Desde 2019 ocupa el cargo de CEO de Productos Alimenticios Diana, una empresa que apuesta por la sostenibilidad, un rápido crecimiento y un liderazgo centrado en las personas.
Por Milagros Sánchez Pinell
Desde muy temprano, cuando el sol apenas asoma en el horizonte, Armando Mendiola aprovecha sus rutinas de ejercicio para meditar y enfocarse en convertirse cada día en la mejor versión de sí mismo.
Ese momento de introspección, antes de una jornada laboral que rara vez se extiende más allá de las siete de la noche, resume su filosofía de vida basada en el equilibrio, el enfoque y el propósito.
“Me gusta pensar que todos los días, sin cambiar mi esencia, trato de ser la mejor versión de Armando Mendiola, con el objetivo de darle a la gente lo mejor que está en mí. Soy fiel creyente de que, si uno tiene la posibilidad de realizarse como persona, será un líder que va poder entregar mucho valor a los demás”, afirma.
A sus 58 años, es CEO de Productos Alimenticios Diana, una compañía salvadoreña con más de 70 años de historia, donde encontró el espacio ideal para concretar su visión de liderazgo transformador y compromiso social.
Llegó al cargo de CEO después de más de tres décadas de carrera en empresas globales como PepsiCo, donde dirigió operaciones en ventas, marketing y desarrollo de negocios en América Latina y Estados Unidos.
Vivir en países como Puerto Rico, Estados Unidos, Centroamérica y algunas ciudades de su natal México le dio una perspectiva regional privilegiada y un entendimiento profundo de los mercados.
Pero fue Diana, una empresa familiar y profundamente arraigada en su entorno, la que lo sedujo por el potencial de dejar un legado, transformar su modelo operativo y generar empleo digno en una región con grandes desafíos.
“Hoy trabajo persiguiendo un propósito, más que un medio de sustento. Me mueve la transformación de los negocios y el crecimiento de las personas”, sostiene.
Su liderazgo ha guiado una renovación profunda en la empresa. Tras una primera etapa enfocada en fortalecer las bases, hoy Diana vive su segunda fase que consiste en construir ventajas competitivas que la proyecten hacia una tercera etapa de expansión regional, diversificación de productos y mayor relevancia para clientes, colaboradores y comunidades.
Sostiene que esa visión incluye también un compromiso firme con la sostenibilidad con proyectos de paneles solares, reutilización de aguas industriales o la producción de gas metano para sus calderas. En la actualidad, la empresa avanza hacia un modelo que equilibra eficiencia económica y responsabilidad ambiental.
Detrás del ejecutivo hay también un hombre profundamente familiar. Es esposo de Susana Campillo desde hace 33 años y padre de Diego, Santiago y Andrea.
“Soy una persona realizada. Familiarmente muy feliz, con muchos proyectos por delante. Todavía con mucha energía. Me siento joven, aunque el acta de nacimiento diga lo contrario”, dice con buen humor.
Aprender, reinventarse y volver a empezar
La historia profesional de este ingeniero químico comenzó con una decisión valiente y retadora. Aceptó un trabajo en ventas en una empresa de snacks antes de terminar la universidad.
Asegura que, aquel primer paso, lo llevó por un camino de decisiones poco convencionales, siempre guiadas por el deseo de aprender.
“Tenía una tremenda ilusión por empezar a trabajar y hacer mi vida profesional. Empecé con poco conocimiento y mucho ánimo”, recuerda.
Más adelante, renunció a su empleo para reinventarse en marketing, un cambio impensable en la empresa donde trabajaba. Dejó salario y prestaciones para empezar desde cero.
“Siempre he tomado decisiones profesionales en función de mis valores pensando a largo plazo, nunca por un tema económico ni por un puesto. Siempre busqué lo que a mí me gustaba conocer o aprender”, remarca.
Con el tiempo, aquella misma empresa lo llamó de vuelta. Antes de los 30 ya ocupaba el cargo de director de marketing y a los 34 fue nombrado general manager de una unidad de negocio, por haber integrado a su perfil experiencia en ventas y marketing.
“Eso se lo debo a que siempre fui buscando el aprendizaje, a experiencias críticas que me permitieran entender mejor el negocio y participar en proyectos únicos que me dieron una formación profesional muy amplia”, dice.
