Su misión es cambiar la forma en que las personas se relacionan con su mente para que el bienestar se sienta como una posibilidad real y cotidiana.
Por Milagros Sánchez Pinell
Desde muy pequeña, Dalia Aguiló Quéliz sintió una atracción natural por el comportamiento humano que con el tiempo se transformó en una vocación profunda al presenciar de cerca lo que puede provocar una mente incomprendida.
Al ver cómo los cambios cognitivos o el dolor emocional pueden transformar por completo la vida de una persona, nació en ella el deseo de comprender más allá de la emoción.
Durante su evolución académica descubrió en la neuropsicología una forma de integrar ciencia y emoción, entendiendo cómo el cerebro sostiene la mente y cómo es posible intervenir desde ambos lados, el neuropsicológico y el emocional.
“Fui muy observadora. Me interesaba entender por qué las personas sentían, reaccionaban o se comportaban de cierta forma. Esa curiosidad natural fue el inicio de lo que, sin saberlo, sería mi vocación”, aclara.
La joven dominicana se formó en Psicología Clínica con una concentración en Neuropsicofisiología en la Universidad Iberoamericana de Santo Domingo.
Continuó su preparación en España con una maestría en Neuropsicología Clínica, Evaluación y Rehabilitación en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos y otra en Desarrollo Psicológico y Análisis Conductual del Adulto y la Tercera Edad en la Universidad San Jorge de Zaragoza.
El puente entre la ciencia y la emoción
Dado que la neuropsicología estudia la relación entre el cerebro y la conducta, su trabajo consiste en evaluar, comprender y acompañar a personas que presentan cambios o dificultades cognitivas, emocionales o conductuales derivados de procesos neurológicos, envejecimiento o condiciones mentales.
“En palabras sencillas, ayudo a que las personas entiendan lo que pasa en su mente y su cerebro, y a que recuperen funcionalidad, autoestima y bienestar. Es acompañarlas a reencontrarse con su propia claridad”, explica.
Hoy combina esa base científica con una práctica profundamente humana, donde el conocimiento se une a la empatía y la técnica convive con la calidez.
Su forma de trabajar refleja equilibrio y sensibilidad, rasgos que también lleva a su vida cotidiana entre lecturas, viajes, música y momentos con las personas que más valora.
Comenta que su enfoque terapéutico es integrador en donde cada sesión busca comprender al paciente más allá del síntoma, atendiendo su historia, su contexto y sus patrones de vida.
“Trabajo mucho desde la observación, la escucha activa y la intervención basada en evidencia científica. Lo que diferencia mi práctica es la personalización porque cada persona necesita un lenguaje distinto. Creo profundamente en que el vínculo terapéutico acompañado de un buen protocolo es lo que sana”, afirma.
Desde su experiencia, asegura que la neuropsicología permite ver al ser humano desde la raíz, cómo piensa, cómo recuerda, cómo siente.
Esta disciplina, explica, muestra el “qué” y el “por qué” detrás de las conductas y emociones. Y cuando se entiende eso, la persona deja de culparse y empieza a comprenderse.
Por tanto, a lo largo de su trayectoria ha sido testigo de transformaciones profundas, en donde familias recuperan la esperanza, adultos y envejecientes vuelven a sentirse útiles y pacientes vuelven a reconocerse.
Una marca con enfoque personalizado
Antes de abrir su consulta privada, Dalia trabajó en distintos espacios de salud mental que ampliaron su comprensión del ser humano.
Pasó por un centro de cuidado diurno para adultos mayores, donde entendió la importancia del trabajo en equipo interdisciplinario.
“Cada experiencia laboral me ha dado una visión más amplia del ser humano desde los procesos hospitalarios más complejos hasta el acompañamiento terapéutico más íntimo”, admite.
Esa trayectoria fue clave para crear su proyecto personal, Psi. Dalia Aguiló Quéliz, una consulta con un enfoque personalizado, responsable y cálido, donde la ciencia y la empatía conviven de forma natural.
“Creo que lo que más aporto es la presencia. Mi enfoque busca hacer de cada encuentro una experiencia transformadora e informativa. Me mueve la idea de que cada paciente salga con más claridad, esperanza y sentido de autonomía sobre su propia vida”, manifiesta.
Esos procesos le recuerdan que una buena evaluación o una intervención oportuna pueden devolverle a alguien la claridad y el sentido de sí mismo.
El arte de escuchar y acompañar
En su práctica diaria, señala utilizar herramientas de evaluación neuropsicológica, terapia cognitivo-conductual, tanatología clínica y estrategias de rehabilitación cognitiva.
También desarrolla programas personalizados de estimulación cognitiva para adultos y adultos mayores, adaptando cada metodología al ritmo y la historia de cada persona.
“Mi práctica combina lo técnico con lo humano. Más que tratar de aplicar pruebas o ejercicios, es leer al paciente más allá del papel, adaptar cada recurso a su historia, su ritmo y su forma de sanar”, señala.
Para la especialista, la confianza es el primer paso de todo proceso terapéutico. En consecuencia, desde el primer encuentro busca que la persona sienta que es acompañada más que evaluada.
“Suelo hacer chistes, sobre todo cuando me dicen ‘¿y usted es la psicóloga, tan joven?’. A lo que respondo ‘tranquilo, que nací vieja’”, relata.
Por ello, cuida cada detalle del espacio que va desde el tono de voz y la iluminación, hasta la forma en que se comunica.
“Todo está pensado para que la persona pueda respirar y sentirse vista, porque cuando alguien se siente seguro puede empezar a abrir puertas internas que llevaban años cerradas”, precisa.
Cuidarse para poder cuidar
Por otro lado, trabajar en salud mental implica acompañar historias, emociones y procesos profundos, una tarea que asume con conciencia, entendiendo que para sostener a otros primero debe sostenerse a sí misma.
Explica que se desconecta de los ruidos del día dedicándose a lo que la inspira como escribir, crear proyectos, viajar y compartir tiempo con las personas que la nutren emocionalmente.
También asiste con regularidad a terapia, convencida de que antes de ser psicóloga es humana. Vive lo que enseña y practica lo que promueve equilibrio, descanso y propósito.
En tanto, su compromiso trasciende el consultorio. Participa en charlas, talleres y programas comunitarios que promueven la salud mental y la estimulación cognitiva.
Ha colaborado con instituciones como ARS Primera, Fundación Sur Futuro y CAID, además de ejercer la docencia en la Universidad Pedro Henríquez Ureña, donde comparte con nuevos profesionales la pasión por comprender y acompañar al ser humano.
Actualmente amplía su labor hacia nuevos formatos de intervención y formación, con programas digitales de estimulación cognitiva y espacios de bienestar mental para profesionales de la salud.
En lo personal le emociona seguir creciendo, seguir aprendiendo y continuar dejando huellas en cada persona que acompaña.
- Dalia Aguiló Quéliz y la ciencia de sanar con empatía - 24 noviembre, 2025
- Andrea Chang salta al vacío y construye sus alas en el camino - 11 noviembre, 2025
- Juan Carlos de la Vela une en indigitall innovación y visión - 6 noviembre, 2025







