El Programa de Lucha Contra el Cáncer de Mamas, de la Fundación Ortiz Gurdián, ha logrado transformar en 17 años las estadísticas en Nicaragua, al captar el 75% de las pacientes en etapas tempranas.
En Nicaragua, el cáncer de mamas es la segunda causa de muerte en mujeres, ya que los casos aún se diagnostican en etapas avanzadas debido en parte a la falta de sensibilización sobre detección temprana y a los obstáculos que enfrentan las mujeres para acceder de manera oportuna a un tratamiento apropiado.
Datos de Global Cancer Observatory rebelan que en 2018, sólo en Nicaragua, se diagnosticaron 1.013 nuevos casos, y fallecieron 363 mujeres a causa de esta enfermedad.
Según los expertos, dos cosas se observan a nivel nacional: el aumento en la incidencia cada año, y el incremento en cifras de muertes porque se están detectando en etapas muy avanzadas.
A pesar de esta realidad, desde hace 17 años gracias a la Fundación Ortiz Gurdián (FOG) surgió una verdadera luz de esperanza para combatir el cáncer de mamas. El compromiso y el trabajo de la fundación, – presidida con mucho amor por Patricia Gurdián de Ortiz y dirigida con tenacidad, por Ana Margarita Ortiz de Horvilleur– ha sido tan serio, optimista y constante que en 2010, inauguraron la Clínica del Cáncer de Mamas, siendo la primera del país, que ha sido construida y continúa siendo administrada por la FOG.
Desde su concepción y hasta la fecha, tomando en cuenta el impacto que este 2020 ha generado la pandemia del COVID-19 a nivel nacional, el objetivo más claro de este programa ha sido beneficiar a la mujer nicaragüense de escasos recursos económicos y que carecen de seguro social.
Según Urcuyo han impulsado medidas de higiene, desinfección y limpieza que garanticen en la medida de lo posible un ambiente seguro y sano para colaboradores y pacientes. Establecieron días de atención específica para las más vulnerables (pacientes de quimioterapia y cirugía).
“Durante seis meses mantuvimos cerrada la oportunidad de nuevos ingresos al programa, y nos enfocamos en tratamiento, rehabilitación y chequeos de las 220 pacientes que ya eran parte del programa. Hemos implementado para cierto tipo de paciente las tele consultas, y el envío de tratamiento oral a sus casas, así como el seguimiento a distancia. Las cirugías se realizaron de forma ambulatoria para evitar que las pacientes permanecieran en el hospital y tuvieran menor riesgo de contagio”, detalla la coordinadora.
Cuidar la salud mental de sus pacientes en momentos de incertidumbre y mucho miedo ha sido un gran desafío para cada uno de los colaboradores de la FOG, ya que el estado emocional influye directamente en su actitud para enfrentar la enfermedad y participar de los procesos.
“Nos ha tocado vencer obstáculos para llegar hasta la última paciente del programa y contra viento y marea continuar su tratamiento evitando atrasos o interrupciones”, explica Priscilla Urcuyo, una mujer que se ha convertido en pieza clave para la fundación.
El Bono Saludable
A punto de alcanzar su mayoría de edad (inició operaciones en 2003), el Programa de Lucha Contra el Cáncer de Mamas, de la Fundación Ortiz Gurdian lleva 17 años ininterrumpidos siendo un brazo de apoyo para el sistema de salud pública de Nicaragua.
Como parte del programa, el Bono Saludable se ha convertido en la bandera insigne, el cual tiene un costo promedio anual de US$100 por paciente, equivalentes a revisiones gratuitas y especializados chequeos médicos.
“La paciente que recibe un Bono Saludable, se realiza en nuestra clínica mamografía, ultrasonido mamario, examen clínico, consulta médica con un especialista y toma de papanicolau. Además, seguimiento a dos años de su primer chequeo. Es importante recalcar que el bono es totalmente gratuito para las mujeres de escasos recursos y que no tienen seguro social”, aclara Urcuyo.
Entre los requisitos que debe cumplir una mujer que aplica al Bono Saludable es tener entre 35 y 70 años, carecer de seguro social y registrar ingresos mensuales de US$140 o menos.
Logros alcanzados en 17 años de servicio
• Promueven una cultura de prevención y chequeos preventivos, aún cuando continúa siendo un reto en los sistemas de salud de nuestros países.
• Han impactado en la reducción de la tasa de mortalidad del cáncer de mama.
• Intervienen en reducir el diagnóstico en etapas avanzadas.
• Facilitan acceso a una atención de calidad para servicios de detección, diagnóstico y tratamiento.
• Fomentan conductas positivas relacionadas con la salud mamaria, a través de educación y sensibilización en instituciones, empresas, universidades y colegios.
• Promueven el empoderamiento y participación de las pacientes y familiares en el manejo activo en los procesos de tratamiento del cáncer de mama.
• Desarrollan un movimiento de sobrevivientes que transforman la vida de miles de mujeres en las comunidades con acciones sobre temas de autoestima, autocuido, riesgo y gestión de la salud.
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