Su perfil multifuncional fue una de las razones por las que Diana lo eligió CEO. Conocía a fondo la industria, los mercados regionales y la cultura empresarial local, pero sobre todo, traía una capacidad de gestión integral que abarcaba lo operativo, lo estratégico y lo humano.
“Muchas compañías globales forman líderes comerciales, pero una empresa familiar necesita alguien que haya vivido cada parte del negocio, que sepa coordinar, liderar y transformar”, explica.
Un liderazgo que combina exigencia con cercanía
Hoy en día, se define como un inconforme por naturaleza que siempre está retando el statu quo y fijando metas ambiciosas.
Afirma creer en liderar con el ejemplo, en conectar con las personas y en trabajar hombro a hombro en la solución de los problemas.
“Me encanta conectar con la gente. Sin importar el cargo que tengan, siempre se han acercado a mí. Nunca miro la posición que ocupan, sino la persona que es y lo que representa. Eso me llena”, explica.
Además, es un líder que promueve equipos inclusivos y colaborativos, donde todos se sienten parte del problema, pero sobre todo de la solución.
A su estilo de liderazgo, dice sumar una convicción constante, la humildad de seguir aprendiendo, incorporar nuevas ideas y crecer cada día como persona.
Detrás de ese liderazgo también hay valores firmes. Para Mendiola, lo más importante es poner a las personas en el centro, actuar con ética, cuidar a quienes forman parte de la organización y tomar decisiones con sensibilidad, incluso en los procesos difíciles.
“Aquí todos tenemos que pensar como si fuéramos dueños de la compañía, para responder con el máximo compromiso y sentido de responsabilidad posible. Esos valores me guían todos los días y me han hecho crecer como lo he hecho todos estos años”, sostiene.
Por otro lado, con el tiempo, comenta que su definición de éxito también ha evolucionado. Si al inicio lo impulsaba el deseo de aprender, hoy lo mide por lo que puede aportar.
Un dato curioso que comparte es que siempre viaja con dos libretas. Una para anotar temas de negocio y otra para aprendizajes personales.
“Tengo todo un librero en mi casa lleno de libretas donde anoto mis aprendizajes y mis aha moments. En ellas están todas las cosas que han nutrido mi pensamiento”, dijo, señalando que lo más valioso que contienen es la posibilidad de ampliar su perspectiva desde ángulos distintos.
“Lo que encontrarías en mis libretas son formas diferentes de mirar los problemas y replantear las soluciones. Es bien sabido que lo más importante de una estrategia es hacer la pregunta correcta más que dar la solución. Y esas preguntas solo puedes hacerlas si tienes una perspectiva amplia de la vida y de la industria”, añade.
Renuncias que valieron la pena
A lo largo del camino también reconoce que hubo sacrificios. Recuerda que su primogénito estaba por nacer cuando decidió dejar su empleo para reinventarse profesionalmente, lo que implicó una reducción significativa en su salario. Hoy, admite que les dolió en su momento, pero valió la pena.
También incluye como parte del sacrificio los fines de semana que dedicó para estudiar, preparar presentaciones y formarse con disciplina.
Como muchos ejecutivos con agendas exigentes, admite que a veces quedó a deber en lo personal.
“Mis hijos me decían que les hubiera gustado tenerme más cerca. Pero cuando hay buena comunicación, lo entienden. Y los momentos compartidos se valoran aún más”, afirma.
Actualmente, además de continuar liderando Diana, sueña con ayudar a pequeñas, medianas y grandes empresas de América Latina a profesionalizarse sin perder su identidad.
Muchas, explica, son compradas por multinacionales y desmanteladas. Él quiere ofrecer una alternativa para que tengan estructuras sostenibles, empleos de calidad y talento local fortalecido.
A la pregunta de qué le gustaría que dijeran de él todos los que han trabajado a su lado, responde sin titubear con una frase que lo define por completo.
“Armando me hizo una mejor persona, me ayudó a crecer y me abrió puertas. Armando creó las condiciones para mi éxito y el de la organización. Así me gustaría que me recordaran siempre porque la medida del éxito se basa en el tipo de legado que dejas”, concluye.
- Valeria Matto, la joven que enciende bienestar e inclusión - 22 diciembre, 2025
- Pierre Dreikha, una vida de trabajo que inspiró Drija - 18 diciembre, 2025
- Sandra López, una psicóloga que siembra sanidad y esperanza - 15 diciembre, 2025




