• 15 junio, 2015

Entender la vida como una expedición

Entender la vida como una expedición

Por Álvaro Merino.

La esencia de una expedición nace del deseo por descubrir, del reto de alcanzar metas antes no conseguidas o de llegar a hacer algo de una manera diferente a como antes se había conseguido.

Shackleton, Amundsen, Livingstone, Hillary son unos pocos de esos grandes expedicionarios que inspiraron a muchos y abrieron camino a nuevas gestas.

Si algo tienen en común todos ellos fue que tuvieron un comportamiento de expedición a lo largo de sus vidas. Esos comportamientos que de manera repetida dieron paso a hábitos de expedición, pueden servirnos como ejemplo para tratar de incorporar ese espíritu a nuestras vidas cotidianas ya sea en nuestro desempeño profesional como en cualquier otro ámbito. Detrás de cada persona puede encontrarse un héroe cotidiano.

¿Qué claves hay detrás de las grandes expediciones? ¿Qué podemos aprender de ello?

Definir una visión estimulante y marcarse metas cada día. La visión estimulante es la que nos permite avanzar cuando el día a día no nos resulta agradable ni reconfortante. Toda visión estimulante se tangibiliza cuando tenemos metas intermedias, pequeños grandes quick wins que refuerzan y dan sentido al proyecto.

Ser valiente y prudente para avanzar con determinación. El espíritu de la expedición es la de avanzar siempre. En ocasiones, si el terreno es favorable el avance es más rápido pero en otros momentos, unos pocos metros ya son un éxito. Combinar valentía y prudencia es lo que permite colocarnos en entornos de aprendizaje estimulantes sorteando la comodidad y riesgo imprudente. Valentía y prudencia pertenecen a la familia del miedo sano. Ser valiente consiste en ser capaz de gestionar el miedo, enfrentarlo y superarlo. Ser prudente es lo que nos ha permitido sobrevivir como especie.

Planificar para ser ágil y flexible. Anticipar, prevenir, diseñar y tener la flexibilidad necesaria para cambiar cuando las condiciones lo exijan. Improvisar sobre algo planificado puede generar oportunidades de éxito. Improvisar sobre lo improvisado es garantía de derrota. Planificar facilita poner el foco en aquello que está bajo control y de esta manera eliminar lo superfluo e innecesario permitiendo avanzar con agilidad sin cargas pesadas que ralenticen y dificulten el avance cuando más complicado se pone el camino.

No abandonar, porque siempre puede existir una alternativa. Cuando las cosas se ponen difíciles es cuando más se pone en juego nuestra creatividad. En las situaciones en las que menos recursos tenemos, más adverso es un entorno y más incomodos nos encontramos es donde suele aparecer nuestra capacidad para encontrar soluciones creativas. El primer abandono que hacemos es el más complicado. Después, abandonar se convierte en un hábito que automáticamente nos lleva a rendirnos con facilidad.

Lo que se vive en una expedición se aprende para siempre. Una expedición es una experiencia de vida que genera aprendizajes que nunca se olvidarán. Y es que la expedición es pura emocionalidad. De la misma manera, en nuestras vidas profesionales y personales podemos llegar a encontrar ese espíritu. No todos los días vives grandes aventuras pero cada día es una pequeña aventura que afrontar.

Te invito a que enriquezcas el post con tus aportaciones. ¿Qué otras claves tienen las expediciones que podamos traer a nuestra vida cotidiana?

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