• 5 julio, 2023

Desvelando el síndrome del impostor, un arma contra las mujeres

Desvelando el síndrome del impostor, un arma contra las mujeres

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Exploraremos las formas en que los prejuicios de género, las expectativas poco realistas y las desigualdades sistémicas se combinan para exacerbar el impacto del síndrome del impostor. 

El primer paso es reconocer si los desafíos a los que se enfrenta en su vida profesional provienen del síndrome del impostor o de una cultura tóxica. 

1. Individual vs. Sistémico:

Cuando hablamos de cómo nos mostramos en el lugar de trabajo, no podemos evitar reconocer primero los sistemas que nos rodean. Si mira a su alrededor y el comportamiento predominante es no desafiar a los que están en el liderazgo, no hay un conflicto saludable en las reuniones y la diversidad en el equipo no se extiende más allá de los gerentes de primera línea, entonces el problema es sistémico (tóxico) y no es un problema individual que pueda solucionar (síndrome de impostor).

Si su jefe le da retroalimentación diciendo que necesita abordar su síndrome de impostor para que pueda hablar más en las reuniones y su cultura coincide con la descrita anteriormente, entonces él/ella solo está tratando de que sea su problema y no el de ellos. Estas culturas tóxicas perpetúan un entorno en el que las mujeres se enfrentan constantemente a prejuicios, oportunidades desiguales y discriminación. Si sabe que ha estado trabajando para crecer y los resultados son siempre los mismos, entonces es otra confirmación de que el problema es sistémico.

2. Patrones de retroalimentación:

El síndrome del impostor a menudo lleva a las personas a descartar la retroalimentación positiva o a atribuirla únicamente a factores externos, lo que refuerza sus dudas. Por el contrario, una cultura tóxica puede mostrar patrones de retroalimentación sesgada o injusta, microagresiones o dobles estándares dirigidos específicamente a las mujeres. Si los comentarios recibidos socavan constantemente las contribuciones de las mujeres o no reconocen sus logros, sugiere una cultura tóxica en juego.

Las mujeres son más propensas a recibir comentarios poco frecuentes, vagos, inconsistentes y sobre su estilo de comunicación o personalidad. De un análisis de 200 reseñas de la Universidad de Seattle, la palabra «abrasivo» solo se usó para las mujeres. Una palabra común utilizada para describir a las mujeres en estas reseñas fue «útil», mientras que a los hombres se les llamaba «visionario». ¿Quién tiene más probabilidades de ser ascendido?

3. Aislamiento y subrepresentación:

El síndrome del impostor puede hacer que las personas se sientan aisladas, creyendo que son las únicas que luchan y que buscar apoyo revelaría sus deficiencias percibidas. En una cultura tóxica, las mujeres pueden enfrentarse al aislamiento debido a estar superadas en número o excluidas de los procesos críticos de toma de decisiones, las redes sociales o las oportunidades de ascenso. Si las mujeres se sienten constantemente marginadas o subrepresentadas, indica el impacto de una cultura tóxica.

Es lamentable que en 2023 todavía no hayamos visto una representación igualitaria en todas las industrias para las mujeres con talento. Un análisis de 2020 de Mercer de más de 1.100 organizaciones en todo el mundo encontró un cuello de botella para las mujeres en el liderazgo: Ejecutivos: 23 %, Altos directivos: 29 %, Gerentes: 37 %, Profesionales: 42 %, Personal de apoyo: 47 %. Aunque estas cifras muestran una ligera mejora, sabemos que el Covid tuvo un impacto desproporcionado en las mujeres en el lugar de trabajo al ver a las mujeres con hijos menores de 12 años perdiendo 2,2 millones de puestos de trabajo en comparación con los 87.000.000 puestos de trabajo para los padres.

En una cultura tóxica, las mujeres pueden enfrentarse al aislamiento debido a estar superadas en número o excluidas de los procesos críticos de toma de decisiones.

 

4. Bienestar mental y emocional:

El síndrome del impostor a menudo afecta el bienestar mental y emocional de las personas, lo que lleva a un aumento del estrés, la ansiedad y el miedo al fracaso. Sin embargo, cuando una cultura tóxica está en juego, las mujeres pueden experimentar consecuencias más graves, como estrés crónico, agotamiento, sentimientos de inutilidad o incluso depresión. El seguimiento del estado mental y emocional de uno puede proporcionar información sobre el contexto más amplio en el que opera el síndrome del impostor.

Las culturas tóxicas a menudo explotan el síndrome del impostor como un medio para mantener el status quo. La duda de las mujeres es un arma para justificar su exclusión de los roles de liderazgo o proyectos importantes, creando un ciclo en el que sus oportunidades de crecimiento y avance son limitadas. La cultura tóxica prospera al reforzar la narrativa de que las mujeres no son aptas para el liderazgo, alimentando aún más el síndrome del impostor y perpetuando el ciclo de sesgo y desigualdad.

Hay algunas estaciones en la vida en las que tenemos la capacidad de abordar algo tan desalentador como una cultura tóxica en el trabajo. De hecho, se puede hacer un cambio, pero se necesita intención, energía y un equipo de personas dispuestas a hacer el trabajo duro día tras día. Hay temporadas en las que la toxicidad en el trabajo es suficiente para ahogarnos.

