15 noviembre, 2025

Región enfrenta el reto de elevar su productividad agrícola ante la creciente inseguridad alimentaria

Un nuevo informe regional advierte que la producción ha crecido más por expansión de insumos que por eficiencia, y propone acelerar la adopción tecnológica y la sostenibilidad para responder a la demanda futura.

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América Latina y el Caribe atraviesan un momento decisivo para transformar su agricultura y reforzar la seguridad alimentaria regional. Así lo plantea un nuevo informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que urge a los gobiernos a impulsar la productividad del sector para mejorar los medios de vida rurales y proteger los ecosistemas frente a la presión creciente de la demanda de alimentos.

El estudio, Productividad agrícola en América Latina y el Caribe: qué sabemos y hacia dónde vamos, muestra que, aunque la producción total se multiplicó casi por seis desde 1960, el impulso reciente proviene más del uso intensivo de insumos —tierra, mano de obra, fertilizantes, maquinaria y agua— que de mejoras reales en eficiencia.

Entre 2010 y 2020, la productividad total de los factores avanzó apenas un 0,9% anual, muy por debajo del promedio de 1,7% de las seis décadas previas. Esa tendencia, advierte el BID, amenaza la capacidad regional de atender una demanda alimentaria en aumento en un contexto donde el 28% de la población sufre inseguridad alimentaria y la pobreza rural afecta a casi cuatro de cada diez habitantes.

El informe ofrece una guía de acción para revertir esta desaceleración, centrada en la adopción de tecnologías, la innovación climáticamente inteligente y la inclusión. Según Fabrizio Opertti, gerente del Sector de Productividad, Comercio e Innovación del BID, estas líneas de acción pueden elevar rendimientos y eficiencia sin comprometer el capital natural, convirtiendo al sector agrícola en un motor de competitividad y resiliencia.

Entre sus recomendaciones, el estudio subraya la necesidad de fortalecer la asistencia técnica y los servicios de extensión para cerrar la brecha tecnológica, incorporar criterios ambientales en las métricas de productividad y diseñar políticas que aseguren sostenibilidad a largo plazo. También plantea que la adaptación climática debe verse como una oportunidad estratégica para aumentar la resiliencia del sector.

El documento hace hincapié en abordar las desigualdades sociales mediante intervenciones focalizadas y en equilibrar el apoyo directo con inversiones en bienes públicos —infraestructura, investigación e innovación—, además de robustecer los sistemas de datos agrícolas para orientar decisiones basadas en evidencia.

El informe incluye estudios de caso de nueve países —Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay— que permiten observar la productividad desde escalas nacionales y subnacionales. Asimismo, introduce el Índice de Productividad Sostenible (IPS), que evalúa el desempeño agrícola entre 1995 y 2021 combinando datos de producción con costos ambientales. Sus resultados muestran que, aunque la región ha logrado incrementos importantes en la producción, su desempeño se debilita cuando se incorpora la sostenibilidad, lo que enfatiza la urgencia de equilibrar crecimiento y protección ambiental.

Con un sector agrícola que aporta el 6% del PIB, genera el 15% del empleo y representa casi una cuarta parte de las exportaciones de la región, el BID sostiene que avanzar hacia un modelo más productivo, sostenible e inclusivo será clave para responder a los retos económicos, sociales y climáticos de las próximas décadas.

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