Manu y Chema, además de ser su primera novela, es el eco narrativo de una transformación personal que comenzó en silencio.
Por Milagros Sánchez Pinell
Álvaro Martínez, escritor y comunicador, debuta en la ficción con Manu y Chema, una novela corta que fusiona fantasía y memoria para retratar el proceso de maduración de un joven que, al enfrentarse a sus propios miedos, descubre la fuerza necesaria para salir al mundo.
La obra, publicada en abril de 2025, nació a partir de un sueño que el autor tuvo poco antes de dejar el monasterio donde vivía como postulante en la orden de los frailes capuchinos.
«Fue un sueño que me marcó profundamente. En ese momento desconocía su significado, pero con el tiempo se transformó en el corazón de la novela», explica.
En Manu y Chema, su autor relata que el lector sigue a Chema, un joven que se siente frágil por dentro y teme valerse por sí mismo. La desaparición repentina de sus padres lo lanza a una aventura incierta, en la que conoce a Manu, un misterioso personaje que promete ayudarle a encontrarlos.
«Aunque es fantasía, es un relato muy personal. Quiero transmitir un mensaje a los jóvenes que tienen miedo de salir al mundo que pueden hacerlo”, dice.
Afirma que el proceso de escritura, que duró dos años, fue tan riguroso como introspectivo.
«Intentaba escribir todos los días, aunque era difícil de lograrlo. A veces solo era una línea de diálogo o una meditación sobre la historia. Lo importante era mantener vivo el impulso creativo», indica.
La novela puede adquirirse en la plataforma Gumroad, un sitio que permite a creadores vender directamente sus productos digitales, y representa un paso decisivo en su camino como narrador. Está disponible en https://martinezalvaro.gumroad.com/l/manuychema
«Siento que Dios me regaló esta historia, me la fue susurrando poco a poco. Solo tengo agradecimiento», destaca.
La raíz de una vocación
El trayecto que hoy lo posiciona como escritor comenzó a gestarse en la infancia. Nacido en Miami en 1997, vivió sus primeros años en Naperville, Illinois, donde comenzó su fascinación por las historias.
«Podía pasar horas viendo películas animadas», recordó, reconociendo ese hábito como el inicio de su amor por la narrativa.
En 2002, su familia se mudó a Nicaragua, donde tuvo una bella infancia marcada por una cercanía entrañable con ellos.
Allí se formó en un entorno católico que dejó una huella imborrable, sobre todo tras su paso por el St. Augustine Preparatory School, donde su profesor de Literatura lo marcó para siempre.
«Él me transmitió el don de la curiosidad. Terminaba las clases y nos quedábamos conversando sobre historia medieval, teología, literatura, de todo. Ha sido de los regalos más grandes de mi vida”, recuerda.
En 2017, Álvaro regresó a Estados Unidos para estudiar Física en la University of Illinois Urbana-Champaign, pero pronto se cambió a Comunicación y Literatura.
Sobre sus años universitarios rememora que allí comenzó a escribir ficción con mayor compromiso y descubrió su interés por las entrevistas.
En 2020, como parte de un proyecto académico, realizó su primera entrevista formal a Gary K. Wolf, escritor estadounidense y creador de Roger Rabbit, el personaje que dio origen a la icónica película Who Framed Roger Rabbit? (1988).
Desde entonces, ha entrevistado a figuras del entretenimiento como Greg Hildebrandt, ilustrador conocido por el póster original de Star Wars; John Bucchino, compositor y letrista de musicales y películas animadas; y Anthony Leggett, físico galardonado con el Premio Nobel. Algunas de estas conversaciones están disponibles en su sitio web personal.
El llamado interior y la experiencia monástica
Durante su último año en la universidad comenzó también a discernir una posible vocación religiosa.
«El Newman Center quedaba a una cuadra de mi primer dormitorio. Iba con frecuencia a misa, y fue allí donde empecé a hacerme preguntas sobre mi llamado”, relata.
Ese proceso lo llevó, en 2021, a un monasterio capuchino en Milwaukee, Wisconsin, donde ingresó al programa de formación como postulante.
«Aunque al final decidí salir de la orden, lo volvería a vivir mil veces”, afirmó, al recordar la riqueza de vivir como un fraile, aprender a rezar con ellos y servir al prójimo en los distintos ministerios del monasterio.
Señala que uno de los aprendizajes más significativos de esa etapa fue la oración afectiva, una forma de oración silenciosa que nace del corazón.
También formó parte del equipo que brindaba asistencia básica a personas en situación de calle, desde un plato caliente o una ducha hasta atención médica en una clínica improvisada.
Además de la vida comunitaria y el servicio, el postulantado incluía clases sobre la vida de San Francisco, catecismo y hasta interpretación de sueños, una herramienta que, hoy en día, asegura seguir utilizando en su vida personal.
Admite que, aunque sentía un amor genuino por la vida consagrada, también reconocía en su interior un fuerte llamado a seguir explorando el mundo de los medios y la narrativa.
«Tenía miedo de dar el salto y de enfrentar el reto de valerme por mí mismo. Pero fui honesto conmigo y con los frailes. Sentí que Dios me estaba invitando a dar el siguiente paso”, explica.
Al definir la experiencia, afirma que fue un proceso que lo acercó más a Dios y a los demás, enfatizando que fue una etapa maravillosa en su vida.
«Me sacó de mi burbuja para dar más amor, más compasión a los otros y a mí mismo. Me enseñó a confiar”, expresa.
De vuelta al mundo
Tras salir del monasterio en 2022, vivió unos meses en Miami y en Nicaragua, y finalmente volvió a Champaign para ocupar el rol de marketing specialist en la Gies College of Business, la escuela de negocios de su alma mater.
En 2025, asumió un nuevo desafío profesional como assistant director of stewardship and donor relations en la College of Veterinary Medicine también en Urbana-Champaign.
Su rol, además de representar una evolución natural en su carrera, implicó un paso importante en la construcción de un área que hasta entonces era inexistente en la facultad.
«Es un título largo, pero lo que realmente me entusiasma es desarrollar esta parte del fundraising enfocada en cuidar los fondos y las relaciones con quienes hacen posible nuestro trabajo”, comentó entre risas.
Al respecto dijo que su labor consiste en asegurar que las donaciones se utilicen conforme a la voluntad del donante y en demostrar con claridad el impacto generado, lo cual, explica, es clave para cultivar vínculos de largo plazo.
«Nuestro objetivo es que el donante vea, sienta y comprenda el efecto de su generosidad. Esa confianza fortalece las relaciones y abre nuevas puertas”, indica.
Más allá de los números, le motiva la misión que respalda el trabajo de mejorar la calidad de vida de los seres humanos, de los animales y del entorno que compartimos.
Hoy, después de tantos cambios, caminos explorados y miedos enfrentados, su relación con Dios sigue siendo la constante que lo ha guiado siempre.
Aunque todavía tiene preguntas y sigue explorando, sabe que lo mueve la curiosidad y la misión de contar. Por eso, mientras piensa en un nuevo relato, también se ilusiona con seguir entrevistando a creadores del mundo del entretenimiento.
- Alejandra González, equilibrio y aprendizaje en movimiento - 1 diciembre, 2025
- Dalia Aguiló Quéliz y la ciencia de sanar con empatía - 24 noviembre, 2025
- Andrea Chang salta al vacío y construye sus alas en el camino - 11 noviembre, 2025






