Si hubiesen fórmulas exactas que predijeran el desenlace de un emprendimiento no fracasarían tantas empresas y más gente sería emprendedora
Hugo Diaz, director de UFM Acton MBA
El emprendimiento es el inicio de una actividad que exige trabajo y esfuerzo y requiere estar dispuesto a tomar riesgos relacionados con el tiempo y el dinero. A pesar que comúnmente se convierte en una serie de iteraciones de prueba y error, para lograr un mejor desarrollo se sugiere iniciar con una idea que solucione un problema o necesidad específicos. La incertidumbre está siempre presente ya que no siempre se tiene certeza de si la idea funcionará, si el mercado recibirá bien el producto o servicio o si habrá suficiente demanda para sostener la empresa.
Si hubiesen fórmulas exactas que predijeran el desenlace de un emprendimiento no fracasarían tantas empresas y más gente sería emprendedora. En la actualidad hay muchos programas académicos para impulsarlo, pero es importante formular esta interrogante: ¿se puede realmente aprender a emprender en un aula? Si es así, ¿qué metodología es la más apropiada para lograr este objetivo?.
Algunos empresarios como Bill Gates (fundador de Microsoft), Steve Jobs (fundador de Apple) y Mark Zuckerberg (fundador de Facebook), pertenecen uno de los grupos de emprendedores más famosos a nivel mundial. Su éxito conlleva a cuestionarse el rol que la educación universitaria y de más alto nivel juega en todo ello. Bajo esta premisa, ¿para que querría un emprendedor estudiar un programa de maestría o bien, realizar un doctorado?
Sencillamente, para incrementar sus probabilidades de éxito en el corto, mediano y largo plazo. He ahí parte del valor de programas como Acton MBA in Entrepreneurship que exponen a los emprendedores a una amplia variedad de casos de la vida real que les permiten tomar decisiones con información limitada, asumir riesgos, sustentar planes de acción, evidenciar la validez de sus supuestos y en base a ello, proyectar resultados. A través del método de casos combinado con la discusión socrática, se emula de forma acelerada la experiencia que uno o más empresarios podrían tener durante muchos años de trayectoria. Como resultado, un aspirante a emprender podrá desarrollar a través de este método tres habilidades cruciales:
Identificación de patrones: Un emprendedor que ha estado expuesto a una gran variedad de modelos de negocios en diferentes industrias tiene una ventaja a la hora de evaluar oportunidades. Esta ventaja deriva de saber reconocer moldes comunes que personas solamente especializadas en una industria podrían conocer.
Pensamiento crítico: En el emprendimiento, como en muchas otras áreas de la vida real, no existen fórmulas mágicas y recetas que garanticen el éxito. Para tomar decisiones, deberá utilizar información incompleta y frecuentemente deberá cuestionar la validez de los datos que tiene a su alcance. El método de casos busca precisamente colocar al estudiante en esta posición. Desarrollar pensamiento crítico le permitirá filtrar la información disponible y utilizar su criterio para decidir la ruta a seguir.
Tolerancia de la ambigüedad: Una vez decidido el camino se sabe que hay todavía muchas preguntas por responder y por lo tanto habrá que hacer cambios en la medida que se avanza. Una discusión socrática bien ejecutada pone al estudiante en esta posición de incertidumbre y lo lleva a experimentar y estar atento a la retroalimentación. Es la tolerancia a la ambigüedad la que permite explorar caminos antes desconocidos y por ende abre la oportunidad para lograr resultados más allá de la persona promedio.
En conclusión, es importante resaltar que aprender a emprender no es una cuestión teórica. Se puede leer mucho sobre historias de éxito, analizar métodos y modelos conceptuales pero para desarrollar las habilidades cruciales deberá emularse la incertidumbre, la variedad de información y la presión por tomar decisiones aún en condiciones no idóneas. Si se logra entregar esta experiencia en un aula de clase, se habrá dado un paso importante en aumentar la probabilidad de éxito de un emprendimiento. Un claro ejemplo de los programas que lo logran es el Acton MBA in Entrepreneurship de la Universidad Francisco Marroquín, del cual, más del 50% de egresados han emprendido durante y al finalizar sus estudios de maestría.
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