El día que trataron de meter preso a Darío por Roberto J. Argüello, Chairman de Vida y Éxito

Resulta que el inmortal poeta fue profesor en la escuela “La Independencia” fundada por el padre del General Valle Candia, el Doctor y General José Nicolas Valle Silva.

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Por Roberto J. Argüello, Chairman de Vida y Éxito

En el sensacional libro escrito por María Valle Peters sobre la historia de familia Valle y sus contribuciones a Nicaragua titulado “El Legado de la Familia Valle en la Historia de Nicaragua” me encontré un discurso pronunciado por el Doctor Fernando Centeno Zapata en marzo de 1972.

Casi al final del discurso, el Doctor Centeno Zapata cuenta una anécdota de Rubén Darío, que jamás había leído. Resulta que el inmortal poeta fue profesor en la escuela “La Independencia” fundada por el padre del General Valle Candia, el Doctor y General José Nicolas Valle Silva. Lo siguiente es un extracto de ese discurso:

“Aquí en esta casa fundó el Doctor, Ingeniero y General José Nicolás Valle Silva, en el año 1883, el colegio “La Independencia”. En la nómina del colegio aparece Rubén Darío, que apenas alcanzaba los 16 años”.

Cuenta el General Valle en sus Memorias que en el Colegio que fundara su padre, tuvo como compañeros de pupitre a Jerónimo Valerio y Arturo López de Chinandega, a Fanor Hernández, Arturo Chávez, a su hermano Nicolás, Juan de Dios Vanegas, José de la Cruz Mena y a otros que sin saber porque, ni para qué, Darío los obligaba a memorizar la epístola de Horacio a los Pisones.

Según el relato del Doctor Centeno Zepeda, a Darío se le quiso encarcelar acusándolo de vago, cuando era Gobernador de Policía, el abogado granadino llamado Fausto Antonio Cajina. Para justificar su atropello contra Darío, El Gobernador Cajina tomó declaración al tinterillo de su oficina quien dijo: “que le consta que Darío era vago, porque dicen que es poeta y como los poetas son vagos…Darío, que era poeta, tenía que ser vago”.

Pero la historia no termina aquí. La noticia llegó a oídos de Darío quien madrugó al Colegio y le contó a su director lo que le pasaba. Cuenta el General Valle que su padre se indignó tanto, que inmediatamente, acompañado de todos sus alumnos, fue a donde el Gobernador Cajina a reclamarle y a mostrarle los Estatutos del Colegio en donde aparecía el nombre de Rubén Darío en la nómina de sus profesores, y por supuesto, lejos de ser vago Darío contribuía a la educación de numerosos jóvenes. Al ver la seriedad de lo expresado por el Doctor Nicolás Valle Silva, el Gobernador Cajina tuvo que dejar al tranquilo al poeta. Increíble que esto haya sucedido.

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