Rossana Lacayo combinó su gusto por la estética con su deseo de ayudar a personas con espíritu emprendedor.
Por Milagros Sánchez Pinell
“Un día lo soñé, otro día lo pensé y otro día lo logré”. Así resume Rossana Lacayo la historia de su clínica de estética Oh! La Lashes by Ross, después de siete años de trayectoria y un total de diez sucursales, entre México, Nicaragua y Costa Rica.
Un sueño personal, que además de brindar una carrera, brinda una oportunidad de negocio a sus trabajadoras, motivado por el espíritu filántropo de su propietaria. Con Rossana es posible pasar de ser empleada a ser su socia.
“Desde pequeña me encanta ayudar a la gente. Me siento una mujer alegre y positiva. Doy gracias a Dios por dejar huellas en muchas personas”, reconoce esta empresaria del ramo de la belleza, radicada en Managua, Nicaragua.
Su metodología consiste en darle la oportunidad a cualquiera de sus trabajadoras; siempre y cuando sean mujeres entregadas, esforzadas y honestas, en convertirse en su socia de una nueva sucursal, porque firmemente cree que el “sol sale para todas”.
Sin duda, Oh! La Lashes by Ross cambió y seguirá cambiando la vida de muchas mujeres “con actitud y aptitud», quienes pasaron de ser empleadas domésticas, maestras, amas de casa y hasta profesionales desempleadas a artistas de pestañas, micropigmentación y cejas.
“Me enorgullece mucho y me da alegría poder ayudar a personas que quizás se habían quedado sin trabajo o carecían de una carrera, y de pronto se les cruzó por el camino una diosidencia entre Roxana y ellas. Es muy gratificante crear fuentes de trabajo y ver como mi personal evoluciona como las mariposas”, remarcó.
Además, Oh! La Lashes by Ross, cuenta con su línea de productos de cuidado como: shampoo de pestañas, agua de rosas, bloqueadores, suero antiacné, baby cream, entre otros.
“Si pega en Guadalajara pega en cualquier parte”
Para esta emprendedora encontrarse con su pasión por la belleza le tomó un poco de tiempo, aunque siempre se había caracterizado por ser vanidosa.
Después de graduarse en Relaciones Internacionales en la Universidad de Monterrey, México, trabajó en un despacho de estrategias fiscales sin ser abogada ni contadora. Experiencia que le provocaba una sensación de insatisfacción.
Y como señal divina, a Roxana se le presentó la oportunidad de comprar un salón de belleza, algo que nunca sucedió. Sin embargo, esa inquietud por el tema siguió martillando en su cabeza hasta que decidió especializarse en pestañas y cejas en Estados Unidos y Europa.
Posteriormente regresó a México, donde abrió su primera clínica en Guadalajara siguiendo la frase “si pega en Guadalajara pega en cualquier parte” porque se dice que tiene un mercado “exigente, quisquilloso y demandante». Expresión que resultó ser muy cierta en su caso.
A partir de ahí, el éxito es incuestionable. Hoy en día, Rossana es propietaria y copropietaria de 4 clínicas de Oh! La Lashes by Ross en México (Guadalajara), cuatro en Nicaragua (Managua, Chinandega, Estelí y Juigalpa) y dos en Costa Rica (San Pedro y Escazú). En cada establecimiento se le ofrece al cliente garantía, un producto de calidad y una mano certificada.
“Estos siete años han sido gratificantes, donde he sembrado y he cosechado amistades, colegas y socias. He crecido de manera personal y profesional. Sobre todo, he aprendido de cada una de las personas que trabajan conmigo. Son siete años de humildad, de sueños logrados, de aprendizajes y de logros. En resumen, siete años de bendición de Dios”, expresó.
La empresaria considera que la clave de su éxito tiene tres componentes esenciales: humildad, confianza en Dios y estar enfocada en el camino. Aunque podemos sumarle su permanente búsqueda por la excelencia.
Rossana realizó estudios en Phibrows, Sviatoslav Academy y Nonstop Eyebrows. En el ramo de la micropigmentación y pestañas ha sido capacitada por Kristina Slavova y Thalita Melo. En cuanto a su personal, también han sido formados por los expertos Thalita Melo, Kristina Slavova, Aymara Rangel, Ángel Santos y Leonel Gorrasi.
“Los cursos y capacitaciones cuestan muchos dólares que nosotros asumimos porque siempre estamos a la vanguardia en cuanto a los cursos. El costo depende del estándar del maestro, y yo soy high standard porque me gusta que las capaciten los meros meros. Ellos me hacen una radiografía de cada una y me dicen el talento que tienen. Luego les hacemos un seguimiento y terminamos dándoles una carrera”, explicó.
Para Rossana su emprendimiento es un negocio que le apasiona porque el resultado es asombroso en las personas. “Me encanta ver cómo la gente progresa tanto a nivel interno como externo porque la gente se va contenta. Una clienta contenta son cien clientas más para nosotros”.
Por otro lado, Rossana es una mujer de familia. Está casada con Franco Blandón y es madre de Isabella, de 12 años, y Antonella, de tres. Y aunque a veces tiene que separarse de ellas como parte de su labor de empresaria, siente que las está honrando con su trabajo.
“Ha sido retador mi labor de mamá. Me duele tener que dejarlas diez o quince días cuando viajo a las otras sucursales, pero es mi trabajo. Pienso que a través de mi disciplina también les estoy inculcando valores. Veo a mis hijas haciendo lo mismo, cambiando y realzando miradas”, señaló.
Rossana también cuida de su mamá desde que sufrió dos derrames cerebrales y quién ha sido su compañera más leal. Además, dedica tiempo para caminar, andar en bicicleta y practicar boxeo.
Y mientras la acompaña la imagen de San Nicolás de Bari, santo del que se declara devota, Rossana espera continuar con su expansión con nuevas sucursales y poder continuar empoderando a más mujeres con espíritu de crecimiento. Eso sí – aclara – hasta que Dios se lo permita.
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