Tras sufrir algún tipo de lesión, algunas partes tienen el poder de recuperarse.
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Uno de los datos más impresionantes del cuerpo humano es su capacidad para sanar y renovarse. Aunque es cierto que muchos tejidos y órganos tienen una capacidad limitada de reparación, algunos poseen un poder regenerativo extraordinario, debido a la presencia de células madre, factores de crecimiento y mecanismos biológicos que estimulan la regeneración celular; permitiéndoles recuperar su función incluso después de sufrir daños significativos.
Muchas veces la regeneración es imperfecta, en ciertos casos, el órgano en cuestión está lejos de recuperar su forma o funcionalidad original, lo que puede ocasionar cambios en su estructura o desempeño. Entender estos procesos es clave para desarrollar terapias regenerativas que contribuyen a mejorar la calidad de vida. Estos son los órganos humanos con mayor capacidad de regeneración y su increíble proceso.
Las amígdalas actúan como una barrera de protección, atrapando bacterias, virus y otros patógenos que ingresan por la boca o la nariz. Existen casos en los que las amígdalas han vuelto a crecer luego de ser extirpadas desde la niñez.
Es importante mencionar que este proceso se debe realizar cuando las amígdalas se inflaman, tras infecciones bacterianas o virales, causando dolor de garganta, fiebre y dificultad para pasar la comida.
Estudios han revelado que con tan solo el 10% del hígado, éste se puede regenerar hasta lograr su funcionamiento de manera correcta. El hígado es un órgano vital para el funcionamiento correcto del sistema digestivo; entre sus funciones principales, se encuentra filtrar toxinas de la sangre, producir bilis para la digestión de grasas, almacenar energía en forma de glucógeno, regular el metabolismo de nutrientes y sintetizar proteínas clave para la coagulación.
Sin duda alguna los pulmones son parte vital de nuestro sistema cardiorrespiratorio, que tienen una capacidad de regeneración notable, debido a la presencia de células madre y progenitores, que pueden reparar el tejido dañado y generar células nuevas si se requiere. Esto se debe a que el tejido pulmonar está en constante contacto con el oxígeno, lo que requiere una renovación celular eficiente para mantener su función.
Así mismo, si se trata un caso de daño leve o moderado como infecciones o inflamaciones, el epitelio pulmonar puede repararse rápidamente sin dejar cicatrices permanentes.
Así como es el órgano más grande del cuerpo humano, es su capacidad regenerativa, puesto que es el órgano más expuesto a lesiones, lo que implica su necesidad para renovarse constantemente para proteger al cuerpo de infecciones y daños.
Este proceso ocurre gracias a la actividad de células madre epidérmicas, que generan nuevas células para remplazar las que se pierden por heridas, quemaduras o el desgaste natural. De igual forma, la piel cuenta con una capacidad de cicatrización en la que participan factores de crecimiento y proteínas como el colágeno.
La capacidad de regenerarse del bazo es asombrosa, al punto de que, en ocasiones puede hacerlo sin que la gente se dé cuenta. Es un órgano fundamental del sistema inmunológico y circulatorio, ubicado en la parte superior izquierda del abdomen.
Sus principales funciones incluyen filtrar la sangre, eliminando glóbulos rojos viejos o dañados, almacenar plaquetas y glóbulos blancos, y producir anticuerpos don el fin de defender al organismo contra las infecciones. Es vital mencionar que, el bazo actúa como un reservorio de sangre en caso de emergencia.
Los huesos tienen la capacidad de regenerarse después de una fractura.Estos tienen una gran capacidad de regeneración debido a la actividad de células especializadas como los osteoblastos y osteoclastos.
Cuando un hueso se fractura, el cuerpo inicia un proceso de reparación en tres fases: primero se forma un coágulo sanguíneo y un callo blando de cartílago en la zona afectada; luego los osteoblastos remplazan el cartílago por hueso nuevo; y finalmente, el hueso se remodela hasta recuperar su estructura y resistencia original. Este proceso puede tardar hasta unos dos meses, dependiendo de varios factores como la edad, la nutrición y el suministro sanguíneo.
Amígdalas
Hígado
Pulmones
Piel

Bazo
Huesos
Fuente: Portafolio
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