Sin embargo, los recientes hábitos de crianza están generando cambios en la conducta de ambas especies.
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El estudio durante años de la conducta de los perros y gatos en el mundo ha permitido establecer que estos dos seres tienen personalidades y actitudes muy diferentes entre sí, ya que pese a que ambos son tal vez los mejores animales domésticos por excelencia, sus conductas llevan a que los elijan según las necesidades de sus dueños.
Gracias a estos análisis, durante mucho tiempo se ha creído que los perros se apegan a las personas mientras que los gatos establecen un vínculo más fuerte con su entorno, lo cual fue revisado en un informe reciente de National Geographic basado en estudios científicos que confirma que, si bien esta creencia es en parte cierta, la relación entre estos animales y los humanos es más compleja de lo que parece.
En un reciente informe de este medio científico, lo primero que se advierte es que la clave para comprender estas diferencias radica en el proceso de domesticación y en la estructura social de cada especie.
En primer lugar, estos analistas señalan que los perros (Canis lupus familiaris) y los gatos (Felis silvestris catus) han evolucionado a partir de sus ancestros salvajes, el lobo y el gato montés, respectivamente y que la domesticación de cada uno ha seguido caminos distintos.
Por ejemplo, mientras que los perros han perdido muchas habilidades de supervivencia en comparación con los lobos y han desarrollado una mayor dependencia de los humanos, los gatos han mantenido un instinto de autonomía debido a su capacidad histórica de cazar para alimentarse.
“Por esto, para el gato, conocer su territorio era vital porque de ello dependía su supervivencia y, aunque ahora su vida sea mucho más doméstica que en los siglos pasados, conservan ese instinto. Es por eso que los cambios de domicilio les ponen nerviosos, especialmente porque cambian los lugares donde se sienten seguros – como las camas y sus refugios – y la posición de su comida y bebida”, explicaron.
Para el caso de los perros, el análisis dice que “nuestros antepasados se ganaron su confianza a base de ofrecerles comida, por lo que se volvieron gradualmente más dependientes de nosotros. En otras palabras, el proceso de domesticación nos convirtió en su foco de seguridad. Hay que considerar que los lobos son animales de manada, con una estructura social jerárquica; y que los perros, al depender de nosotros para comer, han intensificado su necesidad de una figura de referencia”.
Para explicar mejor las diferencias de apegos, NatGeo menciona que los investigadores Daniel Mills y Alice Potter, de la Universidad de Lincoln, realizaron un experimento en el que analizaron la reacción de varios felinos al ser dejados en una habitación desconocida en tres escenarios: con su dueño, con un extraño y solos. Luego, observaron su comportamiento al momento de la reunión con sus cuidadores.
Los resultados mostraron que la mayoría de los gatos carecían signos de angustia cuando su tutor se ausentó, lo que sugiere que son incapaces de generar un apego basado en la seguridad de la misma forma que los perros.
Sin embargo, algunos gatos sí mostraron una respuesta emocional ante la partida y regreso de sus cuidadores, lo que indica que pueden formar lazos de apego dependiendo de su personalidad individual y experiencias previas.
Así las cosas, se reafirma la teoría de las estructuras sociales diferentes entre unos y otros, ya que los perros son animales de manada y, como tal, buscan establecer relaciones cercanas con sus tutores, quienes ocupan el papel de líderes o compañeros dentro de su grupo social, mientras que los gatos, en cambio, carecen de un instinto de manada tan arraigado.
A pesar de que los gatos han sido históricamente más independientes, el informe sugiere que su comportamiento podría estar cambiando con el tiempo, ya que en la actualidad, muchos gatos domésticos viven en interiores, lo que podría influir en la forma en que se relacionan con sus tutores.
“La constante convivencia con humanos y la dependencia de estos para su alimentación y cuidado pueden hacer que, en el futuro, los gatos desarrollen un vínculo más parecido al de los perros”, advirtieron.
Por último, National Geographic sostiene que aunque los gatos generalmente dependen más de su entorno para sentirse seguros, lo cual está lejos de significar que evadan de formar lazos afectivos con sus cuidadores. Simplemente, su manera de expresar el apego es diferente, mientras se confirma que la relación entre humanos y sus mascotas sigue evolucionando y que aún queda mucho por aprender sobre el vínculo que compartimos con ellos.
Un proceso de domesticación diferente
Apego de los gatos
Relación con los humanos
Fuente: Portafolio
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