Comenzó a interesarse por la pintura y escultura de miniaturas para descansar de su formación como dibujante.
Por Milagros Sánchez Pinell
Marco Navas, más conocido como “El Miniaturista», ha construído un camino singular en el mundo del miniaturismo, donde los pequeños detalles son su mayor fascinación porque considera que en lo inadvertido radica mayoritariamente la esencia de las cosas.
Su motivación para convertir su afición en una carrera profesional llegó a través de un buen amigo en los años 90. Durante un festival literario, compartió su trabajo en miniatura con escritores como Enrique Sánchez Abulí y Guillermo Saccomano, quienes lo animaron a explorar el camino del miniaturismo en lugar del cómic.

“En los 90’s yo quería iniciar mi camino profesional como dibujante de cómic o historieta, pero las causas y azares me llevaron por otros derroteros”, explica.
Aunque reconoce que durante su infancia hubo muchos momentos claves o de inspiración que marcaron su camino como miniaturista.

“La literatura y el cine, creo que de una u otra forma marcaron mi camino, despertaron mi imaginación. Los trabajos de Willis O’Brien y Ray Harryhausen para el cine y la obra de Jim Henson en colaboración con Brian y Wendy Froud. Los mundos que creaban me fascinaban, y soñaba con poder hacer algo así”, dice.
Para 1998, Navas ya contaba con varios años de experiencia trabajando como pintor de miniaturas para coleccionistas y como escultor freelance en el ámbito de miniaturas en kit.
Sin embargo, su deseo de explorar y materializar sus propias ideas lo llevó a crear una línea de figuras, dando origen a Fontegrís Miniaturas.
Un año después, su pareja, Isabel Celada, se unió a él en esta aventura y sugirió renombrar la firma como Marco Navas Studio, enfatizando que sus obras eran creaciones de autor más que productos comerciales. Desde entonces, han recorrido este camino juntos.

Creatividad y técnica en cada detalle
Cabe destacar que el catálogo de Marco Navas es diverso, abarcando temáticas que van desde la literatura clásica a la fantasía, del terror a la ciencia-ficción y de la historia al pulp, pasando por el mundo del circo y la mitología, siempre con su sello personal.
Cada obra es única, caracterizada por un estilo que combina tradición y artesanía. Los materiales que utiliza son una variedad de pastas y masillas epoxídicas que inicialmente son maleables y similares a la arcilla. Una vez que se endurecen adquieren la rigidez de la piedra.
En cuanto a las herramientas que utiliza, señala que adopta un enfoque práctico y modesto, fabricándolas a partir de elementos diseñados para otros propósitos, como la odontología o la pedicura. Este método le permite personalizarlas según sus necesidades artísticas.
“El trabajo escultórico se realiza de forma tradicional, escultura pura y dura. El proceso de seriado se hace de forma artesanal siguiendo las técnicas desarrolladas en Francia a finales del 18 y comienzos del 19, pero con materiales de alta calidad y última generación que aseguren la calidad, la fidelidad al original y la perdurabilidad de la obra. Y el trabajo pictórico se hace una a una por mí”, señala.

En adición, sostiene que el arte tradicional es fundamental para preservar la cultura y la diversidad, contrastándolo con un desarrollo tecnológico que tiende a homogenizar y despojar de identidad a las expresiones artísticas.
Aunque reconoce el valor de las nuevas tecnologías, las considera herramientas prácticas que, al igual que una cafetera o un pincel, deben servir para enriquecer el proceso creativo, nunca para reemplazar la esencia del arte.
Sobre su proceso creativo, el artista explica que, aunque suene contradictorio, es muy anárquico y pasional, pero a la hora de trabajar es metódico y disciplinado.

Cuando va a crear una miniatura, especialmente si está basada en algo histórico o literario, comienza investigando a fondo para empaparse del tema.
Después, se centra en una idea que quiere expresar y la va puliendo en su cabeza hasta que la visualiza claramente. Una vez que tiene esa imagen clara, se lanza a esculpir, omitiendo los bocetos y creando directamente a partir de lo que imaginó.
Aclara que el tiempo que le toma elaborar cada figura es difícil de determinar porque es un proceso complejo y laborioso que depende mucho de cada miniatura.
Por otro lado, reconoce que para él es muy difícil describir su estilo personal, un tema que le preocupaba mucho en sus inicios.

