• 8 agosto, 2023

Concéntrese en hacer una sola cosa a la vez

Concéntrese en hacer una sola cosa a la vez

En el trabajo, la manera de completar más tareas es aprender a dejar de lado la mayoría mientras se centra en una.

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La presión para ocuparnos de varias actividades al mismo tiempo puede parecer a menudo algo que se nos impone desde fuera. Agobiado por tantas exigencias en el trabajo, puede sentir que no tiene más remedio que dividir su atención entre ellas. Además, si sentimos que también tenemos la responsabilidad de ocuparnos de los problemas del mundo en general, los motivos de alarma —el clima, el futuro de la democracia, las amenazas de la inteligencia artificial y el riesgo de una guerra nuclear, por solo mencionar algunos— son tan numerosos que hacen que tener que hacer más de una cosa a la vez parezca el deber de todo ciudadano.

Los avances tecnológicos empeoran la situación. Aquellos de nosotros que no crecimos como “nativos digitales” podemos recordar una época en la que no teníamos la opción de usar las redes sociales para distraernos de tareas poco placenteras y cuando los límites impuestos por nuestras herramientas —la velocidad del correo postal, por ejemplo, o el tiempo que necesitábamos para ir a una biblioteca a hacer una investigación— hacían que sintiéramos menos presión por parte de jefes o clientes para trascender de algún modo los límites impuestos por nuestra finita capacidad de atención.

Pero, desde hace mucho tiempo, los filósofos y los maestros espirituales entendieron que el impulso de evitar entregarnos por completo a una sola actividad es más profundo, yace en el núcleo de nuestras batallas como seres humanos finitos.

Por ejemplo, el místico hindú Patañjali consideraba que hacer una cosa a la vez era una disciplina yóguica clave, lo cual sugiere que tampoco era algo que se les facilitara a las personas hace 2000 años. Nos quejamos de lo que el escritor cristiano sobre productividad Jordan Raynor llama nuestra “unipresencia” —nuestra incapacidad de estar en más de un lugar a la vez, en contraste con la omnipresencia que se le atribuye a Dios— y de la brevedad de nuestro tiempo en la Tierra, que en promedio es de poco más de cuatro mil semanas. Toda esta finitud resulta desagradablemente limitante, porque significa que siempre habrá muchas más cosas que podríamos hacer de las que jamás haremos y que la decisión de emplear una parte de nuestro tiempo en cualquier cosa implica, en automático, sacrificar incontables cosas que podríamos haber hecho con él.

 

Esto explica el atractivo de ocuparnos en varias actividades al mismo tiempo: ofrece la falsa promesa de que de algún modo podemos eludir las ataduras de nuestra finitud. Nos decimos a nosotros mismos que, con la suficiente autodisciplina y los trucos adecuados para gestionar el tiempo, por fin podremos “controlarlo todo” y sentirnos bien con nosotros mismos. Por supuesto, esta utopía nunca llega, aunque a menudo parece que estamos a punto de alcanzarla.

 

Muchas veces nos presionamos para hacer múltiples tareas a la vez, lo cual genera estrés y frustración cuando no se logra el objetivo.

La verdad incómoda es que la única manera de encontrar la cordura en un mundo abrumador —y de tener algún efecto concreto en él— es renunciar a esos intentos de escapar de la condición humana y aceptar la realidad de nuestras limitaciones. Distraernos de tareas difíciles, por ejemplo, escuchando pódcasts, a la larga no las hace más llevaderas, sino más bien menos agradables, pues refuerzan nuestra creencia de que son el tipo de actividades que solo podemos tolerar distrayéndonos, mientras prácticamente garantizamos que no realizaremos la tarea en cuestión ni asimilaremos el contenido del pódcast tan bien como lo haríamos de otro modo.

En el trabajo, la manera de completar más tareas es aprender a dejar de lado la mayoría mientras se centra en una. “Este es el ‘secreto’ de esas personas que ‘hacen tantas cosas’ y al parecer tan difíciles”, escribió el gurú de la gestión Peter Drucker en su libro The Effective Executive. “Solo hacen una cosa a la vez”. Marcar la diferencia en un ámbito requiere darse permiso de no preocuparse al mismo tiempo de todos los demás.

Sin importar qué haga, siempre habrá mucho por hacer. Pero la ventaja irónica de este hecho que pareciera desalentador es que no hay que castigarnos por no poder hacerlo todo, ni presionarnos por encontrar maneras de estar en control de todo tratando de llevar cada vez más al extremo el hacer más de una cosa a la vez.

Más bien, puede destinar su tiempo, energía y atención limitados a un puñado de cosas que realmente importen. Además, disfrutará más de las cosas. Mi nueva y gratificante capacidad de “estar aquí ahora” mientras corro, conduzco o preparo la cena no es el resultado de haber desarrollado una gran destreza espiritual. Más bien, es una cuestión de darme cuenta de que solo podría estar en el momento presente de todos modos, así que más vale que abandone la estresante lucha por fingir lo contrario.

 

 

Etiquetas: disciplina / enfoque / Peter Drucker / prioridades / tiempo / una cosa a la vez

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