asunto que puede afectar su propia vida o la de sus familiares; o de otro, que puede dar al traste con todo un esfuerzo por establecer un patrimonio familiar o empresarial. Por estas razones, la responsabilidad que ahora tienen los medios de comunicación social, ya no sólo es legal y ética, sino histórica.
Los medios no pueden ahora ser complacientes, sino respetuosa e intensamente críticos e investigativos; no deben conformarse con ser receptores y trasmisores de frías cifras estadísticas y versiones oficiales, sino investigar, conocer y difundir lo que está detrás de ellas, es decir, lo veraz o falsas que puedan ser. Los medios deben en este momento, tener líneas editoriales serías, objetivas, certeras, punzantes, no para mostrar una simple o deliberada oposición a un régimen, sino para provocar la discusión y el debate público, que posibilite el acercamiento a la verdad y a la realidad.
El público necesita una prensa que no sólo sea expresión de amarillismo mercantilista, sino la expresión de una preparación periodística envidiable. Hoy no cabe la improvisación de presentadores o pseudo periodistas, sino la labor de verdaderos profesionales del periodismo, que enriquezcan los espacios con opiniones, crónicas y artículos que sean el producto de investigaciones e indagaciones serias y profundas.
Queremos medios libres e independientes, respetuosos pero fuertes y valientes. La noticia hoy, más que nunca, es importante para todos, sin distinción de credo, raza, ideología o religión. Que los medios, pues, honren en su contenido el verdadero sentido de la libertad de expresión y de prensa; y que no se conviertan sin quererlo, en instrumentos de la propia frustración de tal libertad.
Los medios –no los gobiernos- son quienes deben poner en conocimiento del público la verdad de la realidad que estamos viviendo. ASÍ SEA.
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