• 2 diciembre, 2021

Apasionada por la danza y la docencia

Apasionada por la danza y la docencia

Alejandra Guzmán es una bailarina, coreógrafa y profesora nicaragüense que disfruta enseñar el arte de la danza a niños y jóvenes.

Por Milagros Sánchez Pinell

“Docente de danza» es la combinación perfecta que encontró Alejandra Guzmán para hacer, al mismo tiempo, dos cosas que ama: bailar y enseñar. Es decir, su fórmula mágica para sentirse profesionalmente realizada.

Desde hace seis años, tomó la decisión de dedicarse a formar bailarines en el arte de la danza para todas las edades y en diferentes estilos.

Además, tomó muy en serio la necesidad de fomentar este arte como un deporte, dándole valor, reconocimiento y prestigio al formar un grupo de entrenamiento con nueve jovencitas que comparten su mismo amor por la danza.

Desde hace seis años, tomó la decisión de dedicarse a formar bailarines en el arte de la danza.

Turn Up es el nombre de esta bonita iniciativa, que en enero del 2022 cumplirá su primer año de existencia. Juntas han logrado que la danza tenga presencia en vídeos promocionales con marcas nacionales e internacionales, entrenamientos con profesores extranjeros de renombre y preparación de obras musicales.

Su creadora, una entusiasta nicaragüense de 37 años, recuerda con emoción cómo surgió esta idea durante una plática casual con su esposo, Roberto Serrano.

“Él me dijo: ‘Ale, creo que muchas personas como yo, que vivimos lejos de esta área y nos dedicamos a otra cosa, necesitamos darle más valor y reconocimiento al arte de la danza. Ayúdanos a culturizarnos un poco más sobre esto’. Y para qué dijo más, me sembró una semilla que se quedó en mi mente por varios meses. Aquí es donde nació Turn Up”, reccuerda.

Alejandra estudió Marketing en Florida Atlantic University (FAU) en Boca Ratón, Estados Unidos, y tiene un diplomado en Docencia de la Danza, impartido en la escuela Attitude y el Instituto de Cultura en Nicaragua.

Alejandra reconoce que el éxito de esta agrupación se ha logrado gracias al talento, amor, pasión y compromiso de estas jóvenes en Nicaragua, pero sobre todo al apoyo de sus padres, quienes apuntan a un futuro con mucho potencial en este proyecto.

Para el año próximo, se plantea tener mayor proyección con Turn Up con marcas y organizaciones, más entrenamientos fuera del país y formar parte de un musical, cuya producción estará a cargo de una de las mejores productoras en la actualidad, pero aún prefiere reservarse los detalles.

Alejandra, además de haber estudiado Marketing en Florida Atlantic University (FAU) en Boca Ratón, Estados Unidos, tiene un diplomado en Docencia de la Danza, impartido en la escuela Attitude y el Instituto de Cultura en Nicaragua. También recibió talleres en Nueva York y Costa Rica, específicamente enfocados para maestros de danza.

Sobre su estilo, expresa que  su favorito es el jazz, que fue con el que se formó desde pequeña, pero también trabaja en estilos urbanos como el jazz funk y el hip hop para niños.

Alejandra considera que su propósito más grande en la vida es dejar huellas positivas y un legado para querer ser mejores personas.

Una vida en la danza

Indudablemente la danza fue un amor a primera vista a los seis años, cuando su mamá la llevó a probar clases de jazz. Por 14 años consecutivos bailó en el Studio Ilusiones y formó parte de su compañía de danza seis años, hasta que se retiró como consecuencia de una lesión en la rodilla.

Cuando se graduó de marketing, trabajó para una Organización No Gubernamental (ONG) y luego impartió clases en un colegio privado de Managua. Su plan en ese momento era sacar una maestría en educación, pero justo antes de aplicar a ella, retomó sus clases de danza como un pasatiempo y entrenamiento físico.

Sin embargo, ese sentimiento que estuvo en pausa varios años afloró nuevamente, reencontrándose con la felicidad que le ocasiona el baile desde que era una niña. Fue entonces que su vida dio un giro de 180 grados y empezó a enseñar danza.

Su creadora, una entusiasta nicaragüense de 37 años, recuerda que esta idea surgió durante una plática casual con su esposo, Roberto Serrano.

Studio Ilusiones fue precisamente el que le abrió las puertas como docente de danza y donde comprendió que quería dedicarse 100% a ello.

“Siempre he dicho que mi pasión se convirtió en mi profesión. Así que por más que sea mi carrera y mi objetivo sea crecer profesionalmente día a día, sigue siendo mi pasión y es lo que me llena y me levanta mental y emocionalmente en los momentos más difíciles”, expresó.

Ni siquiera los comentarios negativos de muchos, por ver la danza como un pasatiempo, más que una profesión, lograron que desistiera de su pasión, aún cuando también estaba consciente que era una carrera muy sacrificada.

“Considero que la sociedad en que vivimos tiende a juzgar un poco cuando una de tus formas de expresarte más fuerte, es a través del lenguaje corporal. Me separé de muchas amistades que tuve desde mi adolescencia, simplemente porque quizás estábamos alineados de formas diferentes con nuestros planes de vida. Pero también me regaló el incondicional amor y apoyo de otros, que más bien me empujaron a seguir mi sueño y a crecer dentro de él. Roberto, mi esposo, es el primero que siempre me ha impulsado a desarrollarme en mi trabajo y celebrar conmigo cada logro en el camino”, reconoce.

Alejandra reconoce que el éxito de esta agrupación se ha logrado gracias al talento, amor, pasión y compromiso de estas jóvenes en Nicaragua.

Hoy en día, está convencida que su inspiración son sus estudiantes, a quienes además de formarlos como bailarines técnicos, les enseña a llevar el amor, pasión y entrega a la danza, tal como ella lo ha hecho.

“La energía que yo llevo y dejo en esos salones de clases la cuido muchísimo. Procuro nunca llevar mis problemas, ni emociones negativas hacia ellos; y esto me ha motivado a estudiar un poco más allá sobre inteligencia emocional, platicando con coaches personales, recibiendo talleres y leyendo libros sobre estos temas, para lograr ser la docente integral que siempre me propuse ser”, dijo.

Alejandra también considera que su propósito más grande en la vida “es dejar huellas positivas y un legado que motive a mis alumnos a siempre querer ser mejores personas y a hacer lo que aman”.

Para finalizar, insistió que la danza lleva la misma preparación, dedicación y disciplina que otra profesión, lo importante es dar lo mejor de uno mismo, tal y como siempre se lo enseñó su padre.

Etiquetas: bailarina / danza / Mujer / Nicaragua / Pesonaje de la semana

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