“Mi buen amigo y maestro, el escritor Juan Antonio de Blas, me dijo que observara a los maestros que me gustaran, y que les copiara. De entrada, me resultó poco ético, pero me aseguró que si de verdad servía para ello, mi estilo afloraría de forma natural y se impondría sobre los demás. Y eso hice”, relata.
Tiempo después, comenzó a presentarse a concursos y exposiciones y todo el mundo le decía que tenía un estilo muy personal, “reconocido y reconocible». Eso lo llevó a concluir que el consejo de su amigo Juan funcionó y nunca más volvió a preocuparse o pensar en ello.
Uno de los proyectos más desafiantes de Navas ha sido crear miniaturas de personajes con los que tiene un vínculo emocional, como El Eternauta y El Coyote. Este reto implica complejidad técnica y la responsabilidad de honrar a sus creadores y a sus seguidores, añadiendo un peso emocional significativo.
Reconoce que evita nunca aferrarse a un orgullo particular por ninguna de sus obras porque cada miniatura es como un hijo, con su propia historia y significado. Sin embargo, siente un apego especial por sus piezas de temática fantástica y por las colecciones dedicadas a Sherlock Holmes y Agatha Christie.

Un artista forjado por la cultura y las artes
Marco Navas es asturiano por línea materna. Nacido en Gijón, una ciudad costera en la comunidad autónoma de Asturias, conocida como «La nunca vencida» por su resistencia a invasiones a lo largo de la historia.
Por parte de su padre, es castellano de Medina del Campo, una localidad con una rica herencia histórica. Conocida como la tierra de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos y escenario de las sublevaciones comuneras, lideradas por figuras como Juan de Padilla, Francisco de Bravo y Juan de Maldonado.
“Ese enriquecedor mestizaje cultural creo que ha sido determinante para forjar mi carácter y personalidad”, afirma.
Recuerda una infancia complicada al crecer en un mítico barrio obrero. Su refugio, que ha ido haciendo patria, lo encontró en la literatura, la música y el cine.

Evocando la frase del escritor, filósofo y poeta español, Miguel de Unamuno, quien decía que las mejores universidades de España son los cafés y las plazas públicas, sostiene que se licenció entre el Café Gijón y el Café Darío de su ciudad.
Comentó que, aunque durante la secundaria se preparó para estudiar Bellas Artes, la falta de interés de las instituciones por el miniaturismo lo impulsó a convertirse en autodidacta. Sin embargo, tuvo la suerte de contar con la valiosa guía del escultor Fernando Martín Beneito, así como con las enseñanzas de Chris Tubb y Daphne Tyrell.
Sus pasatiempos preferidos son pensar y aprender. Es un lector apasionado y hasta compulsivo. Le gusta mucho el cine, pero se define más como un cinéfago que un cinéfilo.
También, disfruta mucho del cómic y las artes plásticas en general. En cambio, la música es esencial en su vida porque le brinda el equilibrio necesario para navegar por sus experiencias.

También, disfruta pasear sin rumbo fijo y nadar en el mar, mientras se deleita con chocolate y café. Pero, sobre todo, valora las buenas conversaciones, especialmente aquellas que surgen entre el aroma del café y el humo de una tertulia.
Se define como un explorador sin más. Esa es su verdadera esencia, impulsada por una curiosidad insaciable que, desde que tiene uso de razón, lo lleva a tener más preguntas que respuestas.
En cuanto a las metas que desea alcanzar, explica que las miniaturas son una fuente de placer para quienes las coleccionan, evocando recuerdos y emociones. Por tanto, su objetivo es seguir creando libremente y ser justamente remunerado por ello.
Le gusta soñar bien despierto y lo hace con mucha frecuencia. Sueña con todas esas miniaturas que pueblan su cabeza esperando el momento en que sus manos las conviertan en escultura y les den vida con la pintura.
Para conocer mejor su trabajo o adquirir una de sus maravillosas miniaturas puede hacerlo a través de su web oficial: www.marconavas.com.

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