• 10 marzo, 2025

¿Cómo superar la parálisis por indecisión?

¿Cómo superar la parálisis por indecisión?

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Entiendo perfectamente esta sensación. Creo que todos la hemos experimentado. Se estima que una persona promedio toma alrededor de 35 000 decisiones al día. La mayoría son pequeñas elecciones, como qué ponerse, qué comer o qué publicar en redes sociales. Si se dedica demasiado tiempo a reflexionar sobre aspectos triviales, se puede terminar con fatiga por decisión.

La fatiga por decisión deja el cerebro demasiado agotado para tomar las decisiones realmente importantes. Es por eso que muchas personas exitosas automatizan o delegan esas pequeñas elecciones diarias (como el expresidente Barack Obama, quien solía usar siempre el mismo tipo de traje).

Después de reducir la carga mental de esas miles de decisiones pequeñas, es más fácil encontrar espacio para reflexionar sobre las decisiones trascendentales de la vida: ¿Debería cambiar de trabajo? ¿Debería divorciarse? ¿Debería tener hijos? ¿A dónde ir de vacaciones?

Reducir las opciones

Cuando las posibilidades son ilimitadas, es fácil sentirse abrumado y querer rendirse. Aquí, ayudaría reducirlas considerando aspectos como la época del año en la que se viajará, el tipo de viaje que se desea, el presupuesto, las personas que acompañarán, si se prefiere volar o conducir, etc. Al delimitar esas elecciones, se tendrán menos opciones para evaluar.

Pedir consejos imparciales

Siguiendo con el ejemplo del viaje, es lógico pedir la opinión de las personas que también participarán en la experiencia. Para decisiones que afectan a otros—como cambiar de trabajo o mudarse—considerar las necesidades y opiniones de quienes se verán impactados es fundamental. Sin embargo, una vez obtenida esa información, si la decisión final recae en una sola persona, aún puede ser difícil tomarla. En estos casos, conviene pedir la perspectiva de alguien que carezca de un interés personal en el resultado.

¿Duda sobre qué resort todo incluido elegir para unas vacaciones de primavera? Puede publicar la pregunta en un grupo de padres de su comunidad. ¿Desconoce qué sofá se verá mejor en su sala? Comparar fotos y pedir que la gente vote puede ayudar. ¿Considera cambiar de carrera? Conversar con un amigo que lo conozca bien puede brindar claridad.

Hacerse las preguntas adecuadas

Las listas de pros y contras son herramientas clásicas para tomar decisiones. Sin embargo, presentan un problema: asignan el mismo peso a todos los factores. Por ejemplo, al decidir sobre una mudanza, el beneficio de tener un jardín más grande  es incomparable con la desventaja de añadir una hora al tiempo de traslado o de cambiar a los hijos de escuela.

Hacerse preguntas más profundas puede ayudar a tomar una mejor decisión. Algunas opciones son:

  • ¿Esta decisión lo acerca a sus metas?
  • ¿Cómo cree que se sentirá respecto a esta elección en cinco años?
  • ¿Es algo que realmente desea hacer o algo que siente que debería hacer?

Escuchar la intuición (y el cuerpo)

Otro consejo útil para la toma de decisiones es imaginar que ya se ha tomado la elección y vivir con ella por unas horas o incluso una noche (el clásico “piénselo bien antes de actuar”). Si, por ejemplo, se imagina renunciando a su empleo y siente alivio, es una buena señal de que es lo correcto.

Cuando una decisión es importante, se siente físicamente. La consultora en liderazgo Diana Chapman sugiere que las mejores decisiones generan un “sí con todo el cuerpo”: la sensación de certeza se percibe en la mente, el corazón y el instinto.

Fuente: Fast Company


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