Bajo su liderazgo, primero como director general desde 1986 y luego como consejero delegado desde 1990, Tempos Vega Sicilia se consolidó como un símbolo de tradición, calidad e innovación.
Por Milagros Sánchez Pinell
Desde hace casi cuatro décadas, Pablo Álvarez ha sido el alma de Tempos Vega Sicilia, la bodega más icónica de España y una referencia mundial en el universo del vino.
Lo que comenzó con una sola bodega se ha expandido hasta convertirse en un grupo con seis bodegas y marcas emblemáticas como Alión, Pintia y Oremus.
Actualmente, la empresa cuenta con un equipo de 300 personas, tiene presencia en más de 140 países y, solo el año pasado, alcanzó un récord de 1,4 millones de botellas vendidas.
“Siempre digo que tuve la fortuna de enamorarme de mi trabajo. Mi familia confió en mí, me permitió seguir mi visión y desarrollar lo que consideré más adecuado. Hoy, es posiblemente la bodega más prestigiosa de España a nivel internacional y una de las marcas de vino más reconocidas en el mundo”, afirma.
El empresario vinícola nació en Bilbao, capital de la provincia de Vizcaya, en el País Vasco, en 1954 y cuenta con una formación en Derecho y Asesoría Jurídica Empresarial.
Además de su papel en Tempos Vega Sicilia, es propietario, junto a sus hermanos, de la sociedad patrimonial El Enebro.
Legado de evolución y respeto por la historia
Para el señor Álvarez, el legado de Tempos Vega Sicilia implica mantener la tradición e impulsar su evolución en sintonía con el crecimiento del mundo del vino.
En ese sentido, destaca el respeto que su familia ha tenido por el espíritu de Eloy Lecanda, fundador de Vega Sicilia hace 161 años.
“Nosotros somos la cuarta familia propietaria de Vega Sicilia y siempre respetamos esa esencia. La cultura del vino ha crecido enormemente en todo el mundo, y lo que hemos hecho es aprovechar esa expansión para seguir desarrollando la calidad en todo lo que hacemos”, agrega.
A lo largo de su liderazgo, la modernización ha sido clave, logrando un equilibrio entre innovación y respeto por la esencia de sus vinos.
“El mundo del vino está en constante evolución, y modernizarse es esencial, siempre que se respete la identidad de cada vino. El compromiso ha sido mejorar sin perder la esencia, asegurando que su personalidad y origen sigan intactos”, destaca.
Para el empresario, el éxito de la empresa que dirige radica precisamente en preservar su identidad sin dejarse llevar por modas pasajeras. Más que rechazar los cambios, considera que deben aplicarse con criterio y respeto por lo que ya existe.
Este enfoque ha posicionado a Tempos Vega Sicilia como un referente de excelencia a nivel mundial, basado en dos estrategias fundamentales: la mejora constante de la calidad y una fuerte presencia internacional.
También, señaló que han desafiado la mentalidad de que «el buen paño en el arca se vende», apostando por una proyección global activa.
“Creo que todo lo que hagas y es bueno hay que enseñarlo. La gente tiene que conocer y ver lo que estás haciendo, caso contrario, nadie lo sabrá. Nosotros hemos sabido movernos, llevamos muchos años viajando, enseñando lo que hacemos y, a pesar del prestigio que tenemos seguimos recorriendo el mundo”, afirma.
En cuanto a la región, el empresario destacó cómo Latinoamérica ha contribuido a la expansión del mundo del vino en los últimos años, con un notable crecimiento del consumo en México. De igual manera, resaltó el desarrollo del mercado en países como Brasil, Chile y Argentina.
“España ha logrado consolidar su presencia en México, y hasta hace dos años éramos el vino español más conocido. Ahora, los vinos mexicanos nos han sobrepasado, pero seguimos siendo los segundos vinos que más se consumen en México”, dice, añadiendo que Estados Unidos es el mayor consumidor de vino en el mundo.
Un liderazgo cercano y humano
El consejero delegado de Tempos Vega Sicilia define su estilo de liderazgo como cercano y basado en la confianza en su equipo. Reconoce que su doble rol como dueño y director lo ha llevado a adoptar una postura un tanto patriarcal.
“Necesito tener una buena relación con las personas con las que trabajo. Me gusta mantener un vínculo personal, porque además de trabajo son vidas. Hay que preocuparse por eso, y así lo he hecho siempre. Esa es mi forma de trabajar y esa es la que a mí me gusta”, expresa.
Sobre la complejidad de gestionar empresas familiares, reconoce que las familias pueden ser un desafío.
«Las familias siempre somos un problema. Es una cosa complicadísima. En el family business, lo difícil es la family y lo fácil es el business», señala con un toque de humor.
Por otro lado, su trabajo en la industria del vino lo ha llevado a viajar más de 120 días al año, una experiencia que considera clave en su formación porque le ha permitido conocer el mundo y a los consumidores.
«Viajar te educa, te enriquece y te ayuda a entender mejor a las personas. Profesionalmente, me ha permitido conocer las grandes bodegas de Francia, aprender de su historia y entender qué hacer y qué evitar en el mundo del vino», comenta.
El vino como emoción y compañía
Un dato interesante sobre su visión del vino es que lo considera una experiencia que debe emocionar.
“Siempre digo que el vino es un plato más de la comida. Lo mismo que te apetece coger el plato, te tiene que apetecer coger la copa. Un periodista español que ya falleció y era cliente nuestro me decía que a Vega Sicilia le tenía que agradecer por acompañarlo en los grandes momentos de su vida, pero también por ayudarlo a soportar los peores momentos. Yo creo que es bonito que te digan eso. El vino es para disfrutar y sentirlo”, relata.
A nivel personal, entre los vinos que más lo han marcado emocionalmente, menciona algunos de Burdeos y Borgoña, además de los propios de Vega Sicilia, cuya evolución con los años sigue sorprendiéndolo, aunque reconoce que se hacen grandes vinos en otros sitios.
El relevo generacional
En cuanto al relevo generacional en Tempos Vega Sicilia, señaló que el proceso “va lento, pero va”. Aunque la expectativa es que la tercera generación continúe con el legado familiar, enfatiza que además del deseo de asumir la dirección, es fundamental tener la preparación y la capacidad necesaria.
Para garantizar una transición sólida, considera esencial contar con asesoramiento externo que ayude a identificar quién está mejor preparado para liderarla. Aun así, destaca la importancia de que la empresa permanezca en manos de la familia, como ocurre en muchas de las grandes bodegas del mundo.
“Más que la tradición, la familia va a transmitir la continuidad de la filosofía de la bodega, el desarrollo y el futuro de la empresa, lo cual es muy importante”, dice.
Si tuviera que dar un consejo a su sucesor, señalaría que Tempos Vega Sicilia es una gran bodega y que la humildad es fundamental en este negocio.
“Lo que somos ya lo somos sin necesidad de demostrarlo. Pero debemos ser prudentes, honestos y humildes para seguir con el negocio, nunca olvidando quienes somos”, subraya.
Sobre sus proyectos personales una vez que entregue el mando, confiesa que siempre ha soñado con tener una bodega en Borgoña, una región que visita una o dos veces al año.
“Se que es muy difícil porque la Borgoña ha adquirido unos precios que están reservado solo para los grandes multimillonarios del mundo, pero me encantaría estar allí. Ha sido un sueño que siempre he tenido, así que probablemente nunca lo podré realizar”, dice para concluir.
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