• 16 abril, 2021

Ramón Custodio López: arriesgar la vida para salvar vidas

Ramón Custodio López: arriesgar la vida para salvar vidas

El ex comisionado nacional de los Derechos Humanos de Honduras supo con gallardía enfrentar las injusticias de su país natal.

Por Milagros Sánchez Pinell

Desde joven, el doctor Ramón Abad Custodio López se inclinó por las causas justas y la lucha por los derechos humanos. Toda su vida fue consecuente con ello, aunque eso significaba sacrificio y hasta la posibilidad de perder su vida o la de uno de sus seres más queridos.

Visibilizando a las víctimas y dándole voz a los sin voz, erigió su imagen de hombre valiente, correcto e insobornable a tal punto que su nombre es parte de la historia de Honduras, país que lo vio nacer y desarrollarse como médico de profesión y como Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras (CONADEH) durante dos períodos. Su primer  nombramiento  fue en el 2002 y contó con el voto unánime de los diputados del Congreso Nacional.

Actualmente, disfruta de la paz que da el deber cumplido a la patria y a sus hermanos hondureños, junto a su hijo, el embajador Ramón Custodio Espinoza, con quien disfruta de una copa de champagne cada primero de agosto  para celebrar su vida al recordar su participación en la toma del Cuartel Militar San Francisco en 1956, donde pudo haber muerto como otros amigos de lucha.

“Mi padre le alivió los dolores a los hondureños defendiendo la paz, la democracia y los derechos”, dijo su hijo Ramón, quien además comparte con él sus días de retiro como dos adultos con destinos diferentes pero como “dos amigos, dos hermanos, dos políticos donde a veces discrepamos pero siempre nos amamos”.

Dicha convivencia, que puede definirse como maravillosa y ejemplar,  también es posible gracias al apoyo de Mei – Ling Michelle Lavecchia Kong, ex esposa del señor Ramón, actual Asesor Ministerial de la Cancillería de Honduras, que aprovechando la ocasión expresa su eterno agradecimiento.

“Es un hombre cariñoso pero un hombre político que lucha siempre por el Estado de Derecho”, agregó sobre su padre.

Nuestro chairman, Roberto J. Argüello a quien lo une una amistad de 35 años con el doctor Custodio y su hijo Ramón, expresó que de la vida del ex ombudsman se pueden escribir muchos libros. Su trayectoria está llena de historias de dolor, exilios, atentados, amor y perdón, con un saldo positivo de muchas vidas salvadas, gracias a su oportuna gestión como defensor de los derechos humanos.

La separación de su padre del seno familiar, cuando el doctor Custodio era muy niño, producto de la intolerancia política del gobierno del expresidente hondureño, Tiburcios Carías Andino, sumado a otras experiencias en su vida, permitió que con los años tomara conciencia de sus derechos ciudadanos y entendió que para él, la “intolerancia política es insoportable”.

“Siempre trate de dar el ejemplo de que podemos evitar la violencia con el diálogo. Yo creo que en estas cosas hay que recordar la enseñanza cristiana, ¿quién puede tirar la primera piedra?. Nadie es perfecto, he encontrado muy pocas noches de desvelo por haber hecho algo mal. Llevar una vida tranquila de acuerdo a valores y principios ayuda mucho”, expresó.

El doctor Custodio tuvo la bendición de compartir su vida por más de cuarenta años con su esposa María Elena Espinoza (q.e.p.d), madre de sus hijos Ramón y Manuel Ernesto (q.e.p.d), que se distinguió por ser una mujer valiente que supo estar a la altura de un hombre comprometido con la justicia y el bien común.

El doctor Custodio con su esposa María Elena Espinoza.

“Fue una mujer comprensiva. Sólo una vez me dijo: ‘estamos corriendo bastante riesgo’ y le respondí: puedo renunciar a la lucha de los derechos humanos pero vas a tener un esposo frustrado y amargado por incumplir con mis deberes ciudadanos, entonces ella me dijo que podía continuar. Mi esposa supo ser la compañera ideal de un activista de derechos humanos. Siempre la estamos recordando, ella sigue presente en nuestras vidas”, remarcó.

Fundador de la Cátedra de Patología Clínica

Recorriendo un poco la vida del doctor Custodio, de padres salvadoreños, sabemos que fue un alumno aventajado que se destacó por su excelencia académica, a tal punto que se bachilleró a los 16 años cuando lo tradicional, en ese entonces, era a los 17.

Relató que se graduó de médico y cirujano en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en 1955 y se especializó en Patología Clínica en Londres, gracias al apoyo económico de su madre, una mujer luchadora y muy estoica que le heredó esas virtudes. Su profesión de médico la ejerció con mucho éxito, como todo lo que hizo en su vida.

Ya con su especialización, fue uno de los pioneros en fundar laboratorios médicos en su país natal. El primero que abrió, fue en Tegucigalpa el 15 de marzo de 1960, otro en San Pedro Sula y un tercero en Choluteca.

El doctor Custodio con su hijo Ramón. Crédito: Roberto Flores Bermúdez.

