Para la industria farmacéutica, la crisis de salud vino no solamente a reinventarla sino a recordarnos a todos la importancia de la innovación y la colaboración.
Por Sandra Cifuentes, Area Lead LatAm
La aparición del COVID-19 ha significado retos a nivel mundial, al ser una situación inédita que ha incidido en cada uno de los aspectos de nuestras vidas. A diferencia de otras crisis, la pandemia ha afectado a las personas sin importar su ubicación geográfica, edad, creencias o sexo. Los distintos sectores han tenido que enfrentarse globalmente a cambios estructurales, sociales y tecnológicos, para los cuales muchos no estaban todavía preparados.


Para la industria farmacéutica, la crisis de salud vino no solamente a reinventarla sino a recordarnos a todos la importancia de la innovación y la colaboración. El sector ha demostrado una excepcional capacidad de resiliencia y se articuló una sólida cooperación entre la industria biofarmacéutica, los gobiernos, los centros de investigación y la academia, para afrontar una necesidad sanitaria nunca vista y un reto en la producción y distribución sin precedentes.
El foco en los pacientes y en la urgencia de desarrollar un tratamiento para combatir al virus del SARS-CoV-2, impulsó una colaboración inédita para desarrollar una vacuna en un tiempo récord que, de manera desarticulada, no habría sido posible. Gracias a distintas alianzas, se logró en tan solo 10 meses lo que normalmente tardaba hasta siete años: desarrollar un biológico, probarlo clínicamente, lograr las aprobaciones necesarias y llevarlo al mercado. La industria farmacéutica ha estado a la altura de las circunstancias y es importante seguir por este camino y no distraernos de nuestra misión de desarrollar tratamientos para padecimientos clave de la región.
Una gran noticia es que la crisis disparó las inversiones en investigación y desarrollo. La industria debe continuar con el momentum para beneficiarse a mediano y largo plazo de la experiencia adquirida durante la emergencia sanitaria. Ha quedado demostrada no solo la necesidad de valorar y favorecer entornos para el desarrollo de la innovación sino también la necesidad de tener países con industrias locales más autosuficientes y mejor coordinadas, para poder evolucionar hacia un mercado farmacéutico regional que nos abrirá las puertas a nuevas oportunidades. Una colaboración latinoamericana y mundial permitirá satisfacer mejor las necesidades farmacéuticas no solamente a largo plazo, anticipándose a escenarios futuros que sin lugar a duda seguirán incluyendo crisis sanitarias y nuevas pandemias, pero también a corto y mediano plazo para atender las enfermedades que ya están entre nosotros.
Aunque en 2020 se suspendió alrededor del 80% de los ensayos clínicos de medicamentos no relacionados con el COVID-19, la realidad es que los pacientes con cáncer, por ejemplo, no pueden esperar a que termine la pandemia y tenemos el compromiso de seguir empujando para ofrecer soluciones y garantizar el acceso a todos aquellos que están luchando. Como empresas en salud global, nuestras prioridades son y deben seguir siendo nuestros pacientes, clientes y colaboradores. Sin importar el momento que estemos viviendo, nuestro principal compromiso debe ser el trabajar en tratamientos innovadores, por lo que debemos ser verdaderos aliados y crear redes con los actores clave del sector salud, con el objetivo de que cada vez más personas puedan recibir la atención de calidad que necesitan.
El COVID-19 nos obligó a todos a acelerar el paso y no podemos volver al modelo del que veníamos. Estamos creando un futuro en el cual las enfermedades sean parte del pasado. Debemos mantener el nivel de entrega y la capacidad de afrontar escenarios que nunca habíamos visto porque las lecciones aprendidas en el último año y medio están cambiando la cara de la investigación futura. Con una profunda responsabilidad hacia las personas a las que servimos, quienes formamos parte de la industria farmacéutica trabajamos incansablemente para avanzar y mejorar la forma en que se descubren, desarrollan y fabrican los medicamentos y ofrecer mejores perspectivas de acceso. Si los pacientes ganan, nuestros sistemas de salud ganan y nuestros países progresan.
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