Por Karla Icaza, Vicepresidenta Ejecutiva Gobierno Corporativo de Grupo Promerica.
En mi columna anterior les compartí sobre el matrimonio de nuestro hijo Sebastián. Viajamos a México unos días ante de la boda. Allá nos encontramos la FVI (Familia Vega Icaza) y como siempre reunirnos, es recordar; regresar a cuando estábamos juntos, revivir momentos, reírnos nuevamente de todo lo vivido. Si hay algo que me encoge el corazón, y no hay muchas cosas que lo hacen, es ver cuando mis hijos se encuentran. Esos abrazos apretados que se dan significan el mundo para mí. De igual forma, cuando se despiden mi corazón se vuelve a encoger, pero de nostalgia. Por circunstancias de la vida nos hemos convertido en “ciudadanos del mundo”. Así se han acomodado las cosas, pero nos mantenemos conectados y tratamos de vernos al menos una vez al año. No pierdo las esperanzas de que algún día podamos convivir nuevamente en el mismo país, para disfrutar de la familia y de las siguientes etapas de sus vidas. Agradezco a Dios y a mi esposo el haber construido una familia unida por el amor más grande.

Unos días antes del viaje a la boda le escribí a Jacke (esposa de Sebastián) y a Vero (prometida de Alejandro), para decirles que apartaran una tarde porque quería que pasáramos un tiempo juntas. Nos fuimos las tres a un spa; en mi corazón estaba consentirlas y se me ocurrió que esta era una buena manera de hacerlo. Después fuimos a cenar.
Cuando se me ocurrió este plan, le dije a mi esposo que quería pasar un tiempo con ellas no solo para que se conocieran, sino también para platicarles como ha sido nuestra cultura familiar. Algo como leerles “el Manual de Operaciones de la FVI”. Parece chiste, pero cada familia tiene una cultura y cuando nos casamos lo hacemos con la familia también. La cultura familiar modela nuestros comportamientos, entonces es muy importante entenderla.
Recuerdo la primera vez que almorcé en la casa de la mamá de mi esposo (no me gusta la palabra suegra ni tampoco la palabra nuera). Les dije a Vero y a Jacke que ellas eran mis Daughters-in-love (en ingles nuera se dice daughter-in-law y suegra mother-in-law) y que yo esperaba ser su Mother-in-love (Madre en amor).

Regresando al primer almuerzo, cuando me senté a la mesa me llamó la atención que había siete platos distintos para comer. Una proteína, ensalada, un vegetal y cuatro carbohidratos. La comida era todo un ritual. Comer es muy importante para la familia de mi esposo, no así para la mía. En mi casa siempre comimos saludable y realmente nunca le pusimos importancia a los tiempos de comida. Mi esposo me dice que yo como por necesidad. Les doy este ejemplo simple para ilustrar mi punto – cada familia tiene su cultura. Hay cosas que para mí han sido difíciles de asimilar respecto a la cultura de la familia Vega, igual que para mi esposo ha sido difícil asimilar cosas de la familia Icaza; sin embargo, hemos aprendido a comprender comportamientos del uno y del otro que fueron moldeados por nuestra cultura familiar.

En la cena me dediqué a compartir con mis daughters-in-love la cultura de la FVI. Hablamos por un gran rato, nos reímos, ellas compartieron un poco de sus vidas, les conté como eran Alejandro y Sebastián cuando eran niños, entre otras cosas. De nuestra cultura familiar les destaqué tres cosas:
- La FVI somos un equipo. Los cinco unidos hemos salido victoriosos de muchas dificultades. Cuando alguno tiene un problema todos nos ponemos en modo apoyo. Ellas ahora son parte de la FVI y por ende se convierten en miembros de este equipo (si así lo desean).
- La comunicación en la FVI es franca, transparente y abierta. Mi esposo y yo le enseñamos a nuestros hijos que podían confiar en nosotros, hablar de lo que fuera, “confesar sus pecados”, pedir consejos, desahogarse de situaciones y llorar. Ellos saben que su papá y yo estamos para ellos 24/7. Nos decimos todo, lo bueno, lo no tan bueno y lo trivial. Todos confiamos en todos; cuando hablamos algo que es confidencial no hay temor de que a alguno se le vaya a escapar. Entonces a Vero y a Jacke les dije que cuando vieran que Alejandro y Sebastián compartieran con nosotros algo o quisieran un consejo nuestro no se sorprendieran; de hecho, les dije, nosotros estaremos para ustedes también en la medida que ustedes quieran. Aprendí de mi mamá a ser prudente y les prometí a ellas que siempre haré mi mejor esfuerzo para serlo.
- El amor de la FVI sobrepasa cualquier discusión y enojo. Aunque hemos tenido nuestros issues unos con otros, nunca nos hemos dejado de hablar. Los conflictos se ponen sobre la mesa y se resuelven. No guardamos nada contra nadie; a veces los cargamos un ratito, pero terminan saliendo y resolviéndose.
Esa tarde que compartí con Vero y con Jacke fue muy especial. Me alegró sentirlas parte de nosotros y ver la dinámica entre ellas: franca, abierta, sincera.
En la FVI se ha cumplido lo que dice 2 Corintios 9:6 “Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará.” Nos dedicamos a sembrar amor, el nuestro por ellos y el de Dios, y ahora estamos disfrutando de esa gran cosecha que se ha comenzado a multiplicar.
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