La sucesión en empresas familiares requiere planes estructurados, formación integral y mentoría para garantizar la continuidad, la innovación y la sostenibilidad del negocio a través de nuevas generaciones preparadas.
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Por Félix Guevara CCEF*
La sucesión en las empresas familiares es un tema de vital relevancia, pues marca la transición hacia un futuro que debe ser sostenible y próspero. Los sucesores —generalmente miembros más jóvenes de la familia— adquieren el rol de líderes del mañana, enfrentando desafíos distintos a los que vivieron los fundadores. A diferencia de épocas pasadas, en la actualidad la digitalización, la globalización y los cambios culturales acelerados demandan una visión más flexible, abierta a la innovación y a la colaboración multicultural. Es aquí donde se hace patente la importancia de la formación de los jóvenes líderes: ellos serán la columna vertebral que sostenga la competitividad, la expansión y, sobre todo, la permanencia de la empresa familiar a largo plazo y la continuación del legado familiar.
En la experiencia de las empresas familiares, el éxito depende de la acumulación de capital, de la longevidad del negocio, de la capacidad de adaptación y de la renovación que exista en la familia. Los jóvenes líderes tienen la gran oportunidad de formarse en áreas de gestión, de liderazgo transformacional y de uso de tecnologías disruptivas, lo cual les permite aportar nuevas perspectivas. Sin embargo, la responsabilidad de cultivar este talento recae tanto en el fundador como en las generaciones que lo preceden, quienes deben crear espacios de aprendizaje, prácticas de mentoría y planes de sucesión claros que fortalezcan a los futuros directivos. La capacitación contante a los miembros de la familia contribuye a crear una cultura empresarial, que es la esencia para crear el sentido de permanencia y continuar con el legado de la familia empresaria.
El concepto de “jóvenes líderes” cobra vida cuando se entiende que la trascendencia de la empresa familiar se sustenta en un relevo generacional bien preparado. Un estudio reciente realizado por asociaciones internacionales de empresas familiares muestra que, pese a que más del 70% de las empresas familiares esperan que la siguiente generación asuma las riendas, únicamente un 30% logra un relevo exitoso. ¿La razón? Falta de comunicación en la familia, carencia de planes formales de sucesión y una formación de liderazgo insuficiente. Para contrarrestar esta realidad, las familias empresarias deben fomentar programas de desarrollo de competencias directivas y de habilidades blandas, como la inteligencia emocional, finanzas, análisis de data y la resolución colaborativa de conflictos. Es esta sólida preparación la que permite que la nueva generación mantenga la esencia del negocio y, al mismo tiempo, la empuje hacia la innovación.
Existen numerosos ejemplos de éxito que ilustran cómo la formación de jóvenes líderes ha garantizado la continuidad de grandes compañías familiares. Pensemos en firmas que han evolucionado de pequeñas tiendas de barrio a corporaciones multinacionales, todo ello gracias a la visión y la formación integral de sus sucesores. Casos como el de una familia que, tras tres generaciones, logró reinventarse apostando por el comercio electrónico y la sustentabilidad, evidencian la relevancia de que el fundador delegue gradualmente el poder a quienes traen nuevas ideas y habilidades. En dicho proceso, el relevo generacional se cimentó en la capacitación formal en escuelas de negocio, talleres especializados y experiencia laboral externa, mientras los sucesores se nutrían de la cultura y los valores propios de la familia.
Para impulsar este proceso de formación, el fundador y las generaciones mayores pueden implementar diversas acciones clave. En primer lugar, es esencial diseñar un plan de sucesión estructurado que defina los roles y las responsabilidades de cada miembro familiar, promoviendo la comunicación abierta y honesta. En segundo lugar, la mentoría y el acompañamiento personalizado resultan invaluables. Que los jóvenes pasen tiempo con directivos sénior o con familiares que han liderado con éxito, brinda aprendizajes prácticos e historias de vida que estimulan el crecimiento. Tercero, el fomento de la participación externa —ya sea a través de prácticas profesionales en otras empresas o mediante educación especializada— enriquece la visión empresarial de los sucesores y les proporciona herramientas para enfrentar retos actuales. Por último, es importante inculcar valores familiares y empresariales, recordándoles que el legado se mide en rentabilidad, y en el bienestar para la familia, los colaboradores y la comunidad.
La permanencia de las empresas familiares depende de la habilidad de formar líderes jóvenes que, sin perder la esencia de la compañía, sean capaces de transformarla. Esta formación abarca áreas tan diversas como la gestión del cambio, el manejo de conflictos, la tecnología y las relaciones interpersonales. Con planes de sucesión bien estructurados, mentoría efectiva y el compromiso de las generaciones mayores, las nuevas generaciones podrán tomar las riendas con confianza y visión, garantizando así la continuidad y el éxito de la empresa familiar en los años venideros.
*Consultor certificado en empresas familiares – Portafolio Corporate Solutions.
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