• 16 noviembre, 2025

Del minuto crítico a la vida plena después del infarto

Del minuto crítico a la vida plena después del infarto

El infarto sigue siendo una de las principales causas de muerte, pero es posible superarlo si se reconocen a tiempo sus señales de alarma y se actúa con atención urgente, rehabilitación y ejercicio.

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En el mundo, el corazón sigue marcando una de las estadísticas más duras. El infarto agudo de miocardio se mantiene entre las principales causas de muerte. Pero detrás de esa cifra existe una verdad esperanzadora: muchos infartos son prevenibles y, tratados a tiempo, permiten volver a una vida plena. Lo importante es conocer cuáles son las causas, cómo se detectan los problemas y cuáles son los tratamientos.

“Se trata de un dolor de pecho opresivo que es como una faja en el tórax. Puede irradiarse a la mandíbula o al brazo izquierdo y si dura más de cinco o diez minutos es una señal de alarma. Ante ese cuadro hay que pedir ayuda de inmediato”, advierte Jorge Chavarría, cardiólogo intervencionista.

Por otro lado, Thelma Sánchez, cardióloga deportiva, señala que el 80% de los infartos es prevenible si adoptamos un estilo de vida saludable desde edades tempranas.

“El ejercicio regular es medicina: protege, retrasa la enfermedad y mejora su evolución si llega a presentarse”.

El cateterismo con stents, medicamentos y la cicatrización natural del vaso permiten recuperar flujo y función.

Un infarto ocurre cuando el flujo de sangre hacia una parte del corazón se bloquea total o parcialmente. La zona sin oxígeno entra en isquemia y, si falta el riego, empieza a morir. En ese escenario, cada minuto cuenta: fármacos trombolíticos o un cateterismo con colocación de stents pueden abrir la arteria y evitar un daño irreversible.

“Quien llega antes, pierde menos”, resume el dr. Chavarría al explicar por qué los sistemas de salud miden el llamado ‘tiempo puerta–balón’: el reloj que va desde el ingreso del paciente hasta que el catéter atraviesa la lesión.

El síntoma clásico es el dolor opresivo en el centro del pecho; sin embargo, los cuadros sutiles son frecuentes: fatiga inusual, falta de aire en tareas simples, agotamiento que se mantiene con el descanso o un cambio notorio en la capacidad funcional diaria. Si además hay factores de riesgo —hipertensión, diabetes, colesterol alto, obesidad, tabaquismo o antecedente familiar temprano— la vigilancia debe redoblarse.

“Cada vez vemos más jóvenes con infartos asociados a estrés crónico, mala alimentación y sedentarismo”, alerta Chavarría. “La herencia cuenta y obliga a chequeos dirigidos; prevenir deja de ser una opción para convertirse en una responsabilidad personal y familiar”.

Si desea leer el artículo completo, puede encontrarlo en la página 136 de nuestra edición digital.

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Etiquetas: Del minuto crítico a la vida plena después del infarto / el corazón / infarto agudo de miocardio

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