¿Sabía usted que hasta el 20% de los adultos acuden a la farmacia en busca de un antiácido al menos una vez por semana? Estas personas podrían ser víctimas del Reflujo Gastroesofágico, conocido comúnmente como acidez, que es uno de los trastornos gastrointestinales más frecuentes. Se estima que entre 14 y 20 de cada 100 adultos se ven afectados por esta condición médica.
La sensación quemante en el pecho que produce la acidez es uno de los síntomas más característicos del reflujo, se estima que 7 de cada 100 personas que lo padecen lo sienten diariamente, 20 de cada 100 lo experimentan al menos una vez al mes y el 60% de las personas lo padece de forma intermitente. El reflujo se produce cuando el ácido y contenido del estómago sube al esófago, tanto que se puede sentir en la boca y puede afectar a personas de todas las edades. Esto ocurre porque el ácido estomacal toca el esófago puede causar acidez, que se manifiesta como una sensación quemante e incómoda en la mitad del tórax, detrás del esternón, o en la parte superior del abdomen (el área entre el tórax y las caderas).
Causas de la enfermedad
Para que una persona que sufre de acidez sea diagnosticada con la enfermedad por reflujo gastroesofágico, debe experimentar los síntomas más de 2 veces por semana, durante algunas semanas, cuando esto ocurre es fundamental que se acuda a consultar con el médico.
Entre las principales causas de la enfermedad se citan el debilitamiento del músculo que actúa como válvula entre el estómago y el esófago, anormalidades como hernias hiatales que ocurren cuando la parte superior del estómago se mueve de forma ascendente hacia el pecho, la obesidad, el embarazo, el fumado y los efectos adversos producidos por el uso de algunos medicamentos.
Lo ideal es que las personas que experimentan los síntomas de la enfermedad por reflujo, acudan a un gastroenterólogo, que es el médico especialista en enfermedades digestivas y quien puede hacer el mejor diagnóstico de la enfermedad e indicar el tratamiento adecuado. La valoración debe incluir la apreciación clínica de los síntomas y el estudio endoscópico adecuado, es decir, una gastroscopía realizada por el gastroenterólogo para tener un diagnóstico seguro, sobre todo cuando existen síntomas de alarma como sangrado, pérdida de peso, dolor o dificultad para tragar.
Cuando los síntomas son ocasionales, el Instituto de la Salud de los Estados Unidos recomienda que se eviten alimentos y bebidas que aumenten la acidez como el chocolate, el café, la menta, el picante, la grasa, productos con tomate y las bebidas alcohólicas. También es importante que quienes fuman dejen de hacerlo, evitar comer de 2 a 3 horas antes de irse a dormir, controlar el peso y el uso de medicamentos de venta libre como los fármacos para la acidez que podrían enmascarar la enfermedad y propiciar el desarrollo de complicaciones como la inflamación del esófago.
Tratamiento
Para los pacientes que con estas recomendaciones no logran controlar los síntomas, existen alternativas de tratamiento medicamentoso que puede ayudarles. Tal es el caso de los medicamentos que se llaman Inhibidores de bomba de protones (IBPs).
Esta es la segunda familia de medicamentos más utilizada en el mundo, por detrás de los medicamentos para el control del colesterol. Son potentes supresores de la secreción de ácido gástrico y muy eficaces para el tratamiento de los trastornos gastrointestinales relacionados con la producción de ácido. Por lo general son seguros y bien tolerados por los pacientes, con una tasa de efectos segundarios de alrededor del 3%.
“Los inhibidores de bomba de protones se han utilizado con éxito por más de 20 años alrededor del mundo. Han cambiado la historia de las enfermedades asociadas al ácido gástrico por su alta efectividad. Además de ayudarnos a tratar la enfermedad de reflujo, los utilizamos para cicatrizar úlceras y para atender la gastritis. Usualmente se dan por un tiempo definido, pero hay enfermedades como el reflujo que requieren de su uso a largo plazo. La primera medida de precaución es tomarlos por el tiempo necesario ya que no todas las enfermedades requieren de su uso crónico y esto lo determina el médico especialista”, comentó la Dra. Marcela Porras, especialista en Enfermedad Digestiva y representante de la Asociación de Especialistas en Gastroenterología y Endoscopia Digestiva de Costa Rica.
Como con cualquier otro medicamento, los pacientes que deben tomar inhibidores de bomba de protones podrían experimentar algunos efectos adversos asociados al consumo del producto, entre los más comunes se citan el dolor de cabeza y la diarrea. Se han descrito otros relacionados con problemas renales y un aumento de infecciones bacterianas, sobretodo en pacientes con enfermedad crónica del hígado, por lo que se recomienda utilizarlos cuando son necesarios y siempre con guía y acompañamiento de un médico. La Asociación Americana de Gastroenterología se ha pronunciado sobre efectos adversos atribuidos al uso de esta familia de medicamentos como la demencia, problemas de absorción de calcio, osteoporosis e infecciones, indicando que los estudios que establecen dichas relaciones han mostrado fallas de diseño y porcentajes no significativos.
“Lo más importante, como lo es con cualquier medicamento, es que sean utilizados adecuadamente y siempre con la guía y orientación de un médico especialista. Cada paciente es diferente y sus riesgos son diferentes, por lo que se debe determinar el riesgo- beneficio de cada paciente en forma individual”, concluyó la especialista.
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