Reconocer la militarización del síndrome del impostor contra las mujeres es crucial para desmantelar las culturas tóxicas que perpetúan la desigualdad. Estas son algunas estrategias para empoderar a las mujeres frente a estos desafíos:

1. Concienciación:

Las mujeres deben reconocer que el síndrome del impostor no es un fracaso personal, sino una consecuencia de los sesgos sistémicos y las culturas de trabajo tóxicas. Comprender este contexto más amplio ayuda a echar la culpa desde dentro y fomenta la acción colectiva.

La conciencia empodera a las mujeres para desafiar las creencias internalizadas del síndrome del impostor. Al reconocer que sus experiencias no son incidentes aislados, sino parte de un patrón más amplio, las mujeres pueden obtener claridad y darse cuenta de que sus sentimientos de insuficiencia se basan en problemas sistémicos en lugar de en sus propias deficiencias. 

2. Buscando apoyo y solidaridad:

Construir redes de apoyo y buscar mentores que entiendan los desafíos a los que se enfrentan las mujeres puede proporcionar un salvavidas crucial. Al compartir experiencias y apoyarse mutuamente, las mujeres pueden obtener validación, orientación y fuerza para navegar por culturas tóxicas.

Conectarse con personas de ideas afines que han experimentado desafíos similares ayuda a las mujeres a darse cuenta de que no están solas en sus luchas. Los mentores y aliados pueden proporcionar orientación, perspectiva y aliento, ofreciendo información valiosa para superar el síndrome del impostor y prosperar a pesar del entorno tóxico. Tener aliados que sean parte de su trabajo diario y reuniones se vuelve fundamental. 

3. Sesgos y estereotipos desafiantes:

Las mujeres, junto con sus colegas y aliados que los apoyan, pueden desafiar activamente la retroalimentación sesgada, el doble rasero y las expectativas de género dentro del lugar de trabajo. Al denunciar y cuestionar estos sesgos, pueden contribuir a una cultura de inclusión y equidad.

Las mujeres pueden usar sus voces para desafiar la retroalimentación sesgada y los estereotipos destacando sus logros, mostrando sus habilidades y proporcionando evidencia de su competencia. Al abogar por un trato justo y la igualdad de oportunidades, las mujeres pueden crear ondas de cambio dentro de sus organizaciones, alentando a otros a reevaluar sus prejuicios y percepciones. El elemento más poderoso aquí es la construcción de una masa crítica de aquellos dispuestos a dese llamar a estos comportamientos. Si a un aliado se le da la oportunidad de liderar un proyecto y sabe que tiene más habilidades, puede desafiar directamente la razón por la que estaría recibiendo este proyecto en su lugar.

4. Cultivando la autocompasión y la resiliencia:

Desarrollar la autocompasión es esencial para superar el síndrome del impostor en culturas tóxicas. Las mujeres deben aprender a reconocer sus logros, abrazar sus fortalezas y mostrar amabilidad consigo mismas frente a la adversidad.

Cultivar la resiliencia ayuda a las mujeres a recuperarse de los contratiempos y a perseverar frente a los desafíos. Pienea en ello como desarrollar la habilidad para tambalearse (como esos payasos tambaleados de hace mucho tiempo). Alguien o algo puede intentar derribarlo, pero puede ponerse de pie. Al reformular los fracasos como oportunidades de aprendizaje y celebrar sus logros, las mujeres pueden construir una base de autoconfianza y fuerza interior, contrarrestando el impacto negativo de las culturas tóxicas.

5. Promover el cambio cultural:

Impulsar el cambio sistémico es crucial para combatir el síndrome del impostor en culturas tóxicas. Las mujeres pueden participar activamente en iniciativas que promueven la diversidad, la equidad y la inclusión dentro de sus organizaciones.

Los grupos de recursos para empleados son excelentes formas de ayudar a impulsar el cambio en su organización. También pueden proporcionar una sólida red de apoyo y aliados. Estos grupos recorren un largo camino para abogar por políticas que aborden los sesgos, fomenten la transparencia y fomenten una cultura de pertenencia y respeto.

Recuerde, abordar el síndrome del impostor y combatir las culturas tóxicas es un viaje continuo. Al reconocer las diferencias matizadas entre estos fenómenos y tomar las medidas adecuadas, allanamos el camino para un panorama profesional más equitativo y de apoyo, en el que las mujeres puedan prosperar de verdad y liberar todo su potencial.

Es esencial que las organizaciones fomenten una cultura de seguridad psicológica, donde las mujeres estén facultadas para hablar sobre sus experiencias, desafiar los prejuicios y participar activamente en los procesos de toma de decisiones. La implementación de evaluaciones imparciales del rendimiento, iniciativas de diversidad e inclusión, y programas de tutoría pueden ayudar a desmantelar las barreras sistémicas y promover la equidad.

Fuente: Brainz Magazine

Etiquetas: bienestar / Cultura / el síndrome del impostor / retroalimentación

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