• 29 diciembre, 2022

A propósito del cierre de año

A propósito del cierre de año

Por Karla Icaza M., Vicepresidenta Ejecutiva Gobierno Corporativo de Grupo Promerica.

Qué barbaridad como se fue de rápido este año. Siento que cerré los ojos el 31 de diciembre del 2021 y los abrí el 20 de diciembre del 2022. El mes de diciembre lejos de ser un mes donde se baja un poco la corredera, yo siento que se acrecienta, al menos hasta llegar a navidad. Pareciera que todos queremos cerrar asuntos que no logramos cerrar durante todo el año en un plazo de diez días hábiles.

En lo personal, el fin de año significa un tiempo para reflexionar sobre todo lo que me propuse hacer durante el año. Evaluar el cumplimiento de metas y fijar las del año siguiente. En este período de reflexión también incluyo examinar mi corazón para ver si he guardado algún resentimiento o rencor en contra de alguien para poderlo limpiar de una vez; aunque yo trato de mantener mis “cuentas por cobrar” en cero de forma permanente.

En septiembre de este año, tomé una semana de vacaciones para visitar a mi abuelita que vive en New Orleans. De paso, celebré mi cumpleaños con ella, algo que me ilusionaba hacer desde hace un tiempo. Ella cumplió 97 años este octubre por lo tanto cada año de vida que Dios le regala es un regalo para nosotros también.

Karla Icaza, Vicepresidenta Ejecutiva Gobierno
Corporativo de Grupo Promerica.

A pesar de estar de vacaciones, quise mantener mi rutina diaria de ejercicios. Salía a correr en la mañanita y ya luego me iba a casa de mi abuelita a pasar un rato con ella. Un día después de mi cumpleaños, salí a correr igual, pero tuve un accidente. Me tropecé con un pedazo de acera de concreto que estaba levantado de un lado. Caí sobre mis rodillas pegando con mi hombro y pómulo derecho. Por alguna razón no metí mucho las manos, entonces el mayor impacto lo recibieron las rodillas que se me rasparon muchísimo. Logré ponerme de pie, un poco aturdida, y caminar de regreso a la casa. Cuando llegué, mi prima salió asustada al verme con el pómulo inflamado y las rodillas ensangrentadas. Me ofreció llevarme al hospital, pero no quise. Las veces que me tocó ir a emergencias del hospital en New Orleans cuando estuve en quimioterapia, fue traumático. Ella me limpió las rodillas lo mejor que pudo, mientras yo me ponía hielo en la cara y en el hombro.

Los siguientes días fueron complicados porque me dolían mucho los raspones de las rodillas. Me curaba todos los días y parecía que iban sanando, pero no fue así. A la semana de estar de regreso en mi casa, no me gustó como estaban las heridas y el dolor había aumentado a tal punto que me costaba dormir en la noche. Le mande fotos a un médico amigo y me dijo que me fuera a emergencias del hospital para que me limpiaran las heridas y me dieran antibióticos. Gracias a Dios seguí su consejo. Aunque fue muy doloroso el proceso, a partir del siguiente día comenzaron a sanar.

Cuando guardamos rencor o resentimiento en contra de personas que nos hicieron daño es como no curar bien las heridas. Nos vamos llenando de amargura y el corazón nos duele a tal punto que perdemos la paz.

¡El perdón es una decisión, la sanidad viene con el tiempo!

Etiquetas: Columna / conecta2 / fin de año / reflexión

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