Lidera Stuvi, un marketplace para estudios de música, una empresa de diseño y desarrollo tecnológico y un software de e-commerce para pequeñas empresas en Ecuador.
Por Milagros Sánchez Pinell
Su perfil multidisciplinario y su constante búsqueda por innovar lo han convertido en un ejemplo de la nueva generación de emprendedores, con un enfoque particular en el mundo digital y la música.
Creció en un entorno familiar marcado por la educación y la cultura empresarial. Su padre, Carlos Julio Emanuele, es un economista destacado y figura clave en la historia económica de Ecuador por su participación en la promoción de la dolarización. Su madre, Kattya Borja, es una exitosa empresaria al frente de Alfadomus, una de las compañías más relevantes en la industria de la construcción de su país.
Nació en Guayaquil, Ecuador, el 28 de julio de 2000 y es el menor de nueve hermanos. Obtuvo un Bachelor of Science en Digital Media, con especialización en programación y diseño, en University of the West of England (UWE), ubicada en Bristol, Inglaterra, donde recibió la calificación de First Class, el máximo honor académico en el sistema británico.
Posteriormente, su educación continuó en Estados Unidos, donde recibió la Dean’s MSEL Scholarship de US$20.000 para estudiar en Babson College, en Wellesley, Massachusetts. Allí cursó una Maestría en Gestión de Emprendimiento y Liderazgo, graduándose Summa Cum Laude.
Se define como una persona creativa, ambiciosa y con buenas ideas, gracias a su formación y a sus experiencias únicas viviendo en diferentes países.
Autodidacta en música y tecnología
Desde pequeño mostró una gran inclinación hacia el aprendizaje autodidacta. Aprendió a tocar instrumentos musicales y a crear páginas web por su cuenta, motivado por su curiosidad natural y su pasión por la tecnología.
Narra que en Ecuador empezó a importar y vender productos, lo que le permitió adquirir experiencia práctica en los altibajos del mundo empresarial.
Además, desarrolló un emprendimiento enfocado en la producción audiovisual aérea, ofreciendo servicios de grabación de simulacros y videos promocionales mediante drones, dirigidos a empresas de sectores como la pesca, la construcción y las telecomunicaciones.
Aunque practicaba deportes de raqueta de manera competitiva hasta los 14 años, su amor por la música se impuso, cambiando la raqueta por instrumentos como la guitarra, el piano, el bajo e incluso la batería, convirtiéndose en un multi-instrumentalista.
Sin embargo, nuestro roaring 20 fue más allá de aprender a tocar y comenzó a estudiar producción musical con el objetivo de grabar sus propias canciones.
Recuerda que su pasión fue tal que montó un pequeño estudio casero donde practicaba con su banda de rock y grababa canciones de trap y reggaetón con sus amigos.
“Es como si entrené el músculo de la creatividad en todos los años que estuve metido en mi estudio creando y grabando canciones”, afirma.
Admitió que su pasión por la música comenzó en su niñez en Panamá, donde ya cantaba reggaetón y formaba parte del coro escolar. A los 12 años, tuvo la oportunidad de presentarse en uno de los conciertos anuales del colegio, cantando una canción de Bob Marley frente a 500 padres de familia.
“Improvisar con un instrumento y componer canciones me ha ayudado a desarrollar una mente creativa y a poder tener pensamientos out-of-the-box, lo cuales son súper útiles en el ámbito del emprendimiento”, explica.
Confesó que para él la música es un canal clave para la expresión creativa, transmitir sentimientos y provocar respuestas.
Hoy en día, es un apasionado de la música, consume varios géneros musicales y asiste a conciertos en Estados Unidos, Inglaterra y Ecuador.
El camino hacia Stuvi
Por azares del destino, en 2024, nuestro roaring 20 llegó al proyecto Stuvi, un marketplace para estudios de música y artistas en Estados Unidos, similar a Airbnb.
“Ayudamos a artistas a crear y expresarse, brindándoles herramientas como la plataforma que hemos creado, que también facilita a estudios y productores locales, encontrar espacios para trabajar con precios accesibles y pagos seguros”, comenta.
