Es clave que la organización viva su misión y que los empleados comprendan cómo se traduce en metas tangibles, además de ver avances concretos.
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En el mundo impredecible de hoy—ya sea por factores económicos, ambientales o políticos—, mantenerse sereno y centrado puede ser más difícil que nunca. Los líderes deben aprender a conservar la calma, pues esto marcará el tono para el resto del equipo.
Estrés y emprendimiento
Como fundador y CEO, puedo dar fe de que el estrés es una parte inevitable del proceso. Por eso, tres de cada cuatro pequeños empresarios están preocupados por su salud mental, y más de la mitad han sido diagnosticados con ansiedad, depresión o problemas relacionados con el estrés.
A medida que una empresa madura, surgen nuevos desafíos y preocupaciones. En promedio, los emprendedores pasan casi el 70% de su tiempo trabajando “dentro” del negocio, resolviendo problemas urgentes.
Inevitablemente, habrá días y semanas en las que los fracasos superen a los logros. Es fácil caer en la negatividad. Pero si el líder opera desde un estado de calma, puede ayudar a que todos los demás den lo mejor de sí en el trabajo. A continuación, algunas estrategias que pueden ser útiles para lograrlo.
1. Evita ser el héroe de la historia
Muchos líderes sienten que tienen que salvar el día y que solo ellos pueden solucionar los problemas.
Sin embargo, este enfoque suele conducir a emociones extremas: momentos de euforia seguidos de profundas caídas. Y créanme, las bajas superan a las altas. Se pasa de la emoción a la desesperación sin encontrar ese punto medio de calma que es esencial para tomar decisiones estratégicas.
Es mucho más útil verse a sí mismo como una pieza dentro de un equipo más grande. Sí, es el líder, pero su papel es canalizar y potenciar los talentos del equipo que lo rodea.
2. La misión realmente importa
Mantener la calma es más fácil cuando se tiene un propósito claro. Las personas pueden sobrellevar un camino difícil si saben hacia dónde van y pueden ver avances, por pequeños que sean.
Aquí es donde entra la misión.En mi caso, la misión de mi empresa es sencilla: ayudar a los pequeños negocios a competir en un mundo dominado por Amazon y Shein. La tecnología es nuestra herramienta para empoderar a los clientes.
Es clave que la organización viva su misión y que los empleados comprendan cómo se traduce en metas tangibles, además de ver avances concretos.
Aunque parezca trivial, herramientas como tableros de seguimiento pueden ser muy útiles. En nuestra oficina, tenemos pantallas que muestran indicadores clave de desempeño y su evolución en el tiempo. También celebramos los logros en reuniones mensuales y reconocemos a quienes impulsan la misión.
3. Pensar en impacto, y menos en urgencia
El mundo de las startups se mueve rápido. Cada semana, surgen decenas (o cientos) de tareas urgentes que demandan atención. Para enfocarse en lo que realmente importa, es fundamental priorizar en función del impacto . En lugar de organizar la lista de pendientes por fechas de entrega, hay que identificar qué tareas realmente generarán cambios significativos para la empresa.
Cuando la lista de tareas es manejable, es más fácil salir del modo de pánico y enfocarse en lo esencial. Operar con adrenalina y tratar cada situación como una crisis puede dar resultados a corto plazo, pero es una receta segura para el agotamiento del equipo, lo que a la larga resulta ineficiente y contraproducente.
Para hacerlo bien, es imprescindible contar con prioridades a largo plazo. Definir una meta clara para la empresa permite distinguir entre lo que realmente importa..
4. La creación surge tras la destrucción
Además de dirigir una empresa, también trabajo en conservación ambiental. He sido testigo de cómo la devastación de un incendio forestal allana el camino para la regeneración, y de lo rápido que puede ocurrir ese proceso.
Pienso en eso cada vez que enfrento una pérdida, como la partida de un empleado clave. Por supuesto, duele. Pero con frecuencia, estas salidas abren paso a cambios y renovaciones necesarias. A partir de momentos difíciles, pueden surgir oportunidades de crecimiento.
5. Cuando haya dudas, anotar lo bueno y lo malo
Los líderes tranquilos se enfocan en lo positivo, pero también llevan registro de lo negativo.
A lo largo del año, mantengo una lista de mis «momentos de gratitud» y «momentos bajos». El verdadero valor de este ejercicio está en la retrospectiva. Al mirar atrás, suelo darme cuenta de que algunos de los momentos difíciles eran menos graves de como parecían. De hecho, muchas veces fueron necesarios y condujeron a grandes transformaciones.
Un ejemplo fue la pérdida de un acuerdo comercial. En su momento, pareció un gran revés, pero terminó siendo una bendición disfrazada, ya que nos impulsó a explorar nuevos mercados, lo que resultó clave para nuestro éxito.
Al final, cada líder debe decidir cómo quiere presentarse ante su equipo. En mi experiencia, la calma siempre supera al pánico. Esto es aún más cierto cuando las apuestas son altas y el equipo necesita que su líder ayude a reducir la tensión. Y en estos tiempos, esa habilidad puede ser más valiosa que nunca.
Fuente: Fast Company
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