• 26 septiembre, 2016

Palabras de Silvio Pellas para su padre

Palabras de Silvio Pellas para su padre

Mi padre fue un hombre visionario, justo, honesto y humilde. A temprana edad, asumió el liderazgo de Casa Pellas, ocupando la presidencia por 56 años y se desempeñó 8 años como presidente honorario.

En todo ese tiempo, tuvo siempre un gran celo por la empresa y sus colaboradores. Supo guiarnos con mucha sabiduría, en tiempos buenos y en ocasiones sumamente difíciles.

Él siguió asistiendo a las directivas de Casa Pellas hasta sus últimos días, con un gran interés por los informes y presentaciones de cada unidad, siempre buscando en cada situación o problema el lado bueno y la oportunidad de mejorar. Antes de hacer una crítica negativa, más bien nos dio ánimo y aliento para salir adelante siempre.

Sus acciones y decisiones se basaron constantemente en la ética y la moral cristiana. Esto fue una parte importante de su legado y ha sido la base de formación para los directores y gerentes del grupo. De mi padre siempre me impresionó mucho el respeto y atención que tenía por todas las personas y el perfil bajo con el que llevó su vida.

Me da un gran orgullo y satisfacción tener hoy muy presente su ejemplo.

Los nietos mayores acarreando el féretro durante la misa.
Los nietos mayores acarreando el féretro durante la misa.

Mi padre sintió una gran pasión por los deportes y tenía sus deportistas favoritos, especialmente en el fútbol americano y el beisbol. Me llamaba la atención lo mucho que sabía sobre estos temas y no por casualidad, pues fue capitán del equipo de fútbol de la universidad. Uno de sus pasatiempos
preferidos era pescar, afición que disfrutamos también sus hijos y nietos que aprendimos de él a disfrutar la pesca, como un arte que nos permitió vivir muchos momentos emocionantes en familia. Algo que muchos no saben es que le encantaba el cine. Todos los domingos, iba con sus hermanas a ver la película de la semana. Una de las cosas más importantes que puedo decir de mi papá es que tenía muy presente a Dios en su vida. Rezaba todos los días, iba a misa casi diario y no se perdía los jueves del Santísimo.

A través del tiempo, vi cómo el amor por mi mamá crecía, cada día más. Él iba a traerla siempre al aeropuerto. Todos los días desayunaban, almorzaban y cenaban juntos y, por las tardes, platicaban en su terraza. Es triste que mi papá ya no esté conmigo, ni con todos nosotros. Sin embargo, es una
inmensa alegría y satisfacción que Dios me haya permitido poderlo disfrutar todos estos años. Sabemos que hoy se encuentra en el cielo y tenemos la esperanza de reencontrarnos todos nuevamente en la vida eterna. Por ahora conservamos su ejemplo que nos inspira a continuar con el liderazgo que nos ha destacado hasta el día de hoy.

Palabras de Alfredo Pellas hijo al finalizar la eucaristía de cuerpo presente

Gracias por haber venido aquí el día de hoy y mostrar el amor y el cariño que tuvieron por mi padre y que tienen por toda nuestra familia. Gracias obispo, monseñor Jorge, gracias monseñor Mántica por sus lindas palabras, gracias a todo el clero por estar presente; gracias a todas las religiosas, gracias al padre Héctor y gracias a las monjitas de Calcuta por acompañar a mi padre, con cantos en su linda muerte. Dios, al final, le dio también una bella muerte, una muerte en paz, una muerte con fe, amor, alegría y esperanza. Todos pudimos despedirnos de él, lo hicimos de dos en dos, fuimos cada uno en esas parejas a decirle adiós, que Dios lo esperaba, que no tuviera miedo y que estaba con sus brazos abiertos. Fuimos a pedirle perdón, por las cosas que omitimos, por las cosas que no hicimos bien, fuimos a agradecerle por todas las cosas que hizo por nosotros. Después de muerto, nos reunimos los miembros de la familia, los hermanos y los sobrinos para escribir sobre la personalidad de mi papá.

Mi papá era una persona llena de amor, lo transmitía en todos los aspectos de la vida: amaba el trabajo, la familia, a su esposa, a Dios y a la Virgen María. Era apasionado por su trabajo, fue a la oficina hasta los 97 años. Verdaderamente pendiente de los negocios y, aún más, preocupado de las personas que trabajaban aquí. Fue un visionario, emprendedor, con una gran agilidad social. Mi papá nos mostró que nuestras empresas deben estar inspiradas por la ética, los valores cristianos, con un gran sentido de compromiso social. Siempre con fe y amor por este país, al que siempre amaba. Trabajó con todo su empeño, todos los días, para hacer crecer y desarrollar el Ingenio San Antonio, la
Flor de Caña, el Banco de América y Casa Pellas. Es difícil poder entender cómo una persona pudo abarcar tanto de los negocios de distintas industrias y comercios. Creo que su carácter de orientación, a profundizar en los detalles y delegar en buenas personas, fueron cualidades cruciales.

Mi papá era noble, justo, transparente y amigo. Tenía un buen oído para escuchar las ideas de los demás, respetaba las presentaciones de todos los ejecutivos, siempre atento, con una enorme capacidad para enfocarse. Al hablar, decía cosas profundas, estratégicas, llenas de sabiduría. Se me hace difícil creer que nunca tuvo un celular, prefería escuchar y verdaderamente interactuar con quien tenía enfrente. Se relacionaba de verdad con las personas, en todo momento era un caballero, un hombre que siempre mantuvo buen porte y presentación. No era miedoso, se arriesgaba en la vida al igual que en el trabajo, era alguien que no tenía miedo de tomar decisiones, un líder unificador
en los negocios, balanceado y generoso. Gracias, papá, por todo el apoyo e interés para The American Nicaragua Foundation.

