• 21 junio, 2017

Ideas que se transforman en negocios

Ideas que se transforman en negocios

Cada vez más, las universidades se preocupan por incluir cursos y actividades sobre emprededurismo, para impulsar desde las aulas el desarrollo económico y social de las naciones.

En este mundo tan globalizado, ya no es suficiente estudiar una carrera, sino que se ha vuelto necesario tener conocimientos para ser emprendedor. Este ha sido el camino que muchas personas han tomado para tener independencia en el mercado laboral.

Esto ha hecho que las universidades, conocedoras de esta necesidad de sus estudiantes y de las personas en general, se han dado a la tarea de incluir en su oferta educativa cursos que les den las herramientas para que se conviertan en emprendedores exitosos y hagan realidad sus sueños.

“El mundo está cambiando aceleradamente y es preciso preparar a los estudiantes para que puedan responder a este entorno cada vez más ambiguo y complejo. Ser emprendedor, además, no significa que se deba lanzar necesariamente un proyecto personal; se pueden hacer emprendimientos internos, dentro de las propias organizaciones, para transformarlas y adecuarlas a las nuevas exigencias”, comenta Ramiro Caso, director de Marketing y Comunicaciones de Educación Ejecutiva de Incae.

Se pueden hacer emprendimientos dentro de las empresas.

Ese cambio constante hace que las nuevas generaciones deban estar preparadas para enfrentar grandes retos globales como la inequidad, cambio climático e inestabilidad geopolítica. Por eso, las instituciones educativas necesitan un abordaje fresco para involucrar a los nuevos profesionales en la solución de estos problemas y retos.

“Las características de las nuevas generaciones retan a los empleadores a flexibilizar las condiciones de trabajo. Se considera que, en el futuro, un profesional podrá tener, a lo largo de su vida, hasta 17 empleos distintos en al menos cinco industrias diferentes. Este panorama nos invita a pensar en cómo preparamos a nuestros estudiantes para un mundo tan diferente al que estamos acostumbrados y que, además, sigue cambiando”, señala Lourdes Brizuela, directora de Responsabilidad Social de la Universidad Latina de Costa Rica, miembro de la red Laureate
International Universities.

Según Brizuela, una formación que incorpore el emprendimiento de forma transversal, se vuelve muy importante en el desarrollo de habilidades y competencias tales como: fluidez digital y
financiera, pensamiento crítico y resolución de problemas, proactividad, confianza y resiliencia, creatividad e innovación, trabajo colaborativo y comunicación efectiva, ciudadanía global y compromiso con el aprendizaje continuo, todas habilidades y competencias de los emprendedores.

Crecimiento económico

Los emprendimientos se han vuelto un buen impulso para el crecimiento económico de las naciones. Muestra de ello es que aumentan cada día. En países como Belice, Guatemala, El Salvador y Panamá la tasa de crecimiento de los niveles de emprendimiento es del 21%, según datos del 2014-2016 de Monitor Global de Emprendimiento (GEM, por sus siglas en inglés).

Este estudio también agrega que: “el impacto más relevante para la economía, causado por el emprendimiento, es el ingreso familiar. Al menos el 20% de los adultos de 18-64 años de edad de los países centroamericanos, generaron ingresos para sí mismos y sus familias, a través del emprendimiento”.

La preparación es la clave para que un negocio tenga éxito.

Esto hace que, cada vez más, las universidades y centros educativos tengan mayor interés en incluir cursos y actividades sobre temas de emprendimiento, afirma Carolina Uribe, directora del Departamento de Administración de Empresas y Centro de Emprendimiento Kirzner de la Universidad Francisco Marroquín, en Guatemala.

“La facultad de Ciencias Económicas, en el 2015, lanzó la carrera de Entrepreneurship, un programa innovador que comprende diferentes módulos, coaching y experiencias para que los alumnos puedan entender y experimentar sobre emprendimiento, con el objetivo de establecer sus propios negocios”, añade Uribe.

Esa misma universidad cuenta con un centro de emprendimiento, en el cual cultivan el conocimiento y promueven el ejercicio de emprendimiento por medio de educación, investigación, servicio y apoyo a la comunidad.

Desde las aulas

En las aulas es donde se obtienen las bases para empezar a construir ese emprendimiento que, en un futuro, pueda convertirse en un negocio exitoso.

“Las universidades deben darle herramientas a los alumnos como educación en temas de emprendimiento y negocios, mentoría, coaching, conexiones, la oportunidad de exponer
sus ideas y de exponerse como emprendedores, acceso a miembros del ecosistema a nivel global, capacitación”, detalla Uribe.

Los jóvenes deben estar preparados para enfrentar los retos.

Por su parte, Ramiro Caso, del Incae, indica que también se debe fomentar “el pensamiento crítico, sistémico y estratégico, a través de metodología de aprendizaje de adultos, en el que el 70% de la formación debe ser experiencial. En Incae, valoramos mucho el aprendizaje experiencial, razón por la cual hacemos vivir a los estudiantes distintas experiencias fuera del aula, programa Senior Executive Program (SEP), en el que se hace una inmersión completa
en dos ecosistemas de innovación de primer nivel, como San Francisco y Boston, en Estados Unidos. Eso supone visitas a empresas y charlas con empresarios, por mencionar apenas
dos ejemplos”, añade el funcionario del Incae.

“Actualmente, las simulaciones permiten vivir experiencias novedosas y facilitar la comprensión sobre temas complejos, muchos de los cuales costaría mucho transmitir usando métodos tradicionales”, agrega Caso.

Asimismo, las aulas son el espacio perfecto para aprender a abordar los problemas desde perspectivas sistémicas y creativas.

“El profesor es el guía y facilitador idóneo de las herramientas para aprender y enseñar en un ambiente creativo, en el cual se construye conocimiento a partir del deseo de aportar soluciones viables a las necesidades y problemas que enfrenta la sociedad”, explica Brizuela.

Programas de emprendimiento social como Premio Yo Creo, que impulsa la Universidad Latina, en Costa Rica, ayudan a desarrollar esa creatividad, ya que intervienen en las primeras etapas del emprendedor joven, “busca a partir de la pasión y propósito del emprendedor, desarrollar competencias y habilidades fundamentales para que los emprendedores sean exitosos a nivel personal en primera instancia, y a nivel organizacional y financiero”, añade Brizuela.

Premio Yo Creo también desarrolla redes de colaboración entre emprendedores y los pone en contacto con un ecosistema tanto a nivel local, como regional y global.

Precisamente, esos contactos y la creatividad de los emprendedores hacen que estos negocios sean exitosos, convirtiéndose en fuentes de empleos para muchas personas.

Etiquetas: Centroamérica / emprendedurismo / Latinoamerica / universidades

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