Café Alira es el reflejo de su creatividad, sensibilidad y compromiso con un arte culinario que deja huella.
Por Milagros Sánchez Pinell
Desde temprana edad, Leyla Alexandra Faraj sintió una conexión especial con la cocina, los sabores y la manera en que la comida puede reunir a las personas.
A los siete años comenzó a experimentar por su cuenta, descubriendo poco a poco que se trataba de su verdadera pasión, más que de un simple pasatiempo. Esa afinidad, reconoce, marcó su camino y definió muchas de las decisiones más importantes en su vida.
“Me gusta aprender, observar los detalles y transformar ideas en experiencias reales. Disfruto ser auténtica y encontrar mi propia manera de hacer las cosas. También me gusta ser única y nunca seguir lo establecido solo por costumbre”, afirma la joven hondureña.
Emprendiendo desde secundaria
Uno de los momentos que más la marcó ocurrió durante la secundaria, en una de sus primeras etapas como emprendedora con Frosted HN. Relata que tenía un pedido de macarons y, aunque ya los había preparado antes, esa vez todo comenzó a salir mal.
Tres intentos fallidos la pusieron al borde de la frustración. Pero decidió intentarlo una cuarta vez y funcionó. Esa experiencia le enseñó a confiar en sí misma, a tener paciencia y a entender que los errores también construyen.
“Los macarons son algo que nunca me falla y representa mucho de lo que soy: perseverante, detallista y comprometida con lo que amo. Se han vuelto parte de mi marca, tanto personal como profesional”, asegura.
Su vocación se volvió más clara en noveno grado, durante un campamento de verano en UCLA. Recuerda que, al elegir clases, su papá le sugirió tomar una sobre hospitalidad. A los dos días, llamó a su mamá para decirle que eso era lo que quería estudiar.
Este descubrimiento la llevó a graduarse en Gestión de Hospitalidad con especialización en Emprendimiento e Innovación en Pennsylvania State University, una etapa de mucho aprendizaje personal y profesional. Allí aprendió a ser independiente, a adaptarse a nuevas culturas y a valorar aún más sus raíces.
Afirma que una de las experiencias universitarias más formativas fue un laboratorio que simulaba un restaurante real, donde pasó por todas las fases operativas de un restaurante, desde las finanzas y el manejo de costos, hasta hacer pedidos a proveedores, desempeñarse como mesera, chef y, además, como gerente.
“Aprendí a trabajar bajo presión, a colaborar con personas muy diferentes a mí y a defender mis ideas con seguridad. Una de las lecciones más valiosas fue entender que el esfuerzo constante y la pasión siempre abren puertas”, añade.
Su pasantía en Royal Caribbean Group, específicamente con Celebrity Cruises, le dio una perspectiva más amplia al trabajar junto a un equipo talentoso y ver cómo sus ideas se convertían en realidad.
“Aporté en el desarrollo de menús que hoy ya están a bordo de barcos nuevos, y fue muy especial ver cómo algo que empezó como una propuesta terminó siendo parte de la experiencia de miles de personas”, dice.
Además, utilizó herramientas como Excel para crear dashboards (tableros de control) de alimentos y bebidas, y aprendió a tomar decisiones con impacto real.
Nace Café Alira
Todo ese recorrido desembocó en el nacimiento de Café Alira en Merendon Place, San Pedro Sula, Honduras. El proyecto nació como una extensión de ella misma.
“Más allá de la idea de abrir un negocio, fue la necesidad de darle forma a todo lo que había vivido, aprendido y soñado desde pequeña. Me inspiró la idea de crear algo que, además de bonito y delicioso, despertara emociones y dejara una sensación”, dice.
Quería un espacio donde cada detalle tuviera intención, se sintiera el cuidado, el amor y la dedicación detrás de todo. Alira es la forma en la que decidió compartir lo que más ama con los demás.
“Desde el inicio pensé en quienes buscan opciones más saludables, personas celíacas, diabéticas o simplemente quienes quieren cuidarse, sin dejar por fuera lo tradicional y lo que se antoja. En Alira creemos en el balance, y por eso nuestro lema es: Taste the balance”, explica.
Lo que distingue el local dentro del mercado actual es que encaja en varias categorías y eso es precisamente lo que lo hace único. Es un café saludable y también un lugar de antojos; una mezcla inesperada de contrastes que funcionan.
“Aquí puedes tomarte un jugo prensado en frío y luego comerte un pastel de chocolate con dulce de leche, sin culpa ni etiquetas. Cada producto tiene un giro distinto, algo que sorprende, pero a la vez reconforta. Alira busca ser diferente desde su esencia”, expresa.
El nombre Alira proviene del árabe y significa “único y honesto”. Estos dos valores, que definen su proyecto y su visión de vida, rinden homenaje a sus raíces y es una declaración de hacer las cosas con autenticidad y propósito.
Aunque al principio enfrentó el reto de confiar en sí misma y en su visión, así como de convertir una idea en realidad y rodearse de personas que compartieran su pasión y entendieran la esencia del proyecto, aprendió que liderar implica saber comunicar, escuchar y construir en conjunto.
Actualmente, Leyla está presente todos los días en su negocio, donde supervisa, prueba y crea. Se involucra directamente en el desarrollo del menú, la experiencia del cliente y la comunicación de la marca.
Asume un rol activo, pero también destaca que cada día aprende a delegar, confiando en un equipo que comparte su compromiso.
“Creo que el trabajo en equipo es clave. Para que funcione, cada uno necesita tener claridad en su rol. Yo estoy ahí para apoyar, guiar y seguir creciendo junto a ellos”, dice.
Su estilo de liderazgo es cercano, presente y basado en el ejemplo, lo cual traduce como “estar ahí todos los días, dirigiendo y trabajando a la par de mi equipo. Creo en liderar desde la empatía, en escuchar, apoyar y dar espacio para que cada persona crezca”.
Para ella, es importante que todos se sientan parte del proyecto, que entiendan el porqué de lo que hacen y puedan aportar desde su autenticidad. Más que la perfección, asegura que busca compromiso, ganas y actitud, recordándoles siempre que todos suman.
Desde que abrió las puertas de Café Alira aprendió a tener más paciencia consigo misma, a lidiar con la incertidumbre, a aceptar que a veces las cosas salen diferentes a lo planeado y a seguir adelante incluso en los días más difíciles.
Sin embargo, la lección más valiosa es que este viaje se hace acompañada y que rodearse de personas que creen en ella marca la diferencia.
“He tenido días de mucha incertidumbre, de cansancio, de sentir que me resulta difícil con todo, pero también momentos de orgullo, de ver cómo algo que nació como una idea empieza a tomar forma y a conectar con la gente”, señala.
Para el futuro, su creadora busca mantenerlo como un concepto único, evitando expandirlo como una cadena. Quiere que Alira conserve su esencia de especialidad.
Lo que sí visualiza, agrega, es retomar el catering, como en los tiempos de Frosted HN. Le entusiasma la idea de volver a crear mesas de postres personalizadas para bodas y eventos, donde cada detalle cuente una historia.
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