Según su relato, todo comenzó cuando conoció a Tadeo Acosta-Rubio, su compañero de maestría en Babson College, con quien rápidamente hizo una buena conexión, debido a su pasión común por la música y el emprendimiento. Poco después, conoció a Mateo, hermano de Tadeo, y el «match» fue inmediato.
“Ellos tenían la idea de Stuvi, pero necesitaban materializarla con un área tecnológica. Trataron de tercerizar el desarrollo de la plataforma con una agencia, pero les estaba saliendo un ojo de la cara. El trabajo era bastante amateur y con varios bugs. Después de meses de trabajo la plataforma seguía sin estar lista para salir al mercado”, dice.
El talentoso joven, con sus conocimientos en tecnología, diseño, programación, negocios y su experiencia como músico y productor, vio la oportunidad y se unió al proyecto.
“En Babson todo el mundo tiene un emprendimiento, pero este resonó mucho conmigo. Me gusta bastante la causa y el poder hacer algo para la gente creativa, súper driven, visionaria y motivada”, expresa.
Hoy, como cofundador y CTO de Stuvi, es responsable del desarrollo y mantenimiento de todos los productos digitales de la plataforma.
Su trabajo incluye diseñar, programar y agregar nuevas funcionalidades, además de evaluar e incorporar herramientas tecnológicas innovadoras.
Añade que también participa activamente en decisiones estratégicas del startup, como la planificación de proyecciones, ajustes en el modelo de negocio y la creación de planes de fidelización para los usuarios.
Diversificación de proyectos
Aunque Stuvi es su proyecto principal, Carlos Leonardo siempre ha sido una persona de múltiples intereses y ambiciones. Junto a su novia, quien también estudió diseño y programación, decidió emprender dos nuevos proyectos durante su última visita a Ecuador.
El primero es una empresa de diseño y desarrollo tecnológico, ofreciendo soluciones personalizadas como aplicaciones, sitios web, e-commerce y consultorías para otras empresas. El segundo proyecto es un software para la creación de e-commerce dirigido a emprendedores y pequeñas empresas ecuatorianas, con el objetivo de facilitarles la venta en línea y la gestión de sus tiendas digitales.
Explica que estos proyectos le permiten generar un ingreso extra mientras Stuvi se consolida, y también ve en ellos una oportunidad para aportar valor al mercado ecuatoriano, que aún está rezagado en términos tecnológicos.
En cuanto a su organización, divide su tiempo de manera eficiente para cumplir con sus responsabilidades. Durante la semana, dedica las tardes a Stuvi, mientras que en las mañanas se enfoca en reuniones con clientes y tareas de diseño y desarrollo. Los fines de semana, se ocupa del proyecto de e-commerce builder.
“Hasta ahora, todo es manejable. Tengo tiempo para ir al gimnasio y mantenerme saludable”, asegura.
Lecciones aprendidas
Reconoce que, a lo largo de su vida, ha aprendido tres lecciones claves que le gusta compartir. La primera es que siempre es importante enamorarse del problema, nunca de la solución. Esto le permite generar más opciones y tomar decisiones con mayor claridad.
El segundo es el consejo de Y-Combinator: «Haz algo que la gente quiere», recordando que lo más importante es resolver una necesidad real, nunca la sofisticación tecnológica. Por último, sugiere entender que los límites muchas veces son autoimpuestos y que, al soñar en grande sin miedo a fracasar, se abren muchas más oportunidades de crecimiento.
Sobre su futuro, planea expandir Stuvi en Miami y Nueva York, con el objetivo de atraer más usuarios y comenzar a trabajar con instituciones. Además, está considerando unirse a una aceleradora y vender su software de creación de tiendas en línea en Ecuador.
- Alejandra González, equilibrio y aprendizaje en movimiento - 1 diciembre, 2025
- Dalia Aguiló Quéliz y la ciencia de sanar con empatía - 24 noviembre, 2025
- Andrea Chang salta al vacío y construye sus alas en el camino - 11 noviembre, 2025