Alfredo Pellas.
Alfredo Pellas.

El mayor legado que mi papá deja en esta tierra es su familia: tuvo cuatro hijos, veinte nietos y cinco bisnietos, más dos que vienen en camino. Cada vez que uno de nosotros lo visitaba, se preparaba para recibirlo, ponía música, se vestía con su mejor atuendo, sacaba una copa y unos tragos. Le encantaba que cualquier miembro de la familia lo visitara. Mi casa es, y siempre ha sido, como un hotel. Mi mamá y mi papá lo tienen abierto para cuando quiero llegar, con todos esos veinticinco miembros que mencionaba. En cualquier momento, están bienvenidos para almorzar, cenar o compartir con él, siempre con disciplina: a tal hora se almorzaba, a tal hora se cenaba.

Me sorprendía cómo siempre quería saber más de cada uno de nosotros. Recuerdo que preguntaba a sus nietos de sus estudios y su trabajo. Quería a sus hermanas Rosita y Adelita con todo su corazón. Con mi tía Adelita, en sus últimos años, iba al cine todos los domingos, se preparaba a recibir la cartelera del cine los jueves, le encantaba su compañía.

Quiso muchísimo a sus cuñados, a mi tío Ernesto y a mi tío Alberto, con los que disfrutaba platicar y pasar tiempo. Era bien cariñoso con sus suegros, se portó con ellos como un verdadero caballero.

Al hablar de mi mamá, al hablar de mi papá, son una misma cosa, una verdadera carne. No tengo palabras para lograr describir la inmensidad del amor que mi papá tenía por mi mamá. Mi papá estaba perdidamente enamorado, hasta el último día. Si mi mamá se iba sin él, contaba los días para que volviera. Cuando no podía acompañarla al extranjero por su enfermedad, se entusiasmaba cuando ella volvía y la llegaba a recibir al aeropuerto. Almorzaba a diario con ella y esperaba la noche para poder platicar en la terraza, mientras gozaba de su compañía. Ella era lo que más amaba y quería en este mundo hacerla feliz continuamente. Siempre estuvo a su lado. En todo momento preguntaba por ella y siempre estaba pendiente dónde estaba. Eran perfectos el uno para el otro, se complementaban en todo sentido. Mi mamá lo flechó desde el día que la vio montada en un caballo. Mi mamá acompañaba a mi papá en todo momento, en sus enfermedades, tristezas y alegrías, eran
una pareja inseparable. En las últimas radiaciones de cáncer que tuvo mi papá, 35 radiaciones, mi mamá no faltó ni a una, estuvo siempre con él, en cada momento.

Mi mamá fue en gran parte responsable de que mi papá viviera tantos años. Las últimas dos décadas de su vida, tuvo una gran conversión, muy fuerte, iba a misa con mucha frecuencia, se angustiaba si no iba y, al estar en misa, se arrodillaba siempre, aún con los dolores.

Misa de don Alfredo Pellas.
Misa de don Alfredo Pellas.

A mi papá nunca lo oí quejarse, un hombre que no quería que sintieran lástima de él. Siempre que le preguntaba: “¿Papá cómo estás?”. Me decía: “Contento”. Abría las puertas de su casa a los presbíteros, hizo buenas amistades con varios de ellos, rezaba todos los días antes de irse a dormir,
siempre estaba dispuesto a abrir su oído para escuchar una palabra de un sacerdote o un religioso.

En el hospital, lo que más lo tranquilizaba era orar, repetía las oraciones con todas sus fuerzas. Sus valores católicos estaban presentes en su hogar y su trabajo, se guiaba en su vida por las creencias católicas que nos inculcó a todos nosotros. Apoyaba a mi mamá en el catecumenado al acompañarla a los pasos.

Recuerdo que en su casa nadie podía empezar a comer sin haberle dado gracias a Dios. A la Virgen María la tenía presente en todo momento. No tengo duda de que está descansando en paz, en el cielo, lleno de felicidad.

Gracias a todos los que están aquí, porque formaron parte de la vida de mi papá. Nos hará mucha falta. Siempre te vamos a querer y amar. Pero, también, tenemos un compromiso con él: superar lo que nos dejó, tener en cuenta todos sus valores, toda esta nueva juventud que viene pronto, tener
en cuenta todo lo que hizo su abuelo mientras vivió y, al final por eso vive entre nosotros. Él está presente.

Durante su enfermedad, él tuvo varias enfermeras. Les doy gracias enormemente de parte mía y de toda mi familia, por el tremendo cariño y amor con que cuidaron a mi papá. Yaselia era una de estas enfermeras y me mandó este texto: “La canción de Olara era su favorita, hombre enamorado
de la vida, de su esposa, doy fe, como la sombra que fui, de que él cumplió todos los mandamientos
de la Ley de Dios: amó a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Jamás se acostó una noche sin rezar. Gracias a Dios, tuve la dicha de conocer un ángel, un santo. Sí, en mí logró sembrar valores, ganas de vivir sin ser nada. Qué dicha de ustedes, que lo tuvieron años”.

Muchas gracias.

Etiquetas: Alfredo Pellas Chamorro / Centroamérica / Creadores de riqueza de Centroamérica y Panamá. / Grupo Pellas / Latinoamerica

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