La diferencia entre quienes ven el trabajo como carga, en lugar de una oportunidad, poco tiene que ver sólo con las condiciones del trabajo en sí.
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Todo el mundo habla de propósito, pero más que hablar, se trata de contagiar. ¿Qué tanto vale la pena estudiar más de dos décadas para después trabajar otras más y utilizar gran parte del tiempo epara hacer algo que tiene poco sentido? ¿Realmente es justo dedicar los mejores años de la vida a desarrollar actividades que no aportan mucho para nosotros o para el mundo? ¿Es justo vivir esperando a que se acabe la jornada laboral para por fin hacer algo que nos apasiona? ¿Tiene sentido trabajar?, ¿Tiene sentido nuestro trabajo?, ¿Vale la pena lo que hace la empresa en donde trabajamos? Son las preguntas fundamentales para quien aspira a una vida con propósito.
¿Trabajar en sí mismo tiene sentido?
Todos necesitamos sentirnos útiles y obtener cierto respeto por ello, necesitamos ser apreciados en los contextos en los que habitamos y tener una red de relaciones en la que podamos dar lo que tenemos para dar.
Carecer de trabajo o perderlo durante un periodo importante de la vida nos deshabitúa de la existencia; nos desconecta del propósito superior que brinda pertenecer a una organización; nos enfrenta al miedo de no poder mantener a la familia o a nosotros mismos, a la resignación o la desesperanza al enviar cientos de currículos sin lograr emplearnos de nuevo, a la duda acerca de la propia valía personal, a la desadaptación a las nuevas circunstancias, al riesgo de la ruptura de pareja al desbalancearse las cargas, a la apatía del fracaso y al aislamiento de las antiguas redes que parecen “continuar progresando”.
Por ello, lo más importante del sentido del trabajo es Tener Trabajo, pero fundamentalmente estar conectado con este sentido que significa la maravillosa oportunidad de dotar la vida de sentido a través de un contexto en el que podemos donarnos a una tarea.
La diferencia entre aquellos que ven el trabajo como una carga en lugar de verlo como una oportunidad, más que solamente con las condiciones del trabajo en sí, pues en la mayoría de los casos es la actitud construida en medio de las creencias acerca de lo que el trabajo significa, lo que está sosteniendo dicha diferencia. Así es que vale la pena que nos preguntemos ¿qué significa para nosotros trabajar?, pues el asunto es que según las creencias que tengo acerca del trabajo, así suelo experimentarlo.
¿Tiene sentido mi trabajo en particular?
¿Acaso tenemos que ser tan solo un trabajador más? Con mucha frecuencia caemos en estos lugares comunes que no inspiran a nadie, ni nos permiten dotar de sentido lo que hacemos.
Terminamos diciendo que nos dedicamos a las finanzas, como si fuéramos tan solo uno más de los millones de financieros, ¿Acaso poco podríamos ser el faro que ilumina la toma de decisiones desde los números?; tenemos que ser un simple gerente más, ¿Acaso no podríamos ser el director de orquesta que hace que la magia suceda?
En mi último libro, ‘Los siete pecados del líder’, cuento lo que me sucedió hace unos años al llegar a compartir un taller sobre propósito en una empresa de mi país. Al entrar le pregunté al portero del edificio que en qué consistía su trabajo. Él, un poco sorprendido, me miro y me dijo: “Yo soy el responsable de la primera sonrisa del día”.
Efectivamente, mi sonrisa apareció y él cumplió con su propósito. Podría haber dicho simplemente que su trabajo era abrir la puerta y estar pendiente de la seguridad. Él prefería tener una diferencia que importara en su trabajo, una que lo hizo inolvidable y a través de esta historia que cuento, también lo hizo trascendente. Encontrar sentido en el trabajo tiene que ver con la construcción de identidad, con los roles que ocupamos y la manera como suelen reconocernos las demás personas.
Las organizaciones deben proveer una causa que genera un sentido compartido de identidad y propósito, ya que en la medida en que la identidad del trabajador tenga un fuerte vínculo con la empresa a la que pertenece, jamás correrá peligro su compromiso organizacional.
¿Por qué las empresas y el trabajo en general necesitan propósito?
Trabajar con sentido, tener un trabajo con sentido y formar parte de una organización con un propósito superior, no son solo reflexiones filosóficas interesantes que pueden hacer que un empresario se sienta mejor.
Actualmente, existe un cuerpo robusto de investigación que sustenta la necesidad imperante de trabajar en este tema, pues genera bienestar para todos.
En general, la investigación a lo largo del mundo, nos dice que el sentido del trabajo está relacionado con un mayor bienestar, compromiso organizacional, satisfacción laboral, sentido de la vida y satisfacción con la vida en general, mayor productividad y mejor desempeño labora, así como mejor desempeño de trabajo en equipo.
De igual forma, el sentido del trabajo está relacionado con menores niveles de ansiedad, hostilidad y síntomas depresivos, mejor carrera, mayor motivación y menor abandono laboral y ausentismo, así como con mayores niveles de felicidad, incluyendo mayor seguridad para realizar funciones y menor riesgo de enfermedades cardiacas.
Toda una buena inversión para que cualquier directivo comprenda la necesidad imperante de tener empresas con propósito, con la capacidad de dotar de sentido la vida de sus colaboradores.
Fuente: Portafolio
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