Bajo su dirección, Centenario Internacional ha alcanzado una expansión comercial significativa, y se ha consolidado como una empresa comprometida con la sostenibilidad, la innovación y el desarrollo del talento humano.
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Dianne Medrano inició su carrera profesional a los 20 años, y desde entonces ha tenido la oportunidad de formarse en algunas de las compañías más prestigiosas del mundo, trabajando junto a líderes que marcaron su camino y que le brindaron una escuela invaluable en estrategia, ejecución, cultura organizacional y gestión del talento.
Su recorrido incluye más de dos décadas en empresas de clase mundial como FIFCO, The Coca-Cola Company y Diageo, organizaciones donde fortaleció su visión global, disciplina estratégica y convicción de que el liderazgo debe construirse desde la cercanía, la sensibilidad y la excelencia.
Medrano es una empresaria disruptiva que hace casi ocho años asumió la posición de CEO de Centenario Internacional, empresa costarricense que, produce el emblemático Ron Centenario desde hace 40 años.
“A lo largo de mi trayectoria he tenido la oportunidad de ser reconocida como una persona con capacidad para transformar organizaciones desde una mirada humana, inclusiva y con propósito. Soy una firme defensora de la equidad laboral, cosa que promuevo en la compañía mediante políticas internas que fomentan la equidad, la inclusión y el crecimiento profesional de todas las personas, independientemente de su género. Mi liderazgo busca inspirar, y me encanta la posibilidad de abrir espacios reales para que más mujeres ocupen puestos de decisión y lideren con autenticidad”, afirma.
Ese compromiso se complementa con innovadoras iniciativas como su exitoso podcast Utopías de una CEO. “Está dedicado a humanizar el liderazgo, explorar la vulnerabilidad y conversar sobre lo que realmente significa ser el CEO de tu propia vida. Refleja mi compromiso con crear culturas organizacionales más diversas, honestas y sostenibles”, añade.
Hábitos determinantes
De acuerdo con la CEO, en su trayectoria cada decisión ha traído una enseñanza; sin embargo, reconoce que la decisión profesional que más aceleró su crecimiento ha sido aprender a tomar decisiones difíciles con rapidez y claridad, incluso cuando implicaban cuestionar el statu quo.
“Hubo un momento en mi carrera en el que entendí que, si quería crecer, debía dejar de buscar aprobación y empezar a confiar en mi criterio, en mi intuición y en mi capacidad para liderar cambios significativos y elegí decir “sí” a retos que parecían incómodos”, recuerda.
Esa disposición de asumir riesgos calculados, moverse cuando otros dudaban y sostener decisiones controvertidas pero necesarias fue lo que transformó la velocidad de su crecimiento profesional.
Otra clave del éxito en su ascenso ha sido rodearse de personas muy talentosas en áreas clave, apostar por equipos fuertes que la han ayudado a mejorar los resultados y le han me permitido evolucionar más rápido como líder.
“Me permito una práctica diaria que mantengo hasta hoy: detenerme, aunque sea unos minutos, para ordenar mis ideas, revisar mis intenciones y asegurarme de que mis acciones estén alineadas con el impacto que quiero generar. Ese espacio de reflexión me permite anticipar, priorizar y evitar perderme en el ruido operativo”, afirma.
En su gestión, un elemento diferenciador que potencia su estilo de liderazgo ha sido elegir oportunidades a partir de un principio simple: deben sumar, brillar y tener un propósito claro, que venga desde la honestidad.
A lo largo de su carrera, la CEO de Centenario reconoce que ha desarrollado un filtro que combina visión estratégica con una lectura muy fina del comportamiento humano.
“Busco proyectos, socios e inversiones que aporten tres cosas: sentido y propósito, coherencia con mis valores y mi forma de liderar y capacidad real de generar crecimiento a largo plazo”.
Como parte de su estilo de liderazgo tiene claro que las buenas decisiones se reconocen porque la visión, el propósito y la ética se alinean desde el inicio.
“A los líderes de las próximas generaciones les diría que dejen de buscar mapas y comiencen a diseñar caminos. Que aprendan a pensar por sí mismos en un mundo que grita demasiado y escucha muy poco. Que protejan su integridad como un activo, porque la reputación es la única tecnología que jamás se puede reemplazar”, concluye.
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