Las empresas están buscando nuevas formas de trabajo, como contratar servicios profesionales o freelances. ¿Cuáles son las consecuencias?
«Cambia, todo cambia”, cantó Mercedes Sosa al referirse a la metamorfosis que experimentamos durante nuestro paso por la Tierra y el ambiente laboral también está sujeto a esa realidad. Lo hizo con la pandemia y lo continuará haciendo en el futuro, influido por distintos factores que vencen hasta a la imaginación más creativa, como lo demostró un virus microscópico encontrado en la lejana China.
De acuerdo con la especialista, este fenómeno, en el que se detuvieron las operaciones de organizaciones de casi todos los ámbitos laborales, disipó los mitos sobre la productividad y la colaboración que partían del principio de que era necesario estar en una oficina física y arrojó luces sobre la rapidez con la que podemos cambiar cuando lo necesitamos.
Miguel Flores, senior de Consultoría Deloitte Spanish Latam, asegura que la fuerza de trabajo alternativa está aumentando, representada por tres de sus modalidades principales: el trabajo independiente (freelance), por proyectos o contratos (gig), y la colaboración abierta vía Internet (crowd working), lo que ha sido especialmente catalizado en el 2020 por las incidencias que ha tenido la coyuntura sobre la economía, en donde las personas han debido apelar a métodos diferentes para asegurar su estabilidad financiera.
“La suscripción de contratos no laborales ha tenido un auge con la pandemia, debido a que las compañías buscan enfocarse en core business. Asimismo, estas formas de contratación permiten evitar gastos o riesgos y puedan tercerizarse. Por otra parte, si se llega a implementar de forma adecuada, la ejecución de contratos por servicios profesionales puede reducir los costos operativos de una organización y ayudar a ejecutar procesos de forma más ágil y eficiente”, explica Laura Navarrete, gerente senior del área laboral de EY Law.
Para la especialista, muchas compañías han visto limitado su nivel de “headcount” autorizado, es decir, el número de personas que tienen permitido incluir en planilla según las directrices de su casa matriz, por ende, se ven obligadas a efectuar contrataciones informales, por medios de contratación poco tradicionales.
“Vale la pena considerar que esto puede acarrear contingencias adicionales, pues, en materia laboral, prevalece lo que sucede en la práctica, independientemente de lo que las partes hayan podido pactar. Por lo tanto, si en el día a día la relación con estas personas externas a la organización se maneja sin distinciones significativas con los vínculos de naturaleza laboral, existe la posibilidad de algunos problemas”, dice Navarrete.
Aguilar dice que se presentó además una revalorización de los departamentos de Recursos Humanos y que la pandemia enfatizó la importancia de todas las distintas áreas que manejan o implican los Recursos Humanos, dotándolos de una mayor relevancia y dirección en estos tiempos.
“Además, si bien es antigua, la modalidad del teletrabajo se incrementó, a tal magnitud, que algunas empresas ya están considerando modificar su esquema contractual a un modelo mixto de teletrabajo y, en muchos casos, hasta un modelo permanente. Esto encuentra lógica por el ahorro significativo generado en las instalaciones y costos asociados”, explicó Aguilar.
El trabajo del mañana
De acuerdo con Laura Navarrete, de EY Law, la relación de trabajo tradicional, bajo un nexo bilateral de prestación de servicios por un pago periódico es cada vez menos común.
“Muchas compañías buscan flexibilizar sus esquemas de contratación y regirse estrictamente por el cumplimiento de objetivos. Por su parte, las personas están interesadas en ser dueños de su propio tiempo. En virtud de lo anterior, se van a empezar a desarrollar relaciones que van a caer en una zona gris, al tener elementos de una relación de trabajo, pero también guardar características de un vínculo comercial. Por ende, el enfoque en elementos como la dependencia económica, la autonomía de la voluntad y la verificación de quién asume el riesgo del negocio va a ser cada vez mayor, con el fin de determinar la naturaleza de la relación”.
De acuerdo con Miguel Flores, de Deloitte, la siguiente década seguirá exigiéndole a la humanidad saldar antiguas deudas en lo que respecta a la protección de la niñez, preservar la salud pública con acceso a todas las personas, cerrar la brecha de inclusión laboral, revertir las consecuencias del cambio climático y promover la educación en todos sus niveles, entre otros.
“Desde una mirada conservadora, es posible afirmar que los principales cambios en la manera de gestionar el trabajo durante los siguientes seis años tendrá que ver con el grado de eficacia de la sociedad para abrazar la modernización tecnológica, el reto de que los programas o dispositivos electrónicos sean accesibles para todos, acortar la distancia de capacitación de las nuevas habilidades nucleares para las diferentes generaciones de empleados, garantizar la efectividad de los programas de bienestar laboral, fortalecer las políticas inclusivas en convergencia con la gobernanza corporativa para aplacar los actos de discriminación o sesgos e integrar con dinamismo a la fuerza alternativa de profesionales en el ciclo de vida de los negocios”, explica Flores.
Álvaro Aguilar, de Aguilar Castillo Love, coincide con Flores en que existe una tendencia a regular algunas modalidades carentes de regulación, tal como los servicios profesionales y la “uberización” de los servicios.
“El teletrabajo requerirá una mayor regulación, así como los distintos beneficios que las empresas otorgarán a sus trabajadores. Como ejemplo, hoy en día otorgar un vehículo podría carecer del valor agregado como beneficio laboral que tenía pre-pandemia. Desde mi perspectiva, en los próximos años veremos cambios significativos en la normativa laboral, donde se regulará mucho de aquello que durante años la sociedad se resistió a regular, así como se flexibilizará en algunas normas muy lineales existentes en la materia. Dos temas fundamentales tendrán significativa importancia dentro del tema práctico: un mayor desarrollo de la salud ocupacional, área vital de Recursos Humanos, así como la implementación global de prácticas de psicología industrial».
«En mi opinión, el país que procure dar un salto a la flexibilización de normas laborales, podría obtener una ventaja de atracción de empresas y nómadas digitales. Lo mismo con aquellas empresas que otorguen mayor flexibilidad en la ejecución de labores y de beneficios e implementen programas de salud ocupacional y psicología organizacional tendrán una mayor atracción de talentos y posiblemente mejores resultados. Todos estos cambios tendrán su resistencia y encontrarán sus detractores, como lo fue en su momento la incorporación de la mujer a la fuerza laboral después de la fiebre española. Será importante que podamos comprender y digerir que estos cambios simplemente consisten en la evolución de las prácticas y las regulaciones que requiere la sociedad”, dice Aguilar.
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