Una psicóloga deportiva que acompaña a atletas, entrenadores y familias en el camino de crecer dentro y fuera de la cancha.
Por Milagros Sánchez Pinell
Su infancia estuvo llena de actividad física, disciplina y juegos de fútbol junto a su hermano mayor, mientras que su curiosidad la llevaba a preguntarse cómo funcionaba el cerebro y cómo evoluciona el ser humano con el paso del tiempo.
Esa mezcla de intereses moldeó su personalidad y encendió en ella la convicción de que dedicaría su vida a acompañar a otros.
“Mis padres desde muy pequeña me enseñaron lo importante de ayudar, por lo que desarrollé ser una persona empática, que escucha y acompaña. Creo que algo en mí siempre supo que mi vocación era ayudar”, afirma.
A los 15 años decidió que sería psicóloga y en su tercer año universitario descubrió la psicología deportiva, un área que le permitió unir su pasión por el deporte con su vocación de servicio.
“Estaba convencida que ese era mi camino, logré mirar para atrás mi vida en el deporte y dije ‘si tan solo yo hubiera tenido alguien que me guiara en estos aspectos’. Por lo que decidí ser esa persona que guiara, acompañara y educara sobre la importancia de la salud mental dentro del deporte”, expresa.
Reconoce que de su padre chiricano heredó el amor por la naturaleza y los caballos, y de su madre brasileña la pasión por el fútbol.
“En mi casa todos los fines de semana se veía deporte. Crecí con mi hermano mayor que desde que tengo uso de memoria jugaba al fútbol, y yo quería hacer todo lo que él hiciera. Lo admiraba mucho, y eso me llevó desde pequeña a iniciar en el fútbol y probar otros deportes”, recuerda.
Primeros pasos en la psicología deportiva
Su trayectoria comenzó con una práctica profesional bajo la supervisión de la licenciada María Carla Saayavedra, psicóloga del Panama City F.C., a quien reconoce como su primera guía en el ámbito deportivo.
Tras varios meses de aprendizaje, el club la contrató de manera oficial y así inició su trabajo directo con atletas, entrenadores y familias.
Allí acompañó a jugadores desde categorías de iniciación hasta divisiones de élite, experiencia que le permitió comprender que cada etapa tiene sus propios retos y que el desarrollo deportivo requiere un acompañamiento integral que involucra a atletas, padres y técnicos.
“Hoy puedo decir que mi trayectoria ha sido un viaje de aprendizaje constante, donde cada paso me ha acercado a lo que más disfruto, que es acompañar a las personas a crecer a través del deporte”, admite.
Desde 2022 se desempeña como psicóloga deportiva en el International School of Panama, institución que apostó por incluir esta especialidad dentro de su cuerpo técnico desde edades tempranas.
Para ella, este hecho refleja una visión integral de la formación, donde el deporte se entiende como rendimiento y también como un medio para enseñar valores y manejar emociones.
Su labor consiste en acompañar a jóvenes que deben equilibrar lo académico con lo deportivo, una exigencia que muchas veces genera presión, pero que se convierte en satisfacción cuando observa cómo fortalecen su confianza y descubren que su crecimiento va más allá del marcador.
“Trabajar en un entorno que cree en el poder del deporte como formador de vida es una oportunidad única y muy gratificante”, asegura.
Además de su labor en la escuela, mantiene una consulta privada en la que atiende a deportistas de distintas disciplinas y facilita talleres para equipos, entrenadores y familias.
Estos espacios le permiten extender su impacto y promover la resiliencia, la confianza y el bienestar emocional en cada nivel del deporte.
El deporte como estilo de vida
María Fernanda define su estilo como cercano y práctico, un acompañamiento en el que los atletas pueden mostrarse auténticos y al mismo tiempo encontrar herramientas aplicables en su día a día.
Explica que lo que la distingue es esa mezcla de confianza y acción, donde primero escucha y entiende y luego construye junto al deportista soluciones reales.
“Me gusta integrar la parte de la neurociencia, porque creo que cuando un atleta entiende cómo funciona su cerebro y su cuerpo bajo presión, tiene más claridad y seguridad para actuar. También me apoyo mucho en el enfoque cognitivo-conductual, que me permite trabajar de manera concreta en pensamientos, emociones y conductas que marcan la diferencia en el rendimiento y en la vida”, añade.
Lo que más la apasiona de su trabajo es ver cómo un atleta descubre que es capaz de más de lo que creía posible, y confiesa que las mayores satisfacciones llegan cuando le cuentan que lo aprendido les ha servido tanto en una competencia como en la escuela o en su vida personal.
Afirma que el deporte es una verdadera escuela de vida porque enseña a disfrutar del proceso, levantarse tras una caída, valorar el esfuerzo y aprender de los errores. Por eso busca resaltar siempre ese lado humano que trasciende a las medallas y permanece como disciplina, resiliencia, trabajo en equipo y confianza en uno mismo.
Con el propósito de seguir creciendo, la joven panameña cursó un Máster en Coaching Directivo–Deportivo y Psicología del Alto Rendimiento en Unisports Management School, experiencia que le permitió ampliar su visión sobre liderazgo, comunicación y acompañamiento humano.
Entre las herramientas que más utiliza en su práctica menciona la respiración, el mindfulness, la visualización y el diálogo interno.
“Son herramientas simples pero muy poderosas cuando se practican. También creo que la confianza se construye paso a paso, celebrando avances pequeños y recordando al atleta todo lo que ya ha logrado”, comenta.
Explica que cuidar la salud mental es fundamental porque la mente está presente en todo lo que hacemos, y acompañar al atleta en esa dimensión significa cuidar a la persona completa.
Mirada al futuro
María Fernanda sueña con que la psicología deportiva se convierta en parte natural de cualquier disciplina, tan esencial como entrenar la técnica o la condición física.
Le ilusiona crear programas que lleguen a más atletas, entrenadores y familias, así como desarrollar una plataforma digital con herramientas útiles, accesibles y prácticas para trabajar la salud mental en el deporte.
En su experiencia, lo que se entrena en la cancha se convierte en una preparación para la vida. La disciplina, la constancia y la paciencia con los procesos enseñan a enfrentar los retos diarios, mientras que la capacidad de manejar la frustración y aprender de los errores fortalece la resiliencia.
Asimismo, el trabajo en equipo impulsa a escuchar, comunicar y confiar en los demás, y la confianza en uno mismo abre la puerta a superar límites que parecían imposibles.
“Todo esto hace que los atletas, además de crecer en el campo, estén mejor preparados para los desafíos de la vida”, destaca.
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