También creó en la Escuela de Medicina la Cátedra de Patología Clínica, donde fungió como catedrático durante 15 años. Para 1981 comenzó formalmente a abrazar la lucha por los derechos humanos, cuando, junto a un grupo de amigos fundaron el Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH), organización que también presidió.

“Después de renunciar a la cátedra me dediqué únicamente a mi práctica profesional, pero vi la intolerancia política. Se aplicó en Honduras la doctrina de la seguridad nacional en donde el estado priva sobre el individuo de forma ilimitada, advirtiendo que vendrían tiempos difíciles para la tolerancia política y nos preparamos un grupo de profesionales universitarios para defender los derechos humanos” recuerda.

De ahí para adelante, su presencia fue símbolo de lucha y gallardía y aún con el temor natural de los mortales pero con una racionalidad que pocos poseen, supo mantener la serenidad y objetividad  en sus acciones.

“Era difícil, tuvimos que arriesgar la vida para defender vidas y la seguridad de las demás personas”, rememoró.

Aunque es inexistente un registro exacto de todos las personas que el doctor Custodio ayudó durante la década de los 80, por lo peligroso que significaba tener por escrito esa información, debido a que Honduras vivía tiempos difíciles por los escuadrones de la muerte, su alcance salvando vidas fue grande.

“Llegamos a registrar unas 140 personas desaparecidas en ese entonces, además habían cárceles clandestinas, práctica de tortura y un servicio militar obligatorio que era selectivo porque se capturaban a los hijos de los pobres y esa lucha fue confrontándome con el sistema”, explica.

Como consecuencia de ello, la familia Custodio Espinoza vivió episodios de extremo peligro, obligándolos a replantearse su seguridad como, jamás viajar juntos para evitar los mismos riesgos y mandar a sus hijos a los Estados Unidos con el fin de protegerlos. Nada lo detuvo, su lucha fue inclaudicable.

Un hombre de perdón 

Un episodio que remarca su grandeza humana como defensor de la vida, capaz de perdonar cualquier acto, es cuando viajó a Panamá para reunirse con el hombre que atentó contra su vida, lanzando un “bazucazo” a su laboratorio de San Pedro Sula, años antes de ser juzgado y condenado por querer asesinar a un mandatario de la región.

Dr. Ramón Custodio López recibe de manos del ex presidente de Honduras, Carlos Roberto Flores, la Condecoración al Mérito por Servicios a la Patria.

Ahí, en la celda donde este personaje se encontraba enfermo y engañado por su defensor, el doctor Custodio lo perdonó por el acto fallido en su contra, le aconsejó cambiar de defensor y solicitar su indulto. Beneficio que posteriormente le otorgó la ex presidenta del país canalero, Mireya Moscoso.

“Creo que todos tenemos algo por ser perdonados y también algo que perdonar. Yo le dije, usted puede prometerme que se va a regenerar de todas las actividades terroristas y me dijo que sí. Esa promesa yo la tomé en serio y pensé, un terrorista menos es luchar contra el terrrorismo”, recuerda.

El hecho, que fue criticado por quienes estaban en desacuerdo con su gestión, significó un acto de perdón. “Me quedé con mi conciencia tranquila, nunca he hecho ostentación de este logro y me hizo sentirme más genuino y auténtico”.

Por su parte, este hecho para su hijo significó un acto de bondad y una expresión de su formación cristiana.

“Mi padre, un hombre salesiano, médico de profesión, político y luchador de los derechos humanos perdonó a este personaje que lo había tratado de matar pero él en consonancia con la oración del Padrenuestro supo enfrentar esta situación como otras más durante su vida”, recalcó.

En el 2014, después de una trayectoria honrosa de la que se pueden contar muchos triunfos, finalizó su gestión como Comisionado Nacional de los Derechos Humanos. Desde su retiro, en compañía de su hijo a quien llama su “mejor amigo”, lee y escribe sus memorias, pero sobre todo, duerme tranquilo y sin temor de andar solo por la calle.

“Sentirse respetable y reconocido satisface porque uno se considera alejado del odio y del repudio y  blanco del reconocimiento”.

Sobre el registro de sus memorias, comentó que desea resaltar dos cosas,

la primera es que siendo hijo de inmigrantes, en su caso de salvadoreños, se puede hacer mucho por la sociedad donde se vive y el otro punto es que también se puede hacer el bien, aún en circunstancias difíciles.

Premios y reconocimientos

  • Premio Iberoamericano “Noticias Médicas” Ensayo, España. 1971
  • Premio Latinoamericano en Derechos Humanos Lettelier – Moffit en Estados Unidos.1984
  • Premio Latinoamericano “Monseñor Aníbal Proaño” de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos. 1989
  • Premio Rothko Chappel “ Por la libertad y la justicia”, Estados Unidos. 1990.
  • Condecoración al Mérito por Servicios a la Patria, otorgado por el ex Presidente de Honduras, Carlos Roberto Flores F. 2001
  • “Orden General Francisco Morazán” del Parlamento Centroamericano en el 2006.
  • Doctorado Honoris Causa en Humanidades (UNAH). 2007

 

Etiquetas: derechos humanos / Honduras / médico / Personaje de la semana

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