1 agosto, 2022

Resultados, resultados, resultados

Redaccion septiembre 2, 2014

Hay que tener claro que lograr resultados es la única medida objetiva con la que se debería evaluar una gestión, hoy y en el futuro.

Alberto Rigail Cedeño, [email protected]

La retórica de las excusas y del esfuerzo no son suficientes, decir que se está “haciendo” si no se ocasiona impacto alguno no tiene sentido. No es cuán preocupado se esté por algo, ni cuánta intención se tenga, cuántos recursos se asignen o cuánto tiempo se le dedique, al final del día es lo mismo si se está en sector privado o público, con fines o sin fines de lucro: lo verdaderamente importante es cuánto se logra.

Los resultados no son ni mágicos ni misteriosos. Primero: “poner primero lo primero”, dijo Stephen Covey. Grandes y pocas metas producen grandes resultados. Es así que, si se tienen no más de 5 metas anuales, no más de 5 iniciativas oceánicas, todos se enfocarán en lo verdaderamente importante. Recuerdo que Costa Rica impulsó la planta de Intel, y Bilbao el museo Guggenheim para incrementar el PIB. ¿Cuáles son los cinco grandes proyectos nacionales para mover la aguja del PIB nacional, que no debemos dejar de hacer en los próximos tres años? Posibles respuestas: el quinto puente en Guayaquil, una autopista Quito-Guayaquil, la descentralización del Estado, etcétera.

Segundo: “el diablo habita en los detalles”; lo que hace funcionar bien cualquier actividad humana es sumergirse en la operación, en lo que se hace día a día, en las pequeñas cosas que hacen que sucedan las grandes. Es vital contar con personas a las que les apasione cumplir lo que se acordó que se iba a hacer y ejecutar los compromisos adquiridos, las políticas, las prioridades, los protocolos, tengan el nombre que tengan. Y cuidar aquellos resultados intermedios que no tienen la misma notoriedad que los resultados finales, pero que son vitales.

No conviene gestores de escritorio que no bajan al piso, que no escuchan ni ven de primera mano. Tampoco conviene quienes no cuestionan las cifras y no analizan su origen, quienes no entienden por qué pasan las cosas.

Tercero: “poner balas al pecho”, esto es responder por lo que se logra y por lo que no se logra; asumir la responsabilidad con absoluta humildad y brutal transparencia las propias conductas, decisiones y resultados alcanzados, sin excusas ni justificaciones. Quienes no cumplen con su encargo, quienes luego de habérseles escuchado, dado los recursos y apoyos requeridos no consiguen los resultados, no pueden seguir siendo parte del equipo, para beneficio de todos y de la propia organización a la que se pertenecen. Salvo eventos fuera de control, la verdadera estabilidad se gana con resultados.

Cuarto: “sacar las piedras del camino” hacia los resultados es identificar lo que hace que las cosas no pasen; aquello que no agrega valor, los cuellos de botella diría Eli Goldratt. Por un momento visualicemos qué pasaría en el Ecuador si eliminamos en los próximos 6 meses el 50 % de la tramitología innecesaria.

Quinto: los cambios se tienen que dar cuando lo que hacemos no funciona. Pensemos en aquellos modelos, productos, proyectos o iniciativas a las que seguimos apegados insistiendo, a pesar de que nos hemos estrellado contra mediocres resultados.

Finalmente, hay que tener claro que lograr resultados es la única medida objetiva con la que se debería evaluar una gestión, hoy y en el futuro, así de simple y de contundente. ¡El resto es cuento!

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