• 17 noviembre, 2025

Alejandro Fasquelle, el diseñador que convirtió su tesis en un movimiento sostenible

Alejandro Fasquelle, el diseñador que convirtió su tesis en un movimiento sostenible

Su historia combina creatividad, perseverancia y una convicción que lleva la sostenibilidad del discurso a la acción.

Por Milagros Sánchez Pinell

Lo que alguna vez fue su tesis universitaria hoy se ha transformado en un modelo de negocio que genera empleo responsable, impulsa la inclusión femenina y demuestra que la sostenibilidad también puede ser sinónimo de excelencia.

A sus 28 años, Alejandro Fasquelle lidera desde Panamá Simple AF, un estudio de diseño y manufactura sostenible que transforma descartes textiles en productos de alta calidad y crea oportunidades laborales para mujeres en situación de vulnerabilidad.

En lugar de diseñar productos nuevos, decidió recuperar materiales desechados por las empresas y darles una segunda vida.

Esa idea, nacida en la universidad, se mantuvo latente durante años, esperando el momento adecuado para materializarse.

Del sueño a la acción

Desde 2016, Alejandro hablaba de Simple AF como un proyecto personal, aunque el paso de convertirlo en realidad se postergaba una y otra vez.

“Compré una máquina de coser en 2020 y estuvo al lado de mi cama dos años sin que hiciera una sola bolsa”, recuerda.

Durante ese tiempo se debatía entre la vida corporativa y el deseo de crear algo propio. Había trabajado en empresas de diseño y hospitalidad en distintos países, pero sentía que faltaba pasión y propósito.

La chispa volvió a encenderse en 2022, cuando su hermana Sofía, a quien le contaba sus ideas durante sus caminatas diarias, le propuso asociarse para convertirlas en realidad.

“Me ofreció ayudarme y, cuando acepté, supe que debía comprometerme al cien por ciento, porque si a alguien nunca podía fallarle era a ella”, confiesa.

Juntos construyeron un equilibrio perfecto. Sofía dirige la visión creativa y la comunicación de la marca, mientras él lidera la manufactura, los procesos y el desarrollo de productos.

También recuerda el apoyo de su hermano mayor, Roberto, quien al conocer la idea lo animó a dar el salto definitivo.

Con esa red familiar como impulso, los hermanos Fasquelle se inscribieron en un programa de incubación en Ciudad del Saber, un centro de innovación y emprendimiento en el país canalero, donde transformaron la idea de su antigua tesis en una empresa con impacto social y ambiental.

Durante los primeros meses trabajaron desde la casa de su madre, cosiendo y diseñando cada producto, pero con toda la motivación de un emprendedor.

La oportunidad de crecimiento llegó de forma inesperada cuando, en una limpieza de playa, Alejandro conoció al director de sostenibilidad de Adidas y le compartió su visión de transformar prendas descartadas en nuevos productos.

Esa conversación se convirtió en la puerta de entrada a colaboraciones con Adidas, Ciudad del Saber, Inditex, Bimbo y FORD, entre otras grandes empresas.

El impulso marcó el inicio de una nueva etapa para la compañía, que tras pasar por un primer taller pequeño logró establecerse en un espacio de 214 metros cuadrados con doce máquinas industriales en Ciudad del Saber.

Un taller con alma

Hoy allí trabajan más de diez personas, en su mayoría mujeres capacitadas por la Fundación Misericordiar y el equipo de Simple AF en habilidades de manufactura textil.

Su confudador valora especialmente esa alianza porque convirtió el emprendimiento en una plataforma de inclusión y aprendizaje.

“Ellas aprendieron un oficio y nosotros aprendimos de su disciplina y dedicación. Hoy son el corazón del taller”, dice.

Asegura que liderar ese grupo le ha enseñado a ser paciente y empático, promoviendo un ambiente de trabajo horizontal en el que se ve a sí mismo como un líder más que como un jefe.

“Aquí nadie es más importante que el otro y para nosotros es necesario que lo sepan. Nadie está arriba del otro, aquí todos cargamos una caja, cortamos la tela, cocemos juntos”, expresa.

Diseño con visión global

El joven empresario cuenta con una formación en Diseño Industrial por el Savannah College of Art and Design (SCAD) y una trayectoria internacional que fortaleció su mirada sobre el diseño.

Tras vivir en varios países de Centroamérica y estudiar un semestre en Hong Kong, desarrolló una visión global que hoy aplica a cada proyecto, combinando sensibilidad cultural con innovación.

En Cueros Vélez, en Medellín, aprendió la estructura técnica y el detalle artesanal del trabajo con accesorios; en Selina, en Estados Unidos, exploró la creación de mobiliario y arte en entornos colaborativos; y en Clandestino Labs, en Panamá, consolidó su criterio en manufactura y gestión de proyectos.

En cuanto a los productos, en Simple AF surgen piezas funcionales, duraderas y bien diseñadas que demuestran que la sostenibilidad también puede ser sinónimo de calidad.

“Cuando uno piensa en reciclaje, piensa que es artesanal, que tal vez dura poco y se compra más por apoyar la causa. Nosotros queremos distanciarnos de esa idea; buscamos que nuestros productos se vean tradicionales, acabados, de la mejor calidad y diseño”, aclara.

Como diseñador, combina la elegancia del diseño europeo con la funcionalidad del estilo outdoor, influenciado por marcas como Patagonia, The North Face y Topo Designs.

Y aunque se nutre de referentes globales, también encuentra inspiración en lo cotidiano y en la conexión con sus clientes.

Actualmente, la empresa desarrolla un catálogo de más de 80 diseños que incluyen mochilas, cartucheras, carteras y otros accesorios elaborados a partir de materiales recuperados.

Con más de 10 000 piezas fabricadas, Simple AF se consolida como un referente de manufactura sostenible en la región.

Entre desafíos y sueños

El emprendedor nacido en Honduras, pero criado en Panamá, reconoce que emprender ha sido una experiencia de constante aprendizaje, marcada por momentos de incertidumbre y la necesidad de mantener la calma ante los retos.

“En un emprendimiento cada problema se siente como el fin del mundo, pero he aprendido a tener paciencia y atacar cada problema poco a poco”, comenta.

Confiesa que, pese a los obstáculos, nunca ha considerado rendirse, porque antes de llegar a ese punto siempre hay al menos diez caminos posibles para evitar “tirar la toalla”.

Su trabajo ha sido reconocido a nivel regional por plataformas que destacan a jóvenes influyentes de Centroamérica, así como por iniciativas nacionales que promueven el liderazgo y la innovación.

“La gente te celebra, pero tú lo único en lo que puedes enfocarte es en las cosas que te salieron mal, y eso es lo que te genera ese síndrome del impostor. Sin embargo, ya estoy trabajando en eso”, comparte.

Mirando hacia atrás, confiesa que todavía le resulta increíble. Después de años de silencios y de sueños que parecían lejanos, ver su taller, más grande de lo que un día imaginó y lleno de vida y creatividad, le recuerda todo lo que aprendió en el camino.

“Vivo el sueño todos los días. Este espacio me encanta”, dice con una emoción que traspasa la fuerza de sus palabras.

Por ahora, proyecta expandir Simple AF más allá de Panamá, replicando su modelo en otros países de la región.

Su meta es construir más talleres donde se mantenga la misma empatía y compromiso que hoy define su equipo, fortaleciendo el impacto social del proyecto.

Etiquetas: Ayuda / diseño / Panamá / Roaring 20 / RSE / sostenibilidad

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