Con más de 60 productos y presencia en 13 países, la empresa se consolida como símbolo de innovación, elegancia y durabilidad.
Por Milagros Sánchez Pinell
A los 12 años, Pierre Dreikha recorría las calles vendiendo puerta a puerta con la determinación de quien entiende que el esfuerzo es el único camino para salir adelante.
Había llegado a Venezuela apenas dos años antes, proveniente de una familia siria sencilla y con convicción de construir un futuro distinto.
“Tuve una vida difícil, pero conté con algo que vale más que cualquier título, la voluntad de nunca rendirme”, afirma.
Durante cuatro décadas trabajó en el mundo de los electrodomésticos, representando marcas internacionales y conociendo cada detalle del negocio.
“Esos años me enseñaron a entender el valor de la marca, del servicio y de la calidad. También me dejaron una lección más importante, que llega un momento en la vida en que uno debe dejar de construir los sueños de otros para empezar a construir los propios”, recuerda.
Fue entonces cuando decidió dar el paso de crear su propia marca. Así nació Drija, una empresa familiar fundada en Panamá en 2015 dedicada a la fabricación y comercialización de electrodomésticos empotrables, hoy presente en 13 países de América Latina y el Caribe.
Su modelo combina componentes europeos con un servicio técnico personalizado y un enfoque en sostenibilidad, convirtiendo a la marca en un referente de calidad, diseño y cercanía con el cliente.
Su filosofía se basa en la calidad y la honestidad, principios que guiaron cada etapa de su crecimiento. Fabrica con componentes de Italia y Alemania para asegurar la durabilidad de sus productos y ofrece un servicio ágil con repuestos disponibles en todos los países donde opera.
“Si algo lleva mi apellido, tiene que ser bueno. Atendemos a los clientes como me gustaría que me atendieran. La gente confía en Drija porque siente que detrás hay personas”, aclara.
Esta iniciativa empresarial es fruto de la experiencia, la necesidad, la fe y el compromiso familiar que lo ha acompañado en cada desafío.
“Mi familia lo es todo. He trabajado siempre junto a ellos. Mi esposa, mis hijos, todos han sido parte del camino. Ellos conocen el sacrificio que hay detrás de cada logro, porque lo vivieron conmigo”, reconoce.
Para el empresario, la necesidad impulsa y la fe sostiene. Sus hijos lo vieron trabajar desde joven y aprendieron con él que el éxito se conquista día a día.
“Dejé mi país, mi gente y muchas veces mi descanso, pero nunca perdí la esperanza. El sacrificio se siente menos duro cuando uno ama lo que hace. Creo que Dios te da las pruebas exactas para ver si de verdad quieres lo que sueñas y yo nunca quise poco”, comenta.
En consecuencia, su forma de liderar siempre ha sido con el ejemplo, nunca con palabras, porque solo pide de los demás aquello que él mismo está dispuesto a hacer.
Un líder comprometido
Como fundador y presidente de la compañía de electrodomésticos, Dreikha está presente en cada rincón del negocio. Supervisa productos, visita fábricas y viaja constantemente a Asia, Italia y Alemania para garantizar la excelencia en cada detalle.
Cree que los negocios se construyen con las manos y con el corazón, y a sus 68 años mantiene intacta la energía de seguir aprendiendo, innovando y soñando más grande que nunca.
Por otro lado, el crecimiento de la compañía trajo consigo nuevos retos, especialmente el de expandirse sin perder la esencia con la que nació, reconociendo que mantener viva esa identidad ha sido tan importante como alcanzar nuevos mercados.
“El desafío más grande ha sido crecer sin perder el alma. Drija nació en familia, pero hoy es mucho más que eso. Dios ha puesto en mi camino a colaboradores que se han convertido en parte de esta historia, personas que trabajan con el mismo corazón con que empezó todo”, dice.
Añade que la verdadera sabiduría está en reconocer cuándo guiar y cuándo dejar que otros también florezcan. Su misión como fundador es entregar lo mejor de sí cada día, para que la segunda y tercera generación, junto a sus colaboradores fieles, continúen construyendo una empresa sostenida por un propósito más grande.
Su estilo de liderazgo se define por la exigencia acompañada de empatía. Prefiere rodearse de personas apasionadas que sientan orgullo por lo que hacen y compartan su visión de excelencia.
“Soy exigente, pero justo. Prefiero trabajar con gente que tenga fuego, que crea en lo que hace. Siempre les digo que en Drija vendemos confianza, y esa confianza empieza dentro. Si tú crees en lo que haces, el cliente también lo siente”, admite.
Actualmente le llena de orgullo y entusiasmo ver cómo la marca se expande y mantiene su reputación, un logro que se refleja en la reciente llegada a México, experiencia que para su fundador significó cumplir un sueño.
“Cada nuevo mercado es un recordatorio de que todo sacrificio valió la pena. Hemos logrado consolidar la expansión con perseverancia, aunque ha sido difícil. Nunca fue el dinero ni los contactos, fue el trabajo, los viajes, las madrugadas, los errores y volver a intentar”, expresa.
Convencido de que la fe y la energía son el motor de cada conquista, cree firmemente que siempre existe una nueva oportunidad esperando ser alcanzada.
Por lo tanto, ver algo que nació de cero y hoy forma parte de los hogares de miles de familias representa para él la mayor satisfacción en este camino de esfuerzo y perseverancia.
“Cuando veo una cocina Drija en otro país, me emociono. Es como ver una parte de mí en cada casa. Me llena saber que el trabajo de una vida se transformó en algo que la gente valora, usa y disfruta todos los días”, comparte con orgullo.
Confiesa que liderar una marca que forma parte de los hogares de miles de familias implica una gran responsabilidad que trasciende los resultados comerciales.
“Cuando una familia confía en ti, nunca puedes fallarle. Cada cocina con un producto Drija es un compromiso de honor. Más que vender electrodomésticos, vendo parte de mi historia, de mi esfuerzo y del nombre de mi familia y eso es invaluable”, afirma.
Para Pierre Dreikha, el verdadero éxito trasciende el dinero y se refleja en la tranquilidad de mirar atrás y saber que lo entregó todo. Significa haber perseverado cuando las circunstancias parecían imposibles, haber actuado siempre con integridad y mantener un nombre que vale más que cualquier contrato.
“Para mí, éxito es ver a mis hijos seguir construyendo sobre lo que empecé, con la misma pasión, pero con su propio sello. Eso… eso es lo que más orgullo me da”, concluye.
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