9 octubre, 2023

¿Winnie the Pooh o Eeyore?

Redaccion septiembre 2, 2014

Por Karla Icaza, Vicepresidente ejecutiva de Gobierno Corporativo de Grupo Promerica

Nuestros hijos cuando eran niños, tuvieron lo que en inglés se le llama security blanket, un objeto al cual se apegan mucho porque les da seguridad. El de Alejandro fue una toallita, el de Andrés una almohadita (“mi naa”), y el de Sebastián, un pequeño peluche de Winnie the Pooh que lo bautizó como “Lilito” y pasó a ser parte de nuestra familia. Iba al colegio con Sebastián y la profesora de Kinder, le permitía tenerlo encima de un librero durante la clase. Un día, la pediatra me dijo que Lilito tenía que desaparecer porque le estaba causando alergia a Sebastián. No tuvimos corazón para tirarlo a la basura, entonces lo escondí en una maleta en el closet y le dije que Lilito se había ido al cielo. Casi lloro junto con él. Cuando Sebastián cumplió doce años dispusimos que Lilito regresara. El día de la fiesta lo lavamos, y era tanto la emoción que Andrés corrió a sacarlo de la secadora y me dijo que él quería entregárselo. Se lo pusimos junto al pastel y cuando lo vio comenzó a llorar.

Karla Icaza, Vicepresidenta Ejecutiva de Gobierno Corporativo de Grupo Promerica.

Me acordé de Lilito, porque el otro día estaba escuchando un podcast de Rick Warren donde hablaba de las personas optimistas y las pesimistas, poniendo como ejemplo a Winnie the Pooh y a Eeyore; si alguna vez vieron la caricatura, Eeyore es el burro con cara de afligido. Warren dice que generalmente en los matrimonios encontraremos a estos dos personajes. En nuestro caso, por mucho tiempo yo fui una mezcla de Eeyore con Charlie Brown y Felipe de Mafalda; y creo que en parte se debe a mi temperamento y también porque conviví mucho con una de mis abuelas; quien era de las personas que ven el vaso de agua “medio vacío” en vez de verlo “medio lleno”. Después de tantos años de vivir con mi “Winnie the Pooh” (mi esposo) me influenció bastante; pero lo que realmente me transformó en una persona que en términos generales en toda circunstancia espera lo mejor, es que mi fe ha venido creciendo, y la fe crece en la medida que aumentamos nuestra comunión con Dios.

Por tener todavía rasgos del temperamento de Eeyore, tengo que hacer cosas prácticas para que los afanes del día no me afecten. Por ejemplo, en nuestra casa amanecemos con música de alabanzas y esto transforma totalmente el ambiente. Por otro lado, desde hace unos meses mi celular ya no lo dejo cargando en mi mesa de noche, sino que lo pongo en un mueble que está lejos de mi cama. Esto hace que, aunque tenga la tentación de verlo antes de dormir, me da más pereza levantarme cuando ya estoy acomodada. En la mañana solo lo agarro para apagar la alarma, pero ya no veo mensajes ni correos recién levantada; porque me di cuenta de que eso me cambiaba el ánimo del resto del día. Todos tenemos un colega o familiar que tiene problemas para dormir y envía correos y/o mensajes en la madrugada; en mi caso, hay un personaje particular cuyos mensajes en su mayoría son estresantes, y cuando tenía el mal hábito de despertarme y comenzar a leerlos, ya salía de mi cama enojada o afligida. Aún mi tiempo con Dios no era el mismo y mi día evolucionaba mal, porque yo andaba mal.

Como dice Filipenses 4:8, “Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello”. En otras palabras, alimentemos nuestra mente y nuestro corazón con cosas buenas, positivas y agradables, para ser más como Winnie the Pooh.

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